"Muero asesinado por los verdugos que asesinan también a Venezuela. Me matan con crueldad calculadora.
Cada día en la cárcel me preparo mejor para responder al llamamiento del futuro. Por ello, aún ante la dureza de mi enfermedad, he podido recorrer el camino que conduce a las sendas del bien y por ello sonreír y permanecer sereno."
Con estas palabras se despide Pío Tamayo (1898-1935), de su madre. Sabía ya que su joven organismo, sometido a las más bárbaras torturas por el oprobioso régimen gomecista, no resistía más.
Verdadero maestro. Fundó escuela, hizo escuela.
Sin temor a equivocarnos, podemos decir que introdujo el pensamiento marxista a Venezuela. Hizo de esta corriente del pensamiento universal, una guía. Utilizó algunas de sus categorías para el análisis de la realidad social, económica, política y cultural de su patria. Fue un marxista que trascendió la "ortodoxia marxista".
Pío Tamayo formó parte de una pléyade de pensadores venezolanos que soñaron con la edificación de una nueva Venezuela. Cargado del más noble imaginario sociocultural dedicó lo mejor de su vida a la formulación teórica y a la lucha contra el orden dictatorial establecido, fue un absoluto convencido de que lo planteado no era sólo sustituir a Gómez y al gomecismo, sino edificar una nueva patria en donde reinara la igualdad, la felicidad, y la justicia social. En ese sueño se le fue la vida.
Al revisar el pensamiento legado por Pío Tamayo, habremos de encontrarnos, entre otras, con algunas reflexiones suyas que nos parecen fundamentales destacar en esta breve reseña.
Así tenemos por ejemplo que, para Pío Tamayo, la Revolución no era un simple clisé, un slogan; por tanto, la condición de revolucionario no es una "pose", una falsa conducta, sino un profundo compromiso ético preñado de los más nobles sentimientos de amor por la humanidad.
Estaba presente -en Pío Tamayo- la idea de la construcción de una sociedad nueva y de un hombre nuevo. Para él, la Revolución es en esencia una "historia por hacer".
En el marco de las históricas jornadas de febrero del año 1928, organizadas por la Federación de Estudiantes de Venezuela (FEV), en las cuales la juventud universitaria de nuestro país realizó su valiente protesta contra la dictadura gomecista, Pío Tamayo leyó su poema: Homenaje y demanda del Indio.
Poema considerado como un canto a la libertad, un documento en el cual se exponían las razones que debían motivar la lucha contra el gomecismo, en definitiva, un canto en el cual se llamaba a la juventud venezolana a asumir con vehemencia su compromiso de luchar contra el tirano y a construir una nueva patria.
Para Pío Tamayo, la vida no era un fin en sí mismo. Por eso asumió con sobrado estoicismo su compromiso político: "pago con su vida su pasión por la vida, pago con su vida el amor por la patria y murió para que la patria viviera".
Pío Tamayo, Poeta y luchador revolucionario, nos lego una obra que estamos obligados a revisar y estudiar en este empeño de construir un nuevo proyecto de nación. Pero sobre todo, nos lego una conducta frente a la vida y la sociedad, digna de ser emulada en este tiempo en que el frenesí deshumanizador del neoliberalismo, ha exacerbado el individualismo.
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