Imaginar siquiera el precio de una derrota
debería ser razón suficiente para volcarse con todas las energías posibles en
pos de la victoria. La unidad más absoluta de todas las fuerzas revolucionarias
es la premisa imprescindible. Vacilar equivaldrá a perdernos. Los
revolucionarios que respaldamos este proceso liderado por el Comandante Chávez
–más allá del horizonte estrecho de pertenencia o no a partidos específicos- no
tenemos otra opción que la victoria. “No podemos optar entre vencer o morir…
¡Necesario es vencer! No obtener la victoria, no sólo retrotraería el movimiento
revolucionario a las cotas que poseía antes de la llegada de ese personaje
marcado por el destino que se llama Chávez –si eso quedara hasta ahí sería un
regalo de la providencia- sino que convertiría la patria en un campo de horror y
muerte. No son profetismos desastrosos los que nos persuaden de ello es la
historia. La historia de cuanto aconteció allí donde por errores propios y
aciertos ajenos se perdieron procesos revolucionarios: La España republicana o
el Chile de Allende están allí como recordatorio de ese horror. Las figuras
tenebrosas de Francisco Franco y Augusto Pinochet se asoman al escenario
cargadas de muerte. Los que secundaron con pasión aquellos procesos como los que
contribuyeron a la derrota desde lo interno fueron igualmente masacrados. Otros
de los más encendidos “revolucionarios” se convirtieron en verdugos. En verdad
no fuimos capaces de desenmascararlos porque ¡Siempre lo fueron! De nada valdrán
los lamentos o el rechinar de dientes de los bien intencionados. Si lo ocurrido
en las elecciones legislativas se repitiera en las presidenciales la magnitud
del desastre humano sería de incalculables dimensiones. Se perdería todo:
patria, libertad, soberanía y la vida misma, además de la esperanza para una
humanidad que pone sus ojos en nuestro proceso. Equivaldría al retorno de los
brujos. Una suerte de tsunami social que todo lo arrasaría. Esto es bueno que se
tenga bien presente al momento de priorizar acciones y medir cuanto decimos y
hacemos en todos estos días. Dilemas como la culminación de obras de
infraestructura, de casas, la transformación universitaria, la política
petrolera u otras preocupaciones temporales serían poco menos que temas
angélicos o discusiones bizantinas ante el zarpazo mortal de la derecha. Con
todos los errores y defectos que tiene la revolución bolivariana, debemos estar
claro, el dilema es simple: Patria o imperio, oligarquía o pueblo, todo lo demás
son cuentos de caminos y ríos de hojas.
Es necesario ubicar claramente al
enemigo. Atentos, alertas y decididos, hemos de no gastar ni un miligramo de
pólvora en zamuros. Se han de seleccionar con claridad y objetividad los
verdaderos enemigos del proceso revolucionario. Ordenar los objetivos a fin de
priorizarlos. La Revolución es un proceso dialéctico. Es con paciencia y
sabiduría que se irán logrando las transformaciones y los cambios cuantitativos
en cualitativos. Aceleramientos impertinentes sólo nos dejarán como saldo la
frustración y el desaliento. Paso a paso, sin carreritas engañosas, se debe
alcanzar el objetivo. Ya está bueno de seguir empeñados en la búsqueda de
objetivos parciales y subalternos. El primer y único objetivo ahora mismo es la
reelección del Comandante Chávez por mayoría aplastante. Quien no tenga eso
claro dolorosamente trabaja para el enemigo aún animado por las mejores
intenciones que respeto pero en modo alguno comparto.
Nuestros enemigos
históricos y de clase son: la oligarquía apátrida, una burguesía comercial
inmoral, agringada y adicta a la renta petrolera, así como un aparato
burocrático infestado de ideología burguesa. Todos los demás obstáculos son
circunstanciales y responden a la coyuntura. Vencer estos enemigos no sólo es
prioridad sino causa esencial y hasta única de la Revolución. Alcanzado el
objetivo cardinal, eliminar todos los obstáculos intermedios será cosa del hacer
cotidiano, de la limpieza y la profundización del proceso revolucionario. Hasta
hoy, históricamente, la reacción ha sido más sabia a la hora de aunar esfuerzos
y seleccionar sus objetivos que los sectores revolucionarios casi siempre
heridos de vicios y protagonismo. El imperio y la oligarquía criolla lo tienen
clarito: el enemigo es Chávez. Todo cuanto se interpone entre ellos y la
recuperación absoluta de sus privilegios está personificado en Chávez. Saben que
si logran eliminarlo -por la vía que sea- lo demás será coser y cantar… ¿o debo
decir, matar, torturar y arrasar? Los sectores patriotas y revolucionarios al
menos deberíamos reconocer lo que debemos defender como un solo hombre y una
sola mujer con sólo mirar hacia donde apuntan los cañones de la reacción.
¿Qué faltan muchas cosas por hacer y mucha basura por barrer a lo
interno? Quien lo dude es ciego o pertenece a la misma basura con boina roja que
debemos purgar. La casa está muy sucia porque no podía ser de otra manera. ¿De
que planeta llegaron estos revolucionarios químicamente puros? ¡Llegaron de un
planeta llamado IV República! La mayoría eran adecos o copeyanos y si no lo eran
portaban los mismos vicios. AD y COPEI, llegaron a tener el 90% del padrón
electoral entre ambos ¿No es
suficiente ese dato? ¿No es esclarecedor que en la izquierda nunca llegamos a
tener más del 7%? Todos sabemos que sí. Estos “revolucionarios” llegaron de ese
“planeta” y esos partidos con todos los vicios y perversiones bien aprendidos.
Están ahí, no se en qué proporción, pero están ahí, copando la burocracia,
obstaculizando, proporcionando el peor de los ejemplos. Llenándose la bocota con
declaraciones radicalísimas pero sustentadas en un mar de privilegios, de
seguridades, de numerosos escoltas que los cuiden, porque… “defender la
Revolución día tras día y noche tras noche –de lejitos y de boquilla- tiene sus
riesgos” Sin embargo… hemos de
vencer al enemigo a pesar de ellos. Hemos de hacer triunfar la Revolución por
encima de ellos, incluso hemos de hacer triunfar la Revolución con ellos.
Representan un enemigo formidable pero circunstancial. Contribuyen con el
enemigo real pero la coyuntura no debe cegarnos hasta perder de vista al
verdadero enemigo. Si se alcanza el objetivo del triunfo de Chávez además de una inmensa mayoría de
gobernaciones y alcaldías en Diciembre de 2012 sobrarán las oportunidades para
barrerlos, o reeducarlos, o asimilarlos, o lo que sea ¡el tiempo dirá! Si se
pierde esa batalla fundamental, con esas escobas barrerán nuestros huesos,
barrerán la patria hasta hacerla desaparecer, extirparán todo cuanto pueda oler
a nuestros sueños. ¡Que nadie tenga duda!, al modo del clamor bolivariano…
¡Vacilar es perdernos!
¡CHÁVEZ ES REVOLUCIÓN!
martinguedez@gmail.com