La Transición Socialista

José Manuel Briceño Guerrero, ha escrito en uno de sus innumerables y densos trabajos que: “En la lucha por la democracia se despiertan y maduran los pueblos”.

No otra cosa está ocurriendo en la Venezuela post-puntofijista. La discusión sobre la democracia en nuestro país, ha dejado de ser materia discutida en cenáculos de “sabihondos”, de predestinados por la providencia divina del saber, y ha horadado los más diversos escenarios de la vida toda.

Ello preocupa a quienes aún se resisten a aceptar que Venezuela es otra. Que vivimos un profundo proceso de transición de un sistema de “democracia partidocrática”, excluyente, que generó un estado ineficaz e ineficiente, que no enfrentó a la pobreza, el hambre y la inequidad como problemas sociales fundamentales, hacia la estructuración de un modelo democrático como forma de vida, como una nueva cultura.

Proceso de transición revolucionaria, que se ha venido edificando, a partir de un control democrático de los instrumentos del poder y la construcción de un nuevo bloque de fuerzas sociales, políticas e institucionales.

Vale la pena recordar que, los venezolanos y venezolanas, en la Constitución Bolivariana definimos al Estado venezolano como democrático y social de derecho y justicia, que propugna la preeminencia de los derechos humanos, mediante su ordenamiento jurídico y su acción, para lograr una vida en libertad, justicia, igualdad, solidaridad y democracia con responsabilidad social.

Asimismo, definimos el Estado venezolano como un Estado que tiene como sus fines esenciales, la defensa y el desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad, el ejercicio democrático de la voluntad popular, la construcción de una sociedad justa y amante de la paz, la promoción de la prosperidad y bienestar del pueblo y la garantía del cumplimiento de los principios, derechos y deberes reconocidos y consagrados en la Constitución.

Y que, en tal sentido, el nuevo Proyecto Nacional viene siendo plasmado en varios documentos, en los cuales se exponen, los principales lineamientos conceptuales del proceso de cambio y transformación revolucionaria.

Formulaciones programáticas que están en un constante “estar haciéndose”. En las cuales el análisis de la crisis de la formación social venezolana se hace no sólo a partir de la relación clase dominante-Estado; sino que, toma en cuenta la relación clases populares-Estado, para poder establecer en qué medida esta última puede permitir el desarrollo de una nueva acción hegemónica.

En razón de ello, avanzamos en la construcción de un sistema democrático participativo y protagónico, verdaderamente democrático. Que hunde sus raíces en lo que somos y lo que queremos ser. Que entiende que una verdadera democracia política es aquella que permite el disenso. Que la idea del otro, que la confrontación, que la oposición a las normas tradicionales, son parte de ella. Son su esencia y razón de ser.

De igual manera, avanzamos en la edificación de la democracia económica. La riqueza de nuestra nación no puede seguir siendo colocada al servicio de unos pocos, de manera exclusiva al gran capital. Dicha riqueza tiene que ser socializada, para poder establecer una más equitativa distribución y redistribución de la misma.

La construcción del Socialismo del siglo XXI es un proceso revolucionario que rompe, de manera radical, con las bases económicas, políticas y sociales de lo que fue la Venezuela reformista y neoliberal que sustentaron los partidos y gobiernos del “puntofijismo”.

Es un proceso modernizador que supera las razones que determinaron el atraso y la pobreza, se propone modificar las relaciones de dominación que provienen del exterior, tiene a la sociedad toda como su objetivo fundamental, coloca al ser humano como el centro del desarrollo, supera todo reduccionismo y determinismo, construye un discurso real y realizable que trasciende los enunciados teóricos, da cuenta del pueblo, de la singularidad de nuestras sociedad, no obvia la importancia ética que tiene sentir el dolor del otro.

Pues bien, se trata –en definitiva- de fraguar un proceso modernizador que dé cuenta de la formación social que queremos construir en este tiempo y de la época en que vivimos, ya que será sólo a través del conocimiento, comprensión e interpretación de nuestra realidad como podamos afianzar la singularidad de la modernización que nos proponemos alcanzar. Y ello, sólo es posible en un sistema distinto al capitalismo.

Tengamos presente las sabias palabras de José Martí: “cuando se ha nacido en una sociedad que no está a la altura de su época, hay que ser a su vez un hombre de su pueblo y de su época”.

Profesor ULA.
npinedaprada@gmail.com


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Nelson Pineda Prada

*Profesor Titular de la Universidad de Los Andes. Historiador. Dr. en Estudios del Desarrollo. Ex-Embajador en Paraguay, la OEA y Costa Rica.

 npinedaprada@gmail.com

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