En la entrega anterior, que versa sobre este mismo tema, dijimos: “Los patronos burgueses, muy ingeniosa y tendenciosamente, y a través de los sindicalistas que les han sido muy afectos, han hecho entender a los trabajadores que las “utilidades” son una coparticipación monetaria de los asalariados y sindicalizados en el monto final de las ganancias que en dinero se concreta en el mercado a cambio de la oferta de la producción allí mercadeada.”. Entre otras lindezas, eso significa que si el patrono, “por Re o por Fa” no vende 100% de la producción realizada por los trabajadores durante el ejercicio fiscal y económico correspondiente, entonces, “mala leche”, los trabajadores las pasarían mal. Este veneno ideológico es muy característico de los todólogos[1] y economistas vulgares de la Economía, desde el buhonero más pobre en capital hasta los integrantes del cacareado “G8”[2]. En la citada entrega también se dice: “Así como se cree que primero es la idea y luego la acción, asimismo acuñaron en la mente del ingenuo trabajador del mundo burgués la obtusa idea de que efectivamente el mercado es la fuente de las ganancias. Para ello, muy “socialistamente”, se han apoyado en la propia literatura marxiana particularmente traducida a lenguas romances. En aquella, la ganancia es manejada como una diferencia cuantitativa entre el precio final de venta de la producción mercadeada y el monto dinerario de la inversión por parte del capitalista. Esta inversión va representada por la suma del precio de los insumos materiales, con la inclusión indebida del precio de los medios de trabajo más el monto de los salarios y con la inclusión en estos de los altos salarios parasitariamente recibidos por su personal ejecutivo, gerencial y custodio.”. A esa cita debemos agregarle que los patronos burgueses suelen cargar ilícitamente en el costo de producción el monto de las depreciaciones cumplidas por concepto de medios de trabajo[3]. También allá se dice: “Hemos dicho en entregas anteriores que los salarios directos e indirectos gerenciales, administrativos y custodios, forman parte del capital constante de la contabilidad marxiana, o de los costes fijos de la contabilidad burguesa” Y ahora agregamos: … aunque esta contabilidad burguesa no agregue como tales a dichos gastos gerenciales y de aseguramiento patrimonial, sino que los contabiliza como costes variables, como si su valor de compra pudiera transformarse en más valor, como sí lo hace la mano de obra del asalariado: este recibe un salario y recompensa con un valor igual a este más un plusvalor de “ñapa”. Bien, además de todas esas preconsideraciones sobre las “utilidades” fabriles, pensemos y enseñemos sobre lo siguiente: En el caso de la contabilidad socialista, en el costo de producción debe considerarse la plusvalía, sólo que este valor, este costo de producción, bajo la concepción marxiana, lo “invierte” el asalariado. Por supuesto, precio de venta vendría dado por ese mismo costo; como no es así y los patronos burgueses excluyen la plusvalía en sus libros de diario, balance y ganancias, y han hecho ver que aquella, aunque bajo el eufemismo de “ganancia”, se consigue ex post, o sea en el mercado y fuera de las fábricas, entonces el concepto de precio se prostituye, se mira como algo diferente al valor producido. De allí que ambas categorías mercantiles parecieran significar cosas diferentes, es la visión metafísica de la economía propia de los vulgares de la Economía. Sin embargo, cuando los mismos estadísticos burgueses determinan y cuantifican el producto interno bruto, PIB, en lenguaje nobelado, ellos pretenden con este algoritmo medir el valor de la riqueza anual, con lo cual subyacentemente admiten y niegan cuál es la auténtica fuente de la ganancia (plusvalor, ya no viene al caso), si lo es el mercado o los centros fabriles. Lo cierto es que dan como creada y no creada por el mercado una gananciosa burguesa salida de una suerte de sombrero mágico, sombrero que ya han subliminalmente encriptado en los tiernos cerebros de los infantes que asisten a los circos (eufemismos de centros de idiotización) y afines con esos mismos fines de idiotización desde tempranísimas edades. De esa concepción burguesa, pues, se han desprendido todas las especulaciones del todólogo o pirata, y del economista vulgar sobre “costos o precios, y plusvalía. Todo un enredijo terminológico que ni ellos mismos logran liberar de las absurdas contradicciones en las que desembocan. | |||||
[1] Todólogo es eufemístico de pirata o toero (todero), muy en algunos países donde la academia anda por un lado y sus tecnócratas, por otro.
[2] Curiosamente, en ese grupo de países o, más bien, grupo de altos burgueses representantes de aquellos, no aparece China, pero según la flamante Mediática internetiana ora le pisa los talones a EE UU, ora este se halla fuertemente subsumido dentro de en su control económico mundial e imperialista.