Ludovico Silva nos dice: “el capitalismo no suministra a sus hombres cualquier ideología, sino concretamente aquella que tiende a preservarlo, justificarlo y presentarlo como el mejor de los sistemas posibles. Habría que añadir que la forma como el capitalismo suministra esa ideología es pocas veces la de mensajes explícitos doctrinales, en comparación con la abrumadora mayoría de mensajes ocultos, disfrazados de miles de apariencias”.
¿Recuerdan aquella promoción y campaña publicitaria de Procter & Gamble que inducía a las niñas y niños a obligar a sus padres a consumir ciertos productos que acumulaban puntos para que su escuela se “ganara” una computadora? ¡Aunque usted no lo crea!, ahora tiene la campaña: remodelación de cancha deportiva.
Los empresarios de las cervezas y la liga de béisbol se inventaron aquella conmovedora promoción: “los niños que vengan acompañados de sus padres entrarán gratis al béisbol” Detrás de esa “ternura” se escondía la necesidad de incorporar a las mujeres al consumo de cerveza y además, sembraban en las niñas y niños (futuros bebedores) que el licor era parte del espectáculo del béisbol.
En otras palabras, el capitalismo es mañoso, “se nos mete en la mente” con trampas conmovedoras: ¿quién iba a pensar que detrás de esas promociones autorizadas por Indepabis, nos siembra el capitalismo más salvaje y convierte a los niños y niñas en “agentes publicitarios”, vendedores y consumidores de sus productos?
El capitalismo y su estrategia ideológica utilizan la publicidad para venderse como el mejor de los sistemas, y con tácticas de persuasión e incitación masiva; nos someten a la lógica de la mercancía (compra/venta) alimentando ¿nuestros sueños? de que podemos ser millonarios.
Mantengo mi tesis: El socialismo se gana o se pierde en las cabezas de los pueblos. ¡Para buen entendedor…!
«La pedagogía del oprimido, como pedagogía humanista y liberadora tendrá, pues, dos momentos distintos aunque interrelacionados. El primero, en el cual los oprimidos van desvelando el mundo de la opresión y se van comprometiendo, en la praxis, con su transformación, y, el segundo, en que, una vez transformada la realidad opresora, esta pedagogía deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de permanente liberación» Paulo Freire
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