No es suficiente reconocer la existencia de la lucha de clases, lo que
distingue a un verdadero revolucionario de un reformista es que la
lucha de clases debe conducir al derrocamiento del estado burgués y la
instauración de la democracia del pueblo trabajador.
Hay quienes argumentan que la clase trabajadora no forma la mayoría ni
en un solo país latinoamericano y por tanto es imposible la revolución
socialista con la consecuente derogación del Estado burgués. Lo que no
dicen es que ninguna revolución de las masas populares puede dejar de
lado a la clase trabajadora. Tanto la clase trabajadora como las
demás clases oprimidas son las que forman “el pueblo”. Lo que une a
los trabajadores y las demás clases oprimidas es el hecho de estar
subyugados por el poder del Estado burgués y su ejército de burócratas
corruptos. Es por este motivo que derogar esta máquina opresora es el
verdadero interés del "pueblo", para lograr la unidad entre todos los
desposeídos como requisito previo a la transformación socialista.
Una vez que la unidad del pueblo (trabajadores, campesinos, jóvenes,
campesinos) logre la hegemonía como clase dominante, debe emprender de
inmediato la edificación de la democracia popular y revolucionaria,
como paso indispensable a la transformación socialista. Esto no es una
mera situación teórica ya que el poder del Estado moderno burgués se
ha convertido en un arma del capital contra los trabajadores.
Pero estamos claros que todavía es necesario reprimir a la burguesía y
vencer su resistencia ante las demandas de justicia popular. En este
punto no debe haber dudas. La mayoría del pueblo tiene que vencer a la
minoría burguesa. Sin embargo, en la medida en que es la mayoría del
pueblo la que reprime a la minoría burguesa en este sentido, el Estado
comienza a extinguirse como instrumento de las minorías.
Al eliminar al Estado Burgués se logra suprimir la burocracia con sus
gastos suntuosos y juntas de élites en beneficio de los salarios de
los trabajadores y trabajadoras
Lo que se persigue es la abolición de la utilización de las
instituciones representativas, y de la elegibilidad de lugares para el
ocio y los malos negocios, para transformarlas en instituciones
revolucionarias para el trabajo. Borrar todo lo viejo y burocrático,
que funciona para el saboteo impune de las aspiraciones del pueblo,
sobre las iniciativas de la clase trabajadora revolucionaria.
La Comuna, los consejos de trabajadores y estudiantiles deben
trascender al parlamentarismo burgués, para lograr que la acción
política sea efectiva en el diseño de leyes, su puesta en práctica y
que sean controlados por sus propios electores.
El destruir el Estado burgués y comenzar a construir inmediatamente
otra nuevo Estado revolucionario, que permita reducir la burocracia,
no es una opción; es la tarea más importante de los trabajadores
revolucionarios, los campesinos y demás clases oprimidas.
lucidiowx@gmail.com
garcialwx@pdvsa.com
Trabajador petrolero