Las del proletariado y las de la burguesía

Las Luchas Sociales

Según el título de esta entrega, son varias luchas sociales, en lugar de la ínsita oposición clasista que obviamente se lleva acabo entre la burguesía y el proletariado, la misma que ha sido considerada como determinante en última instancia.  Esclavos, siervos y vasallos en general siempre han estado en desacuerdo con sus respectivos explotadores, pero no es esa oposición la que expresaría la idea de lucha social en el sentido dialéctico de estas voces.

Particularmente, sostengo que los proletarios están de partida impedidos de luchar política, económica y eficazmente contra los burgueses, no, por lo menos, en el plano bélico convencional. Piedras contra balas es una pelea mal cazada de antemano. Sus mejores luchas son de otra índole. La simple coexistencia de clases sólo responde a la misma división, por lo que allí no puede haber lucha interclasista. El desarrollo técnico del proletariado, de la mano de obra salarial, no responde a ninguna batalla ganada contra el capitalista. Este desarrollo es inercialmente natural y no responde a lucha alguna.

En adición, la simetría en materia de luchas sociales nos permite abundar sobre sus diferentes modalidades. Por ejemplo, los reclamos salariales, las huelgas particulares o generales, no expresan más que reclamos contractuales constantemente irrespetados por el patrono o por el bloque empresarial, según el caso, porque todo contrato obrero-patronal es desventajoso y asimétrico en sí mismo.

A pesar de toda la literatura económica ya elaborada, filosófica y sociológica, que al respecto se ha divulgado con autoría de  los intelectuales de conciencia proletaria marxista y por los apologistas burgueses (Economistas Nobelados), debemos aclarar que la lucha más importante dentro del actual sistema económico es, precisamente, la lucha escenificada entre los propios capitalistas y burgueses, cada uno de ellos predispuestos a llevarse por delante a sus rivales más débiles. Un simple bodeguero, digamos, vigila y se desvela pensando y controlando el posible progreso del colega más inmediato; intuye que si aquel progresa le podría quitar su cuota de mercado. El camino final para ellos sería su fusión comercial, pero otro tanto harían sus competidores en esa nueva escala de lucha o “competencia”.

Competencia, por cierto, es más bien un trillado eufemismo elaborado por esos apologistas de la burguesía, pero se trata de lucha social, de una verdadera guerra económica que suele derivar en ruinas empresariales de unos, sobrevivencia y mayor enriquecimiento de capital de otros, hasta que esa guerra se va desarrollando, a tal punto que hasta ahora ella explica la causa fundamental e todas las guerras bélicas cumplidas hasta ahora en la sociedad clasista.

Se trata de guerras cruentas donde el proletariado es un protagonista pasivo, no participa, sino como “sangre de cañón”, como afirma el argot popular, y lo hace obligado a ellas por leyes burguesas llamadas constitucionales. El fulano “amor a la patria”, para quienes ni techo propio han tenido, para quienes sólo disponen como patrimonio su inestable y caprichosa paga salarial de patronos que hasta suelen negarla y minimizarla, resulta un insulto para cualquier forma de lucha, es apenas una vieja y medioeval bandeja demagógica. Es lo que ocurre dentro del sistema burgués con sus ejércitos burocráticos, y más modernamente con sus plantillas de mercenarios, quienes no son civiles ni militares, sino comerciante de la guerra.

Esta guerra es la que busca la defensa de los intereses capitalistas de unos burgueses frente a aquellos que de partida están en permanente guerra de mercados, de innovaciones tecnológicas y mediante acuerdos colusivos entre unos con cargo a otros. No fue retórica la afirmación de Carlos Marx cuando definió las mercancías como un inmenso “arsenal” o inventario en manos de la burguesía propietaria del capital explotador del proletariado.

marmac@cantv.net



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Manuel C. Martínez M.


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