En un intento por morigerar esta nueva derrota electoral y de retomar la iniciativa en el nuevo escenario político, los voceros de la MUD le reclaman al gobierno el inicio de un proceso de “re-conciliación” para lograr la “unidad nacional”, cuando han sido precisamente ellos, los que históricamente han promovido la violencia, el odio y la disociación a través de los medios de comunicación a su servicio y por ello, deberían comenzar por hacerse una autocrítica sincera. En verdad, se trata de una maniobra política, con pretensiones de colocar a la defensiva a los revolucionarios bolivarianos, partiendo del falso supuesto de que en la IV República no había división social ni lucha de clase.
Una cosa es adelantar un diálogo político constructivo con base en una agenda de temas de interés general, construida con el propósito de facilitar y consensuar la ejecución de políticas de estado que atañen a la seguridad de la nación y que por ello reclaman del apoyo de todos los venezolanos, sin distingo de posiciones política o ideológicas. Otra bien diferente, es pretender conciliar “por arriba” dos proyectos políticos alternativos, que el 7O fueron sometidos a la consulta del soberano, resultando triunfador el que abanderó el Comandante Chávez , por la independencia y el socialismo del siglo XXI, derrotando al de la restauración cuartorepublicana y el neoliberalismo que representó Capriles Radonsky.
La conciliación en temas programáticos o estratégicos nos conduciría a navegar en las aguas del eclecticismo, desdibujando el carácter anticapitalista, antiimperialista y nuestroamericano por el que nítidamente optó la mayoría de los venezolanos. Ceder ante esa demanda de la derecha sería la vuelta al puntofijismo y una traición al pueblo.
El diálogo político entre posturas adversas , en los escenarios institucionales frente a la opinión pública, en la AN y el Consejo Federal de Gobierno por ejemplo, si es posible y deseable en una democracia participativa y protagónica en construcción como la venezolana. Su desarrollo supone el reconocimiento del otro, la tolerancia y la convivencia democrática, con base en el respeto a la Constitución. Sería un acto de madurez democrática.
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