Una propuesta para el desarrollo del agro y de Venezuela

Seguramente todos hemos escuchado afirmaciones que aseguran que a los
venezolanos no les gusta trabajar en el campo; que el campesino
venezolano prefiere vivir en los cerros de Caracas y trabajar como
buhonero; que Venezuela nunca podrá ser una potencia agrícola.

¡Pendejadas! ¿A quien le va a gustar levantarse a las tres de la mañana
para realizar faenas de campo, trabajar en duras condiciones hasta que
caiga el sol y recibir en compensación una paga de hambre? ¿Quién no va a
emigrar a las ciudades, aunque sea a vender pantaletas, si donde habita
no hay servicios públicos, ni escuelas, ni hospitales? Cambiemos las
condiciones del campo y sobrará quien allí quiera trabajar.

Estamos consientes del inmenso trabajo que viene desarrollando el
gobierno nacional para revertir la situación en la que dejó la IV
República al campo venezolano, pero con toda sinceridad creemos que la
estrategia no es la más acertada.
No es con un crédito aquí y otro más allá, ni con la formación de
cooperativas, ni con la creación de “zaraos” como avanzaremos.

Saben bien nuestros lectores que nunca hacemos una crítica con sentido
destructivo y que como debe ser, las nuestras van acompañadas de una
propuesta. He aquí, entonces, una propuesta para impulsar el desarrollo
del agro venezolano.

A través de una ley, de un decreto o simplemente de facto, podríamos
convertir las tierras de vocación agrícola de una entidad federal del
país, en propiedad de una gran empresa agroindustrial de constitución
accionaria mixta (obviamente con mayoría del Estado).
Supongamos, por un momento, que ese territorio sea Guárico. Allí
podríamos, para crear una gran empresa, usar las tierras que hoy son
propiedad del Estado y adicionarle las de los propietarios que quieran
venderle las suyas al Estado, más aquellas de propietarios que quieran
hacerse accionistas de la nueva gran empresa, recibiendo una
participación accionaria en función del valor de sus propiedades.

Dado este primer paso y casi en paralelo, habría que iniciar (como parte
de la Gran Misión Vivienda Venezuela) la construcción de campamentos
estratégicamente ubicados en el mapa y similares a los construidos a lo
largo del siglo XX por las empresas petroleras en San Tomé, Anaco,
Lagunillas, Casigua y pare usted de contar.
Ahora si, coloquemos un aviso en la prensa, solicitando obreros, técnicos
y profesionales universitarios para laborar en esta empresa y
garanticemos vivienda, asistencia médica, educación, buen salario,
utilidades, jubilación, vacaciones.
Quedaría demostrado que no es verdad que a los venezolanos no les gusta
el campo, pues la cola en la oficina de recursos humanos debería llegar
a Caracas… lo que no le gusta son las condiciones imperantes

Esa empresa, donde tendría cabida cualquier tipo de profesional se
desarrollaría todo un complejo agroindustrial y toda una nueva estrategia
de producción de gran impacto nacional. El resto es simplemente replicar
la experiencia en varios estados.
¿Los recursos económicos? Habría que hacer un sacrificio, pero estimamos
que si el 5% de la factura de PDVSA se destina a esta misión en poco
tiempo lograríamos el objetivo.
De allí en adelante, la empresa sería autosustentable. No olvidemos que
un barril de leche vale más en el mercado internacional que uno de
petróleo.


arellanoa@pdvsa.com


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Alexis Arellano


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