La cultura en tanto sistema particular de significados y símbolos compartidos, resulta en una suerte de código lógico, sinónimo de la verdad y única vía aparente de transitar la realidad. Sin embargo, cuando soplan, como en Venezuela, vientos revolucionarios de cambio y cuando se pretende analizar y recrear este proceso es imperante trascender los límites culturales impuestos por razones políticas o de clase social.
Resultados electorales y sucesos recientes han demostrado como sectores de oposición desconocen las claves de la cultura y se les escapa lo “real maravilloso” que define la Venezuela actual y supera la imaginación de propios y extraños.
Recientemente medios nacionales e internacionales se solazaron reseñando un trabajo elaborado por The Associated Press, titulado “Dramaturgos venezolanos comparan la saga de Chávez con una telenovela surrealista”. En clave irónica destacan que, en un país productor de telenovelas, escritores e intelectuales asemejan el drama de la nación y la enfermedad del Presidente a una larga y surrealista telenovela. Plantean en tres tiempos una sardónica cronología del melodrama: “Un presidente que desaparece por semanas en una misteriosa batalla contra el cáncer. Partidarios que pregonan en las calles su lealtad. Y en medio de todo esto, el gobierno anuncia que ha detectado un complot para asesinar al sucesor elegido.” Incapaces de decodificar lo que sucede, trágicamente denuncian que en “Venezuela la realidad se ha tornado inverosímil” y asombra la declaración de tales creadores cuando afirman que su “capacidad de asombro está siendo retada permanentemente".
Angustiados por una novela sin protagonista, para colmo la persona que conducía los destinos del país quien “no ha hablado, no ha aparecido en público ni en fotografías”. Desbordados por un drama que se les alarga demasiado y perdidos en un clima que definen de” incredibilidad e incertidumbre”, claman por un pronto final que escapa a su creatividad.
La realidad venezolana supera la imaginación de algunos guionistas, escritores e intelectuales, quienes no logran descifrar elementos mágico-religiosos o situaciones aparentemente ilógicas, cuando comparadas con aquello que suponen más realista o normal.
Al igual que en el realismo mágico, en tanto corriente artística, en la Venezuela actual, el momento “invita a menospreciar lo real y apreciar lo milagroso”.
maryclens@yahoo.com
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