En libro de igual nombre (2007), Jorge Giordani aborda el tema, en el marco del sistema capitalista mundial en crisis estructural, que en el caso venezolano tiene la particularidad de patentizarse por una desacumulación de capital de décadas (desde 1973) que permitió la transferencia de la riqueza colectiva venezolana al circuito internacional. El capital global se enfrenta a cuatro grandes contradicciones, irresolubles bajo la lógica de su metabolismo: entre el capital transnacional y los estados nacionales, entre el desenfreno del capital y los límites naturales, entre explotación e igualdad sustantiva de género, y entre explotación y desempleo crónico.
En Venezuela se suma la distorsión causada por un modelo capitalista rentístico, con una renta captada mas no producida, y su correspondiente modelo político clientelar.
Analiza cómo el proceso revolucionario ha comenzado a revertir la tendencia, con una política petrolera soberana, aumento de la inversión pública, el pago de la deuda social, la disminución del desempleo y el combate a la inflación.
Propone ocho proyectos estratégicos: las misiones sociales para seguir saldando la deuda social y sembrar las bases estructurales para el despegue hacia el socialismo; 2) el desarrollo productivo endógeno autosustentable, romper el carácter rentista; 3) preservación del potencial y crecimiento de la producción energética; 4) transformar el aparato burocrático del estado para hacerlo efectivo; 5) lograr la soberanía alimentaria; 6) la educación y la comunicación de los valores nacionales, la conciencia; 7) el desarrollo territorial balanceado, con “descentralización desconcentrada”, empoderando a la población; y 8) luchar por el mundo multipolar.
Saludamos estos planteamientos. Voces como la de Giordani, Alí Rodríguez, Asdrúbal Baptista, Víctor Álvarez, Rodolfo Sanz insisten en la necesidad de romper con el carácter rentístico del modelo venezolano si aspiramos transitar la vía de transición real hacia el socialismo del Siglo XXI.
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