Acercándonos al momento de la patria, a menos de un mes de las elecciones presidenciales, ante un Himalaya de ventaja de Nicolás Maduro y de las fuerzas chavistas y progresistas, y ante un pueblo digno que espera con ahínco el 14-A para ir a tributar a Hugo Chávez Frías la victoria del pueblo; vuelve a aparecer Capriles Radonski con sus ojos perdidos, con sus elucubraciones alucinantes y sus desvaríos típicos por estos días preelectorales, ya demostrados en la víspera del 07 de octubre, cuando salió con las tablas en la cabeza.
Nuevamente sus asesores, no se sabe si amigos o enemigos de él, lo vuelven a empujar a los insondables abismos de la derrota, lo estimulan a dos objetivos: atacar a Nicolás Maduro y a solicitar un debate. En estas dos indicaciones se le han vuelto una obsesión mental que lo saca de sus casillas emocionales cada vez más psicopatológicas. Capriles Radonski cada día está más iracundo, su torpeza es incontrolable, su obsesión por llegar al poder lo hace ser cada vez más incontrolable; y también le ha dado por imitar a Chávez y a Maduro.
No es que carezca de personalidad sino que tiene muchas. Sus fijaciones con el chavismo, con el pueblo, con las mayorías, con los de menos recursos cada vez son más falsas y evidentes. No nos extrañemos que el día menos pensado diga que él también es hijo de Chávez o que cometa aquel error político electoral imperdonable que hizo en los 80 Eduardo Fernández de ir a dormir a un cerro en Caracas. Capriles, totalmente compuesto de la nada, en su desespero sería capaz de cualquier locura por tratar de engatusar a la gente.
Todos saben que él no quería ser el candidato de la MUD; pero no pudo zafarse de la trampa que le hizo Acción Democrática con Ramos Allup quien hacía tiempo lo marcó de “lechugino, petimetri y mariposo”, junto a los mafiosos de Primero Justicia. Y le tenía guardada este ardid justamente para sacarlo del juego político después que el CNE anuncie su aplastante e irreversible derrota del 14 de abril.
De allí su desespero, su ira, su locura, ya no sabe qué inventar, ya no sabe qué prometer, ya no sabe que decir, que pueblo visitar para llevar las mismas carencias y desechos espirituales. Es la campaña de la nada, es nada. Es algo así como el niño malcriado que se lanza al suelo a berrear y patalear para que lo entiendan, que se orina y “pupucea” logrando así conseguir doblegar el corazón parcializado de su madre, quien avergonzada ante las miradas perplejas e impotente de las multitudes, termina consintiéndole sus caprichos y groserías.
Así anda obsesionado con Nicolás, así anda pidiendo debate, con unas fijaciones extrañas. Su discurso se limitó a nombrarlo, no cesa de nombrarlo, come, se desvela, se baña, se viste, camina y respira es pensando en Nicolás. No somos psiquiatra pero amerita de un estudio interesante que podría arrojar luces para ciertos padecimientos inoculados o propios; pero lo cierto es que pese a lo pintoresco no deja de ser un caso curioso e interesante por lo inusitado.
Mientras sus galenos le estudian y otros científicos averiguan la esencia de la nada que existe en su ser, nosotros no nos detengamos en nimiedades y sigamos apuntando todos nuestros esfuerzos hacia el próximo 14-A, donde estamos llamados por designios de la naturaleza a la victoria, avasallante, inmensa, grande, como la merece nuestro líder y guía el comandante eterno Hugo Chávez.
*Diputado AN
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