-¡Es necesario urgente, para decirlo en jerga deportiva, que alguien tome el testigo que portaba Chávez o que alguien, ya sin demora, cubra el espacio que antes la historia asignó al comandante!
Para evitar malos entendidos, no me refiero a Venezuela, sino a la América Latina y el Caribe.
Hugo Chávez, fue uno de esos geniales y audaces jugadores, aparecidos inesperadamente, cuando la historia estaba preñada y más que eso, desbordada, que igualmente defendía, armaba las jugadas desde atrás para que las culminasen los de adelante, o se venía desde el fondo, con el balón dominado, para meterlo dentro una red indefensa. Uno de esos “cabecitas de fósforo”, como le oí decir a una buena amiga argentina refiriéndose a Maradona, el mismo que como canta Calle 13, le metió dos goles a los ingleses en una final de futbol.
Confieso que, después haber leído, al caer la tarde del sábado 1° de junio, la información dada por Juan Manuel Santos, en un acto con la más alta oficialidad del ejército colombiano, acerca de la solicitud que haría para el ingreso de Colombia a la OTAN, quedé confuso o mejor, algo parecido a eso que podría calificar de atónito.
No debería haberme sucedido eso, sabiendo los planes del imperio alrededor de la AP (Alianza para el Pacífico), en la cual Colombia participa desde el 2012 con Chile, México Perú, alentados por EEUU, para contrarrestar todas las iniciativas de unidad latinoamericana y el Mercosur, la permanencia de las bases militares gringas en el país vecino, la visión de Santos y la oligarquía de su país sobre el continente, el modelo económico y social de sus preferencias y otros elementos más bien conocidos, pero por el proceso de paz con el movimiento guerrillero colombiano y la necesidad de bien relacionarse con Venezuela por eso y asuntos de negocios, que obligaron al “acuerdo de Santa Marta”, lo que menos uno esperaba es que Santos hiciese, en este momento, y después del impase relativo a la visita del ex candidato venezolano, un pronunciamiento de esa magnitud y trascendencia.
Si bien es verdad, lo de la solicitud del gobierno colombiano para ingresar a la OTAN, se viene hablando desde tiempo atrás y fuerzas colombianas han venido participando en actividades de esa organización desde el 2008, y hay un viejo antecedente de la participación de una pequeña fuerza de ese país en la guerra de Corea, en apoyo de EEUU, la cual fue tristemente barrida por el adversario, no podíamos pensar que hiciese ese anuncio cuando todavía no han culminado las conversaciones de paz y está en marcha la crisis desatada en las relaciones con Venezuela. Lo que pareciera ser por lo menos, para decirlo como diplomáticamente, un gesto a todas luces indelicado y peyorativo.
Lo primero que nos llama la atención, aun cuando todavía es temprano para hablar al respecto, es que las Farc, al comentar sobre el punto crítico surgido con Venezuela, reclaman la necesidad de superarlo para que ello no empañe el proceso de paz, donde este país – según Farc – ha jugado un papel descollante, pero nada dicen de las declaraciones de Santos con respecto a la OTAN. Pues, no veo, como el frente guerrillero, pudiera firmar un acuerdo de paz, habiendo de por medio, puesto como un hecho por consumar, una cuestión que le debe importar en gran medida, por razones de principios. Por lo menos pareciera como imprudente por lo todo lo que eso sugiere.
La ofensiva a favor de la AP, que algunos interpretan como un intento de volver por el ALCA, derrotado bajo el liderazgo de Chávez, se acompaña con la solicitud de incorporación de Colombia a la OTAN, lo que sería como una continuación de aquella política económica estratégica, por la vía del campo militar.
Lo anterior puede interpretarse también como una respuesta al nacimiento de organismos como UNASUR y el CELAC.
De manera que la reciente visita de Joshep Biden a Colombia, influyó para descomponer las relaciones entre Venezuela y Colombia, posiblemente para que éste país apurase su solicitud de ingresar a la OTAN y hasta ponerle un palo a la carreta del proceso de paz, pese la hipócrita afirmación que su gobierno respaldaba aquella gestión y a los avances alcanzados en materia de unidad latinoamericana. No pudo ser más eficiente el vicepresidente gringo, aunque uno bien sabe que todo eso viene preparándose de antemano y por mampuesto.
De lo que se trata pues, en lo que a nosotros concierne, es que Estados Unidos, ante la muerte de Chávez, habiendo quedado el amplio espacio que el venezolano cubría con eficiencia, ha optado lanzarse con todas sus energías, que bastantes son, a atacar justamente por allí.
Ante esa andanada y la “asombrosa eficiencia” de Biden, uno clama porque de nuestro bando, surja un jugador de la dimensión, energía y amplia visión de juego del comandante Chávez, que los hay en América Latina, tome el control del balón, el juego todo y reimpulse la ofensiva.
Cuando digo esto último, miro al terreno; luego a la banca y encuentro allí hombres capaces para asumir ese rol. Hinchemos, como dicen los argentinos, para insuflar energía, ánimo y se produzca la decisión anhelada.