Tantas vueltas dio la crisis política, hasta que la decisión cayó en manos del TSJ. El madurismo deslizó la boñiga del cne hacia esos predios. No es precisamente un regalo, al contrario, puso en esas manos una brasa. La crisis profunda dentro del estamento político capitalista, así como no se resolvió con las elecciones, difícilmente se solucione con el pronunciamiento del tribunal. La disputa por la dirección de la restauración capitalista, entre el madurismo y el mariacorinismo, no encuentra arreglo dentro de la “legalidad” madurista, al contrario, se acentúa, estalla.
El tribunal tiene pocas opciones.
Puede decretar que maduro ganó las elecciones. En este caso, los mariacorinos, el continente y más de medio mundo se rebelarán. La crisis continuará su curso, buscando vías de solución.
Puede decretar que edmundo ganó. Entonces, las carreras en el campo oficial serán inéditas. Las corrientes del madurismo se enfrentarán. Unos, querrán quedarse con el gobierno, desconocer el veredicto, arrasar con todo. Otros, querrán entregar y aceptar las ofertas de refugio y protección. No faltarán los vivos pendejos, que planificarán sabotear a edmundo en los meses que faltan para la entrega en enero. En el madurismo debilitado, desesperado, brotarán los monstruos y las flaquezas. La crisis seguirá su curso buscando su respiradero.
Puede ser que el tribunal se inhiba. En este caso, la crisis se ahondará, seguirá su curso hacia territorios de confrontación más cruentos.
¿Después de agotada la instancia del tribunal, qué pasará?
Las fuerzas capitalistas en pugna revisarán sus tácticas. Los de la derecha gringa, los mariacorinos, parece que seguirán sus llamados a movilización, intentando que no se les apague el fuego, manteniendo su estrategia de salir de maduro ya. Aparentemente, por ahora, no tienen una alternativa militar; su opción principal es la presión internacional, y la esperanza en una intervención. De esta manera, desnudan la cara geopolítica del conflicto, allá en el fondo, se trata de una confrontación de los gringos y europeos, con los rusos. Los movimientos de ambos bandos se aprecian claramente: el comando sur de los gringos opina directamente; y los rusos amagan, muestran su apoyo con la visita de barcos, submarinos, y se sospecha comandos del componente mercenario de sus fuerzas militares.
El madurismo insiste en su táctica de engaño, de crear una realidad virtual, se empeña con todos sus hierros en demostrar que maduro ganó, mueven encuestas, y opiniones de notables. No parece tener opciones diferentes de una brutal represión. Sale de las elecciones más debilitado de como entró. Su destino dependerá de lo que ellos llaman la alianza Civil-Militar-Policial.
En el artículo anterior decíamos que: “El madurismo fue a las elecciones buscando legitimar su saqueo, procurando unos años más de patente de corso. En ese empeño, parió un fraude, que como todo lo que hace le salió mal, burdo. Para paliar la situación tuvo que arrasar con el cne, el tribunal supremo y la fiscalía, no hubo poder del Estado incólume, todos se plegaron al maltrecho fraude, todos recibieron su dosis de descredito”.
Ahora, nos encontramos con un Estado destartalado, inexistente; y con la Patria en serio peligro de disolución. Un Estado débil, en un país con altas riquezas, es una tentación para los buitres imperiales, un Estado débil es incapaz de defender la Soberanía. La ausencia de Estado se une a la ausencia de pasión Patria, quizá el mayor daño del madurismo, es la aniquilación de la Esperanza, la liquidación del sentimiento de pertenencia a la sociedad, del amor por la Patria.
El problema de la restauración de la Patria no es un asunto meramente técnico, ni siquiera político, es asunto, principalmente, de sentimiento, de pasión, de amor, sólo desde allí es posible la reconstrucción nacional. Y ese componente espiritual, ese elemento aglutinador, capaz conseguir la movilización nacional, la pasión Patria, indispensable para la reconstrucción, sólo es posible volviendo al chavismo auténtico, el de Chávez, el de la lucha contra la lógica del capital.
¡CHÁVEZ, PASIÓN PATRIA!