1- Una revolución que cambia el lenguaje y la música. Que logre vencer todas las cortapisas sembradas desde la colonia. Falta todavía mucho para llegar a una revolución en la palabra o en las ideas: hay mucho cliché, mucho eslogan. Una cojear solapado en los sentimientos por culpa de ese atavismo de la púrpura sotana. Eso del infierno y del cielo. Cuántos siglos aherrojados por culpa de ese puritanismo rancio que niega el pensamiento. Cuánto miedo y beatería pusilámine. Aquí una mente iluminada como la de San Juan de la Cruz no podría escribir en portales llamados “revolucionarios”: lo execrarían.
2- Cierta “poesía” de carne y hueso que también languidece por falta de fibras premonitorias y por una excesiva exhibición charcutera; se ve en ella la grasa, el jarrete, la mezcolanza de falsos latigazos reinventadores. Hace falta la grosería dolorosa, el orgullo erizado, la insolencia y la frescura altiva y amorosa.
No es poesía. No hacemos todavía poesía. Nos falta el desgarro, el amor lejano y la fantasía de los golpes indelebles.
3- También en una revolución tiene que vibrar lo sexo humano y no comercial. Toda la carne en exhibición es fraude. Pura vitrina. El sexo es sutileza y deseo inspirador. Todo lo que se descubre de sopetón sin ingenio ni imaginación provoca desencanto. Ya hemos visto a todas las mujeres desnudas, hace falta descubrirlas en su mar más profundo. Nadas, nadar mucho para llegar a ellas. Wilhem Reich quiso luchar contra el congestionamiento sexual en la Unión Soviética, pero sus libros fueron quemados. Se fue a Estados Unidos para lo mismo y lo metieron en la cárcel. Murió en una cárcel. En la revolución francesa se mostraron bellos senos, en aquella pintura tardía de Eugene Delacroix La Libertad guiando al pueblo hacia la liberación plena, y todo para terminar asesinando pueblos. Aquí ya no quedan senos sino siliconas. Al sexo en Venezuela todavía se le tiene miedo.
4- Cambiar de raíz la manera de llegar al conocimiento. Revisar todos esos antros fraudulentos de la educación que se llaman universidades autónomas. En esas universidades no se piensa sino que se estafa. No hay una sola mente con ideas propias. Son antros que sirven para rezar y falsificar títulos. Robar, mentir, ladrar como castrados perros rabiosos.
5- Una revolución debe hacer florecer en los niños nuevas sonrisas y valores, liberándolos de las privaciones y prejuicios de sus padres (enfermos de vacuas mesmedades).
6- Una revolución tiene que vivir de campaña en campaña ADMIRABLES. Con la espada y el foete clarividente en la mano. Con una flor también, por si acaso.
7- Y mover constantemente el carro de la vida por sobre los huesos de tantos cadáveres andantes. Hablo de mi revolución que es la misma del Presidente Chávez. Gracias a él cada día me siento más joven. Por eso él no ha muerto sino que se ha transfigurado. Por eso él vive en la consagración de la gloria que se nos sugiere con el alba de cada día.
Por eso...