Nuestra realidad económica encuentra clara respuesta en la historia de nuestro país. Grandes intelectuales marxistas venezolanos como Salvador de la Plaza, Orlando Araujo, Ramón Losada Aldana, entre muchos otros, han señalado que las causas fundamentales de nuestro escaso desarrollo económico-industrial radica en el modelo feudal dependiente de la metrópolis instaurado en Venezuela desde la época de la colonia que la mantuvo en el atraso histórico reprimiendo, por mucho tiempo, el surgimiento de una burguesía nacional verdaderamente productiva.
Pero este hecho conocido; que detuvo una posible revolución burguesa a la venezolana y el desarrollo de las fuerzas productivas en el país (tal como si se produjo en Colombia, Brasil, Argentina) que haya permitido acabar con el atraso en el campo y la industria impuesto por las mismas estructuras feudales, no significa que aun estemos a tiempo para hablar de esto. Pues, hablar en la actualidad de “propiciar el desarrollo de la burguesía nacional productiva” en los momentos que la globalización rapaz y sus monopolios han terminado de orquestar su jugada maestra invadiendo los mercados del mundo con sus mercancías y tecnología, destruyendo o subordinando a los capitales locales y a sus gobiernos a los intereses del centro capitalista mundial, atándolos al Fondo Monetario Internacional (FMI) para hacer cumplir sus recetas políticas desreguladoras y de “apertura” (las infames políticas neoliberales), o atacando militarmente a aquellos otros gobiernos que levantan banderas de resistencia, dignidad, soberanía y desarrollo propio, para terminar por imponerles un Estado fallido (ejemplo Libia, Irak, Afganistán, y las pretensiones contra Siria e Irán), es un completo absoluto e inaceptable absurdo.
Escribo estas líneas porque nuevamente vuelve a ser desempolvadas por algunas corrientes reformistas y reaccionarias que hacen vida dentro de la Revolución Bolivariana aquella vieja tesis que busca promover la creación de una “burguesía nacional productiva”, en alianza con el Estado venezolano, y copiar el infame modelo de maquilas en “zonas económicas especiales” dentro del país. El polvo levantado por estos comienza a causar alergia entre muchos revolucionarios. Esta tesis la esgrimen en oposición frontal al Plan de la Patria 2013-2019, aun cuando procuran maquillarla como su estrategia. Comienza el debate.
Si bien es cierto que la construcción del socialismo en Venezuela requiere del desarrollo de las fuerzas productiva del país para procurar la soberanía alimentaria y sobre ciertos aspectos tecnológicos y productivos fundamentales para nuestra economía, tampoco es menos cierto que el Estado venezolano tiene capacidad suficiente para desarrollar tales fuerzas por sí mismo, bajo un modelo propiamente socialista que concibe la participación mayoritaria o total y rectoría de este sobre lo fundamental de la economía (Industria Petrolera, Empresas Básicas, Grandes Procesadoras de Alimento, la Banca, etc.) y el impulso de la economía comunal sobre los aspectos no medulares.
El Estado socialista visualizado y plasmado por el Comandante Chávez en su propuesta Plan de la Patria no excluye a la burguesía nacional productiva existente, pero menos aun se apoya en esta para el desarrollo del país. También concibe la necesidad de la integración regional de forma que permita impulsar del desarrollo de las fuerzas productivas nacionales y de toda la región creando un frente común contra las agresiones imperiales. Hoy Venezuela es parte del Mercosur, y los capitales regionales en su lucha y contradicción con las grandes transnacionales pueden ofrecer aquello que la burguesía venezolana nunca pudo ni podrá promover en el país. Dependerá de las estrategias a tomar por nuestro Estado revolucionario para tal propósito.
El desarrollo de las fuerzas productivas nacionales y la integración económica regional nos permitirá alcanzar aquellos sueños de justicia social y unión que hará realidad la máxima de aquel otro gigante Carlos Marx que prefiguró una sociedad verdaderamente humanista, sin clases sociales, donde las riquezas socialmente producidas serían repartidas “a cada quién según sus necesidades y aporte”.
Construir el socialismo será la más grande empresa de los revolucionarios venezolanos. Como científicos marxistas no podemos decir cómo será, pero si aportar en su construcción de acuerdo a las experiencias socialistas del pasado y del presente.