¡Con lentes de Allende!

Yo les digo a ustedes, compañeros,

compañeros de tantos años.

Se los digo con calma,

con absoluta tranquilidad:

Yo no tengo pasta de apóstol,

ni tengo pasta de Mesías,

no tengo condiciones de mártir.

Soy un luchador social

que cumple una tarea,

la tarea que el pueblo

me ha dado.

¡Y SIN TENER CARNE MARTIR,

NO DARÉ UN PASO ATRÁS...!.

ALLENDE


El camino que conduce hacia la erradicación definitiva de la corrupción, no es sencillo. Los pusilánimes que se dedican a hacer negocios con la plata del pueblo, suelen maniobrar bajo dos prefiguraciones muy puntales:

Manejan muy bien el oficio técnico que les permite depurar cualquiera de sus desfalcos.

Actúan como un consorcio de pandilleros que se encargan de amedrentar y tratar de partir la fortaleza de quienes se oponen a sus atracos administrativos.

Sin embargo, la lucha que hemos emprendido, no puede detenerse. (¡No la voy a detener!). Tengo plena conciencia de las consecuencias que pueden desatar cada uno de los textos que escribo; pero, alguien, en alguna parte del Alto Gobierno, debe preguntarse por qué un hombre que ha dedicado gran parte de su vida a la Literatura, ahora se ocupa de estos asuntos... También sé que aquellos delicuentes, cuya culpabilidad están siendo puesta en evidencia por mis palabras, actuarán. No les tengo miedo. Lo único que pueden hacer es pagarle a un matón para que haga el trabajo y yo ya deje de escribir; pero, con todo el dolor que eso pudiera causarle a mi familia, sé que mis hijas estarán plenamente orgullosas del trabajo realizado por su padre. Yo tampoco tengo pasta de apóstol, ni tengo pasta de Mesías, ni mucho menos condiciones de mártir. Solo soy un poeta asqueado de ver tantas injusticias y que no va a meter la cabeza dentro de una oficina esperando para decir: “yo no sabía nada...” ¡cómo lo hacen tantos otros cobardes: esos pusilánimes que solo andan cuidando su parcelita de poder!

El presidente Nicolás Maduro nos ha pedido ayuda a todos y todos debemos buscar la manera de colaborar contra esta enfermedad putrefacta que es la corrupción. No podemos seguir metidos en el quince y último que nos hace ciegos, sordos y mudos. Tenemos que buscar la forma de reformular los valores humanos tan trastocados por el capitalismo cultural. No es posible que los ladrones, los delicuentes administrativos sean los celebrados y que pasen a ser los héroes porque reparten las miserias con esas otras lacras que se prestan para sus robos. Nos corresponde poner en evidencia a esas lacras que intentan mellar los cimientos de nuestra Revolución, bajo el amparo de las miserables prebendas que adquieren de forma ilegal. El Estado tiene que hacer un seguimiento más certero sobre aquellas personas que, de la noche a la mañana, andan insultándonos con sus delirios de nuevos ricos. Hay revisar los bienes laterales que van acumulando. Me explico más clarito: compran apartamentos y no los ponen a sus nombre; adquieren carros y no están a sus nombres; su forma de vida cotidiana no se asemeja a la de hace dos años atrás. Se dan el lujo de comprar carros del año, pagando incluso hasta la vacuna que les piden. Todos esos bienes, léase bien, están a nombre de algún familiar o, peor aún, de esos coprófagos que se prestan para ser sus testaferros. Si se les revisa sus bienes personales, se podrá notar que no manejan grandes sumas, pero sí existe una desproporción entre los gastos que hacen en restaurantes (del este del este), tiendas, centros comerciales de lujo, burdeles, y demás lacónicas misceláneas.

Si bien es cierto que muchos suelen fanfarronear con sus nuevos caprichitos, no se puede pensar que todos son iguales. Eso es un error. La diversidad da para mucho. Las redes de mafiosos no está integrado por tontos y no deben ser subestimados. Sus métodos son altamente eficaces porque en muchos casos son personas con ciertos estudios que les permiten sanear las atrocidades que cometen. Es vital para el momento que vive la Revolución que quienes están trabajando para desinfectar la administración pública, tengan en cuenta detalles nimios a veces insignificantes, pero que son importantes para seguir desmantelando a estos sinvergüenzas. Viajes, compras, adquisición de inmuebles y todo lo que implique la obtención de bienes injustificados. No me cansaré de insistir en eso. ¡Llegó la hora, le llegó la hora a los ladrones! ¡Ya lo digo el mismo Presidente Maduro!. Sé que, desde el Cielo el Alma Grande de Nuestro Comandante, me acompaña porque en lugar de tener miedo, en lugar de esconder la cabeza, escribo inspirado en su ejemplo y como dice aquella hermosa canción chilena:

Perros en la lluvia,
caminan conmigo
mientras los paraguas
rugen hacia el cielo.

Con dientes de fuego
que hacen los inviernos.
Flores y radares,
pétalos de hielo
vueltos al infierno:

¡CON LENTES DE ALLENDE!

¡Chávez vive,

la lucha sigue!

1 Comunicador de calle, registrado con el número 14880, del Ministerio del Poder Popular para la Comunicación e Información (SIBCI). Premio Nacional de Poesía Fernando Paz Castillo (2010). Premio Municipal de Poesía (Trujillo 2003). También es autor de Ceremonia de lo adverso, Las buenas Razones, Cuaderno Palestino, La Tierra & El Fuego y de Otoño en Pekín: Crónicas de otro viaje. Es Magíster en Estudios Culturales de la U-ARCIS de Santiago de Chile.


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Isaías Cañizález Ángel

Poeta y comunicador de calle, registrado con el número 14880, del Ministerio del Poder Popular para la Comunicación e Información (SIBCI). Premio Nacional de Poesía Fernando Paz Castillo (2010). Premio Municipal de Poesía (Trujillo 2003). También es autor de Ceremonia de lo adverso, Las buenas Razones, Cuaderno Palestino, La Tierra & El Fuego y de Otoño en Pekín: Crónicas de otro viaje. Es Magíster en Estudios Culturales de la U-ARCIS de Santiago de Chile.

 i.canizalez@hotmail.com

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