Salvador Allende y la experiencia chilena al socialismo

Septiembre 2013, marca los cuarenta años del derrumbe fatídico, infausto y traumático de la esperanza socialista manifestada por el pueblo chileno en las elecciones libres y democráticas del 4 de septiembre 1970; luego de tres intentos por arribar a la presidencia de la República de Chile, finalmente Salvador Allende se hace de la misma con los votos del pueblo y ratificado por el congreso de ese país austral, asumiendo la misma el 4 de noviembre del mismo año; era el resultado sin duda de honda significación nacional y el reto de asumir el compromiso histórico contraído de hacer realidad el programa de la Unidad Popular, triunfo estratégico logrado por la mayoría de los partidos de la izquierda chilena organizados en torno a la Unidad Popular; era Chile para el año 1973, el país que gozaba de la mayor constitucionalidad en América Latina, con un parlamento de actividad ininterrumpida por más de 160 años y que desde 1833 solo una vez se había cambiado su constitución, de la cual se ufanaban con orgullo todos los chilenos, y por ello confiaron en la posibilidad cierta de hacer los cambios con plenas libertades.

Necesario es recordar que en Chile gobernó el Frente Popular a partir del año 1938 hasta 1952, frente conformado por fuerzas progresistas que representaban el interés mayoritario para ampliar y profundizar la democracia, aportando por la estabilidad institucional y buscando la posibilidad cierta del cambio social y político, pudiéndose afirmar que el gobierno del frente popular conformado por una amplia base social de sectores medios y populares constituyeron un antecedente de lo que más tarde sería el gobierno de la Unidad Popular.

Más adelante con el devenir de los tiempos, vendría el sistema de partidos heredado de la legalidad burguesa, que nunca en su historia habían atentado contra la estabilidad política, pues siempre salían fortalecidos en las contiendas electorales, pero cuando los partidos tradicionales no gozaron del favoritismo del voto, a la burguesía poco le importo la vasta tradición constitucional, el ejercito no respeto la institucionalidad, al respecto Salvador Allende nos refiere que “ las pocas quiebras institucionales fueron siempre determinadas por las clases dominantes. Fueron siempre los poderosos quienes desencadenaron la violencia, los que vertieron la sangre de chilenos, interrumpiendo la normal evolución del país. Así ocurrió cuando Balmaseda, consciente de sus deberes y defensor de los intereses nacionales, actuó con la dignidad y el patriotismo que la posteridad ha reconocido”.

De tal manera, sin contemplaciones, la oligarquía y el poder económico al verse derrotados comenzaron con los actos más impunes y atroces para vulnerar la decisión política del pueblo chileno, quisieron impedir la toma de posesión de Allende, lo cual no lograron, pero persistieron en la guerra política y económica, ayudados por sus amos del norte, que financiaba las huelgas de camioneros, la especulación y la escases de productos, las huelgas de médicos, el manejo y extensión del mercado del dólar negro, la guerra de la prensa con sus titulares en tono virulento “ colas interminables para comprar alimentos”, “ los chilenos rechazan la política económica de Allende”, manifestaciones casi a diario de las clases medias y de profesionales que no estuvieron a la altura de los tiempos y de los cambios propuestos por el programa de la Unidad Popular.

En ese sentido, el gobierno del compañero presidente Salvador Allende, en tan escasamente tres años pudo lograr la recuperación del mineral cobre y las minas del teniente que tuvieron siempre en manos del capital privado y foráneo, la recuperación de la soberanía nacional, el restablecimiento de la soberanía chilena sobre sus riquezas naturales, nacionalización del cobre, hierro, salitre y carbón, lo cual significo un paso importante para sanear la economía, la terminación acelerada de la reforma agraria , el control por parte del Estado del aparato financiero del país como bancos y firmas estratégicas, en fin una experiencia que estaba echando las bases para la liberación nacional y el socialismo por la vía democrática.

Ese momento histórico que se llamo la experiencia chilena hacia el socialismo, la cual sin duda conto con un gran apoyo a escala internacional, pues era la primera vez que un presidente que se definía como marxista llegaba a la presidencia de su país por la vía electoral, es decir con las armas de la burguesía; ese gran triunfo renovó la discusión en el campo de los revolucionarios de ver si era posible ganar los espacios por vía electoral para cambiar la sociedad, Allende fiel creyente y protagonista de la democracia y de la Unidad Popular planteaba “ que nadie se llame a engaño. Los teóricos del marxismo nunca han pretendido, ni la historia demuestra, que un partido único sea una necesidad en el proceso de transición hacia el socialismo”.

Allende hombre claro y consecuente con su accionar y pensamiento en el primer mensaje al congreso el 21 de mayo de 1971 palmariamente planteaba con la entereza y certeza que le caracterizaba que “Chile se encuentra ante la necesidad de iniciar una manera nueva de construir la sociedad socialista: la vía revolucionaria nuestra, la vía pluralista, anticipada por los clásicos del marxismo, pero jamás antes concretada”; con la convicción y la fe en los trabajadores salió al frente y acepto la responsabilidad histórica que le fue otorgada por el pueblo, avanzando por encima de muchos obstáculos aún dentro del marco de la constitución burguesa, organizando y educando políticamente a su pueblo para defender su destino histórico, “sin olvidar que las circunstancias de los pueblos en revolución son muy distintas, sin embargo el desafío histórico es semejante”.

Ante el acoso económico adelantado por los sistemas financieros internaciones, Allende hubo de acudir al gran foro mundial de la ONU, para desenmascarar la asfixia financiera a la que estaban sometiendo a su vulnerada economía acorralando al país con su escasa capacidad de pago, allí el cuatro de diciembre de 1972, de forma por demás honrosa, valiente y diplomática planteo el cómo y el por qué se ha desvirtuado la naturaleza de los organismos internacionales “ cuya utilización como instrumento de política bilateral de cualquiera de sus países miembros, por poderoso que sea, es jurídica y moralmente inaceptable. ¡Significa presionar a un país económicamente débil! ¡Significa castigar a un pueblo por su decisión de recuperar sus recursos básicos!, significa una forma premeditada en los asuntos internos de un país, esto es lo que denominamos insolencia imperialista!”

Del experimento chileno se pueden extraer enseñanzas que son aportes de obligada consulta y referencia para los procesos revolucionarios, pero también se extraen errores que no se deben de manera alguna repetir, pues fue una experiencia cuyo desencadenamiento arrojo miles de personas asesinadas y desaparecidas, además de frustración y repliegue; al leer algunos escritos del General Carlos Prats quien en vida fuera Comandante General de ejercito, ministro del interior y hombre comprometido con la constitución, se desprende cuan erróneo era el criterio que subsistía largo tiempo acerca del “apoliticismo político del ejercito chileno”, error compartido en parte por el propio presidente Allende y que fuera hasta cierto punto la causa del desastre del gobierno de la Unidad Popular.

Es necesario recordar, que ha pesar, de que los partidos de la derecha decidieron echar mano de todos los recursos para desconocer el triunfo de Allende, y oponerse al ulterior desarrollo de su gestión como presidente, ante todo, recurrieron a las fuerzas armadas para dar el golpe mortal, sin embargo, hubo dos hombres íntegros y leales, los generales René Schneider y Carlos Prats, excepcionales hombres que eran por encima de todo soldados y fieles al principio de que las fuerzas armadas son para defender a la constitución; ese evento revela, como al interior de la fuerza armada chilena venia surgiendo una corriente cuyos partidarios se hallaban dispuestos a incorporarse al proceso de profundas transformaciones y cambios socioeconómicos y empujar la consolidación del gobierno de Allende; de igual forma existía otra corriente, que los hechos demostraron como mayoría o que tenían el control para la toma de decisiones la cual se oponía al desarrollo de las políticas y al programa de la UP, hechos estos que se evidenciaban en la medida que se profundizaban las transformaciones sociales que crearon a su vez un alto grado de politización del sector militar.

El General Prats conociendo a profundidad a los miembros del cuerpo militar sabia que “los oficiales chilenos siempre se han distinguido por su débil formación política y muchos de ellos, incluidos generales, son presas fáciles del halago y se dejan envolver fácilmente ya que no han sido preparados para la política”; el General Carlos Prats, hizo lo imposible por mantenerse en alto gobierno, pero fue fuertemente asediado y acosado por los militares enemigos y sus mujeres, inventándole calumnias que manchaban su honorabilidad, viéndose obligado a dimitir, cediendo de esta manera el paso al funesto de Pinochet. El general Carlos Prats, fue asesinado junto a su esposa en la ciudad de Buenos Aires el 30 de septiembre de 1974. Como ven septiembre luctuoso el septiembre chileno, lleno de horror y desventura.

De esta manera, lo que comenzó como un camino esplendoroso fundado en la tradición institucional logrando allanar vías para la experiencia democrática e inédita hacia el socialismo, fue coartada por los mismos que dicen defender la legalidad y la institucionalidad, ahogándola políticamente, y económicamente colocándose de espaladas al porvenir de la humanidad.

Hoy en el Chile de la llamada concertación democrática con las coordenadas de una constitución de origen factico hasta el agua es un bien privado y escaso que se encuentra sujeto a las leyes del mercado; en veinte años la llamada concertación no ha hecho más que perfeccionar el modelo del lucro y usura de los recursos naturales, su economía sometida y enajenada al capitalismo mundial, forzando a millones de personas a malvivir en condiciones de explotación y miseria, de cesantía abierta o disfrazada, generando una de las mayores desigualdades que habían sido superadas en los tres años del gobierno socialista; seguro estamos que vendrán nuevos tiempos donde “ se abrirán las grandes alamedas” para construir un mundo mejor.

Referencias:

Allende, Salvador (1975) Discursos. Editorial de ciencias sociales, La Habana.

Milos, Pedro (2008).Frente Popular en Chile. LOM ediciones.

Prats, Carlos (1976). Una vida por la legalidad. Fondo de cultura económica. México.


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Heriberto Rivera


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