Tan apátridas como el comercio burgués

Los proletarios prósperos suelen ser antinacionalistas

Llamamos proletarios prósperos a aquellos trabajadores que de alguna manera, lícita o no, logran salir del hueco de la pobreza, primero porque el Estado los ha ayudado mucho, al punto de, por ejemplo, formarlos gratis técnica y profesionalmente, y segundo porque de frente se haya metido a comerciante.

Se trata de un grupo de verdaderos privilegiados dentro del proletariado, con cargo a exclusiones sociales de toda índole para el resto de esta clase social a quienes, ya graduado, ya salido del hueco, los verá como clientes y fuente incrementaría de su riqueza.

Este proletario próspero suele invertir su dinero en bienes raíces, en acciones de compañías anónimas, y también en bancos regulares y ni tan regulares, siempre en búsqueda de multiplicar la riqueza ya acumulada con el ejercicio de su técnica o de su profesión.

De manera que este proletario, en la medida que va enriqueciendo su cartera, va empobreciendo su conciencia. Usted podrá descubrirle su personalidad si le hace seguimiento a su vocabulario que se halla enriquecido con muchísimas expresiones y voces mercantiles. Por ejemplo, en ameno diálogo con un amigo o conocido a este le dirá: “eso no vale la pena”, “con eso sólo perderé mí tiempo”, “por fortuna no fumo ni bebo aguardiente”, cosas así.

La apatridad de este próspero proletario se observa cuando usted se entera de que él da prioridad a todos los bienes importados, y siente un visible desprecio por las mercancías de factura nacional.

Por supuesto que este proletario desconoce o prefiere ignorar que toda la importación de nuestro país está formada básicamente por productos de tercera calidad. Estos bienes son desechados durante su fase de control de collided en la fábrica exportadora y, en lugar de ser vendidos allá como de segunda calidad o de tercera o como chatarra, esos bienes son dirigidos a países como el nuestro que en esa materia ha dado sobradas demostraciones de se ser un comparado que identifica la procedencia imperial de una mercancía y su elevado precio con calidad de primera-“Con mi arroz caro no te metas”.

Este próspero proletario se autoexilia del barrio que lo vio nacer y crecer, abandona sus viejas amistades y opta por hacer nuevas en la zona ya aburguesada-ecualizada- El precio de su vivencia allí sobrepasa cualquiera estimación. Los viejos residentes saben que están en presencia de un, así llamado, “nuevo rico”. La vivienda bien cara, y deberá hacer muchas amistades a punta de fiestas y fiestecitas porque sólo así sus invitados van recuperando con caña y comida el gasto que les tocó hacer cuando ellos fueron las víctimas de turno. Esta es la explicación o por qué su viejo barrio se mantiene anquilosado en el tiempo a pesar de ser la cuna de tanto proletario próspero que, por un lado sale de la pobreza, y por otro sale también de su nacionalidad y de su patria.


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Manuel C. Martínez


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