Mientras hacemos la paz, como una gran fiesta donde nos reconocemos para pedir una vida sin violencia y muerte, una mejor sociedad sin violencia en sus calles y creando territorios de paz para avanzar hacia la felicidad suprema, mientras hacemos la paz, allá en el silencio de los culpables, puede estar pagándose a los mercenarios que apretarán gatillos para percutir la muerte en balazos de guerra contratados para “calentar la calle” más pronto de lo que imaginamos.

Sería hermoso, realmente hermoso si este solo llamado a la paz pudiera cambiar el mundo, pudiera cambiar las mentes fascistas y las apetencias de poder de los oligarcas criollos y oligarcas del orden del dinero que manejan las guerras, que intervienen países y queman ciudades como Kiev, manipulando la información, comprando “rebeldes” y descociendo la paz a balazos.

Nuestros pueblos hoy representados en la Habana, Cuba, en la reunión de la CELAC nacida de nuestro Hugo Chávez estrecharán sus manos para declarar nuestro continente “Territorio de PAZ”.

La paz es el fin último de la lucha por la nueva vida, la paz es el estado superior a la guerra. La verdadera paz no es el intervalo entre dos enfrentamientos, entre dos guerras, no.

La paz debemos verla como la edad adulta de una civilización que destruyó las armas y empuñó el amor, destruyó el poder y aprendió a conjugarse como totalidad, como especie ante la vida toda, la paz verdadera no existe mientras un ser humano venda su trabajo a otro que se enriquece y que lo hace pobre, la paz es algo más allá de la sociedad de clases sociales, del mundo gobernado por imperios, de cientos de bombas nucleares apuntándonos para incendiar nuestro mañana, la paz que pide la humanidad es mucho más que pacificar las contradicciones, la paz es la meta final de todas las revoluciones. No obstante hay que cantarle, hay que gritarla y hay que proclamarla, visibilizarla se hace necesario y jamás podremos dejar de cantarla juntos como lo hace nuestro pueblo y como lo hace nuestro continente.

Yo quisiera equivocarme, pero presiento una emboscada.

El silencio de los culpables los delata. Usarán de nuevo la muerte vestida de sorpresa, llamarán a las calles para incendiarla, invocarán las armas y crearán terribles escenarios para convertir en fracaso político el llamado a la Paz de Nicolás Maduro, la declaración de continente de paz que harán en Cuba, casi que podría apostar que solo falta que termine la CELAC para que las fuerzas de la guerra escupan su arsenal de muerte sobre nuestro continente.

La Paz se enfrentará a la Guerra, en una gigante lucha que debemos convertir en victoria final.

Todas las luchas revolucionarias buscaron la paz, pero terminaron en guerras.

Este llamado a la paz en Venezuela, por supuesto se hace a todas y todos sus ciudadanos. Tirios y Troyanos se han dado la mano y superaron los discursos escatológicos, se reunieron quienes antes se enfrentaban y tod@s han salido vestiditos de blanco a pedir por la paz. ¡Ojalá y sea que se están cumpliendo designios celestiales donde la humanidad se hace una!!! Pero otra cosa es la que ha pasado siempre, los puñales traidores van debajo de las vestimentas blancas sedientas de poder y de venganza, la cruel intensión de los grandes capitales trata de colorear de blanco una revuelta que al final llamarán “revolución blanca” o el color que el maquillaje imperial disponga.

Solo el socialismo y el desmontaje de la sociedad burguesa, solo el final de las clases sociales, de los poderes hegemónicos de los señores del dinero, solo el pueblo organizado en todo este hermoso planeta podrá vencer por fin, la ideología del egoísmo de los ricos, de sus bombas, de sus ejércitos sedientos de nuestras riquezas.

¡Que el pueblo asuma las banderas de la paz sabiendo claramente que se nos viene encima una terrible guerra del fascismo hoy silente, sospechosamente silente!!!!

Si de señales celestiales hemos hablado, ¡que más dramático signo que el de ese cuervo que mató apenas alzaba vuelo la paloma blanca por la paz que lanzara desde su balcón el Papa Francisco el domingo pasado.

¡No ladran los perros Sancho! ¿Vamos Bien?