Ha sido siempre reiterada la tragedia en la que los derechos de los débiles son una y otra vez pisoteados, pero nunca faltarán voces, aunque sea una, que se alcen para denunciar las injusticias que se cometan en los distintos momentos de la historia. Carlos Marx, planteó una teoría para los y las que carecen de privilegios, la cual es considerada como un verdadero programa de liberación social. Con el comprendido de que el pasaje hacia ese extremo es, rotundamente, de carácter social: “revolución proletaria, supresión de la propiedad privada en los medios de producción, inicio de una forma de vida comunista que aspira a una igualdad y a una justicia social”.
Ese programa destaca, por lo demás, en este tiempo presente, como la postura más profunda y coherente con que cuenta la humanidad en su lucha por los derechos sociales y económicos, y está constituida por lo que se conoce como el socialismo científico que Marx esbozó con precisión en cuatro documentos fundamentales de su fecunda obra política (Manuscritos económico-filosóficos, 1844; Miseria de la filosofía, 1847; Manifiesto Comunista, 1848; El capital, 1867).
La doctrina marxista arranca de una crítica profunda de la teoría liberal y del capitalismo. Denuncia la enajenación del hombre provocada por un sistema al que hay que considerar en la práctica como una fuerza de la cual únicamente se aprovecha y se beneficia la clase burguesa, la cual convierte al ser humano en una simple cosa, en un objeto. ¿Si la burguesía cosifica al hombre, le importa, realmente, el desarrollo de los derechos humanos, como única garantía de la justicia y la paz?
Marx incrimina, por ejemplo, la falsedad de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, puesto que carece de autenticidad y no responde a la verdad que dice proclamar, ya que «tras bellas y hermosas palabras se trasluce una realidad que queda reducida a la sórdida exaltación del egoísmo burgués». Para la teoría marxista los derechos humanos tienen su origen en las circunstancias concretas en las que el hombre está inmerso y será, por tanto, esa dimensión social la que marcará su contenido.
Al hacer la crítica de la sociedad capitalista, Marx desarrolló la teoría del materialismo histórico, siendo éste el aspecto más fecundo de todo su pensamiento. Parte de la acertada afirmación de que las condiciones materiales de la vida humana determinan el modo de producción y de consumo, la economía, pues; y que ésta a su vez, condiciona la superestructura ideológica (las concepciones políticas, jurídicas, religiosas, artísticas y filosóficas de la sociedad y las instituciones políticas, jurídicas, etc., etc.), que vendría a ser el modo de sentir y de pensar de cada sociedad,, todo ello dentro de una dinámica interna basada en los planteamientos dialécticos o fases del proceso dialéctico (tesis, antítesis y síntesis).
El socialismo marxista, cuando rechaza el capitalismo, busca liberar en el hombre lo que hay en él de verdaderamente humano: la fraternidad, el amor entrañable, la paz entre los hombres y la Naturaleza. Para lograr estos fines el medio propuesto por Marx y Engels, es la lucha de clases, que al conseguir la victoria, las clases trabajadoras someterán el Estado para llegar finalmente a su abolición. Luego el Estado será reemplazado por un poder descentralizado y comunal. Para ese entonces, el hombre, al fin, será libre.
Mientras llegue ese día seguiremos luchando por el socialismo, que no es estrictamente luchar por un nivel más elevado de la sociedad venezolana y por una sociedad más feliz, que trace el perfil de una humanidad mejor. Sino que, igualmente, es luchar por alcanzar el desenvolvimiento de cada personalidad y un grado superior de la evolución moral de la humanidad toda. En esa búsqueda, nos valemos del marxismo, ya que es una ciencia en constante desarrollo, la cual hace frente a todos los problemas de nuestro tiempo, ya que las situaciones nuevas exigen análisis e ideas nuevas, que enriquezcan el pensamiento y fecunden la acción.
La historia de cualquier sociedad que haya existido hasta el presente, es la historia de los conflictos sociales de clase. Así tenemos que las luchas por el socialismo recuperan todas las luchas anteriores, pasando por la de los esclavos, la de los siervos, la de los campesinos, y las luchas anticoloniales, que de esta manera logran su razón de ser en la historia. No reconocer que en Venezuela hay una lucha de clases, quizá una de las más irreconciliables de toda nuestra historia republicana, tanto por el odio acumulado por la burguesía, como por los niveles de conciencia política alcanzados por el pueblo, es castrarle el impulso vivo, revolucionario al pensamiento de Carlos Marx.
POST/DATA: En la novela Memoria de mis putas tristes, Gabriel García Márquez nos da una método para medir mejor la vida, no por años, si no por décadas: La de los cincuenta, decisiva, porque se toma conciencia de que casi todo el mundo es menor que uno. La de los sesenta, ya que es la más intensa por la sospecha de que ya no nos queda tiempo para equivocarnos. La de los setenta, la más temible, por ser la que encierra la posibilidad cierta de que sea la última que viviremos. La de los ochenta, que no menciona y en la cual él muere, que sería la de alcanzar la sabiduría. Y la de los noventa, que es aquella donde la casi totalidad de los mortales estamos más que reventados.