El Socialismo científico espera ya más de 100 años por su realización universal como modo dominante.
El ensayo soviético cumplió su cometido: se divulgó fértil y universalmente esta nueva y posible forma de vivir en una sociedad cuya principal característica sería que sólo el trabajo realizado por todos en beneficio de todos sea la credencial de buen ciudadano. Quedarían así al margen los tradicionales privilegios del no trabajador, como han sido: su color, su pelo, su abolengo, su habilidad para atropellar a terceros, su individualismo. Sería como darle medio giro a nuestra forma actual de convivir, unos, eternamente pobres, con otros, eternamente ricos.
En este tipo de sociedad actual se nos va la vida protestando malos gobiernos, carestía, corrupción, ventajismos, inseguridad, pobreza extrema para las mayorías, y sobre todo pidiéndole al intangible Dios que con su santa mano arregle lo que sus hijos dañan.
El proyecto de sociedad socialista ha confrontado dos poderosos obstáculos: la eficaz dominación ideológica que el libre mercado burgués divulga y afianza diariamente por todos los medios, y el contradictorio e irrealizable deseo de cada asalariado por salir de la pobreza sin salirse del esquema capitalista.
No negamos que unos pocos logran su cometido, a tal efecto se valen de mil servilismos: son académicamente programados para reforzar el sistema, y es así cómo unos excelentes profesionales, lejos de ser los primeros en liderizar un movimiento socialista, son los abanderados para negarlo a cambio de una holgada posición económica personal sin importarles ni siquiera su humilde origen asalariado. Paradójicamente, los mejores defensores del Socialismo han salido de los estratos económicos mejor dotados.
Ante ese cuadro de impedimentos, el capitalismo supervive y acomete nuevas estrategias de dominación; se actualiza con cada protesta, con cada conato revolucionario. Diríamos que hasta ha llegado a conocer los postulados marcianos y marxistas mejor que muchos líderes de la izquierda comunista, con lo cual ha sabido contrarrestar los conatos socialistas del mundo. Esto se explica porque, desgraciadamente, la teoría socialista no fue escrita para analfabetos ni para alfabetos de mediana formación. En este sentido, la didáctica ni la pedagogía de Karl Marx no han podido llegar textualmente a las grandes masas.
¿Qué hacer, ante tanta impotencia teoricopráctica? Mao Tse-tun podría alumbrarnos el camino: Adentrarnos y hasta hacernos copartícipes en la gerencia burguesa.
Por ejemplo: La Venezuela petrolera de comienzos del siglo pasado optó por la contrata de personal extranjero para que le explotara su petróleo; fue incapaz de llamar y confiar en los técnicos criollos para que emprendieran una labor que era novísima en el mundo entero, y por eso firmó concesiones leoninas cuya secuela negativa aún sufrimos. No quisimos ejercer directamente la empresa capitalista y la delegamos entreguistamente.
Actualmente, en crasa violación a lo dispuesto en el Art. 302 de nuestra Constitución, el gobierno se acoge al contradictorio Art. 303, ejusdem, y permite la entrada de capitalistas a Pdvsa, una empresa nacional de carácter inexplicablemente accionaria y capitalista.
En consecuencia, proponemos que el Estado se aboque a todo género de empresas capitalistas de alto giro. Venezuela podría adquirir acciones en importantes cantidades de las principales trasnacionales, y operar de la mano con la alta burguesía para sacar y compartir sus cuantiosas ganancias. Toda una gestión burguesa mientras la sociedad profesional vaya madurando y cayendo en la cuenta de que el sistema burgués es definitivamente incapaz de llevar felicidad a todos los ciudadanos, que es radicalmente impotente para respetar los derechos humanos de los asalariados, reconocer que sólo se mantiene sobre el desequilibrado piso de unos ricos con muchos pobres.
Por eso, proponemos que Pdvsa, así como cede parte de sus acciones en manos privadas internacionales, asimismo adquiera paquetes accionarios en firmas como Nestle, Ford Motor Company, IBM, etc., y tantas otras transnacionales para ver cómo nos va metidos a burgueses, y dejamos por los momentos las críticas a un sistema para el cual todas las estrategias de protestas han resultado insulsas y sólo han logrado su reforzamiento.