Hoy día se acepta, al menos implícitamente, el dominio indiscutible de la gran banca en todas o casi todas las economías del mundo.
A principios del siglo XX, Lenin escribe El imperialismo: fase superior del capitalismo, donde explica cómo los grandes bancos se convierten en el eje del proceso de monopolio, cómo los bancos se hacen con el dominio de todo el capital así como del resto de industrias y sectores, para finalmente hacerse con el control del estado.
Esas palabras escritas en 1916 tienen aún hoy un valor incalculable. Así, no es de extrañar que Lenin, refiriéndose a la economía mercantil, afirme que “en realidad, ha sido socavada y el grueso de los beneficios va a parar a los “genios” de las intrigas financieras”. “El inmenso progreso de la humanidad […] beneficia… a los especuladores”.
Este sometimiento al capital bancario, se ve reforzado por “el vínculo personal de ambas [banca e industria] sobre el gobierno”. Jeidels, citado por Lenin, afirma que “los puestos en los consejos de administración son confiadas voluntariamente a personalidades de renombre, así como a antiguos funcionarios del estado, los cuales pueden facilitar en grado considerable las relaciones con las autoridades”.
Palabra por palabra, refleja la realidad exacta de hoy en día: las puertas giratorias y el dominio de los bancos sobre la economía y la política. Pero hay aún más, muchas d ellas entidades de las que nos habla Lenin están presentes en la actualidad.
Así, nos aparece descrito como el Deustchebank compite por la Hegemonía con la Disconto Gellstafh. Hoy día el Deustchebank es uno de los báncos más importantes -o el más importante- de toda Europa. Por no hablar de la AEG o el Credit Lyonais… Y es que todos los grandes bancos mundiales son decimonónicos, o herederos de empresas decimonónicas que se han ido fusionando o englobando a otras a su vez (demostrando la plena vigencia del proceso monopolista y de control financiero de estas empresas plutócratas sobre el resto de la economía).
Por ejemplo, uno de los cuatro bancos monopolistas estadounidenses, el CitiGroup, afirma en su página web “looking back on more than 200 years”. Y es que el Citibank se funda en 1812. Por no hablar del JPMorganChase, cuya firma se remonta a 1799 -la famosa banca Morgan, de la que también habla Lenin en El Imperialismo-. Critican la antigüedad del marxismo, ¡cuando las más importantes instituciones financieras capitalistas son casi en su totalidad previas al siglo XX o herederas de éstas!
Se expone, de boca de economistas burgueses de la época (destacando Gran Bretaña), cómo los estados Europeos se están convirtiendo en “estados usureros” que, gracias al reparto del mercado mundial y al desarrollo de la banca, son capaces de someter a naciones enteras a través de la deuda. Exactamente el mismo dominio a través de la deuda que veíamos para con Latinoamérica o África en los 80' y 90'. O el mismo sometimiento a través de la deuda en la que se encuentra Europa del sur ahora mismo. Por supuesto, esto sería imposible sin la connivencia de las oligarquías de esos estados endeudados, o su silencio ante tal proceso colonizador. Por no hablar de la exportación de capitales.
Más importante aún, el “estado del bienestar”, pilar del oportunismo de izquierdas, objetivo fundamental del reformismo actual, también son explicados por Lenin y Marx. Así, Marx afirmaba que “el proletariado inglés se está aburguesando cada vez más”, “[Inglaterra] aspira a tener una aristocracia burguesa y un proletariado burgués, además de una burguesía”.
Lenin remata esta explicación afirmando que “la obtención de elevados beneficios monopolistas [...] hace económicamente posible corromper a determinadas capas de los trabajadores, e incluso temporalmente a una minoría bastante considerable de éstos, poniéndolos del lado de la burguesía de dicha rama o nación contra el resto de los trabajadores. [...] Así es como se crea el vínculo entre el imperialismo y el oportunismo”.
Es decir, los defensores del “estado del bienestar” olvidan que si tal estado de cosas es posible en el capitalismo es gracias a la explotación salvaje del resto del mundo.
Pero evidentemente, muchas cosas han cambiado desde entonces. Para empezar, el proceso monopolista del que Lenin vislumbraba sus comienzos, ahora se nos muestra como un gran imperio financiero que ha roto las fronteras nacionales. Si a principios del XX cada país poseía un imperialismo financiero propio, que podía pactar en buena medida con otros, ahora, tras los nuevos repartos del mundo con EEUU a la cabeza, vemos un sólo imperialismo, una unión de los bancos de las naciones más poderosas.
Así, la culminación del proceso monopolista de finales del XIX - principios del XX que llevó al colonialismo más agresivo de toda la historia, con la neonata banca moderna a la cabeza, ahora escala un peldaño más y aparece como una concentración de esos gigantescos monopolios financieros nacionales (que a su vez poseen el control del resto de sectores) en uno supranacional formando un sólido “bloque bancario capitalista”. El cambio es cuantitativo, pero fundamental.
De este modo cuatro bancos estadounidenses tienen a su servicio a los dos o tres grandes bancos alemanes, que a su vez someten a los otros europeos, los cuales están unidos a los bancos de la periferia Europea, etc. Ejemplo de ello es la directiva Europea que permite a los bancos alemanes prestar a los europeos al 1% mientras estos prestan a sus estados al 7% o más. Sin el control absoluto del mercado por estos bancos, este enorme chalaneo sería imposible.
Paralelamente, se crean grandes empresas cuyo único fin es al especulación. Existen además países enteros que funcionan como “paraísos fiscales”: pantanos enteros de petrificación de capitales (ficticios o no) que demuestran la cada vez mayor separación del capital -de la riqueza- y de las sociedades. La separación de intereses se muestra de forma cristalina, palpable.
Este gran imperio de la banca especulativa no hace sino acelerar la depredación de los otros países. No existen estados usureros, sino un verdadero Imperio Usurero donde un puñado de 40 o 50 bancos mundiales someten -o pretenden someter- al resto del mundo y a sus propios países. De igual modo en muchos casos las empresas públicas no son sino un escalafón más en el poder de los bancos, saneando sus pérdidas, o privatizándose en el momento oportuno.
Por si fuera poco, el proletariado burgués que apenas comenzaba a vislumbrarse en época de Lenin, ahora, gracias a la polarización del mundo fruto del control directo de los mercados mundiales y del excedente de capitales (así como del miedo que se le tuvo a la URSS) existe un proletariado aburguesado, una clase media que posee un nivel de vida poco o nada imaginable hace 80 o 100 años.
Pero este nivel de vida sólo puede explicarse cuando las clases trabajadoras vinculadas al neocolonialismo son prácticamente esclavos asalariados.
Tanto los trabajadores europeos como los que pertenecen a los países del tercer mundo trabajan para unas mismas entidades. Gracias a la explotación de los segundos los primeros pueden vivir bajo unas condiciones de explotación menos gravosas. Pero, como recalca Lenin, siempre será de forma temporal. ¿Cuánto ha durado el estado del bienestar? ¿50 años? De esta forma, los grandes capitalistas occidentales hacen cómplices involuntarios de la explotación a los trabajadores de esas “capas medias”.
Pasa lo mismo con las materias primas y en menor escala, con trabajadores industriales europeos, que perciben salarios más altos gracias a que las industrias occidentales siguen colocando sus productos de forma preferente en el resto del mundo. El dominio del mercado mundial y de las materias primas mundiales es casi absoluto por parte de la gran banca. Puede así someter a otros países sin la necesidad de una colonización directa. Son así, “colonias sin bandera”.