Congreso PSUV: una teoría política para la agricultura

Disponer  de más de 25.000 propuestas en el III Congreso del PSUV, es tan complicado para llegar a un documento que se parezca en algo al Manifiesto Comunista, como lo sería  llegar al Congreso sin ningún papel de trabajo o documento mártir para apuntar al futuro. Con ese cúmulo de información, los tiempos se alargan y obligan a montar una metódica que sistematice por áreas temáticas esa amplia producción intelectual, lo cual puede tomar su tiempo, y luego vendría un análisis  sobre las fuerzas de esas ideas para marcar el rumbo de la revolución. Me inclino por un resultado donde se perfilen las grandes orientaciones ideológicas de la revolución, pues a ciencia cierta, si uno de esos compromiso es la refundación del  Estado, muchas de esas 25.000 propuestas son parte de esto, y algunas son simplemente acciones programáticas para reforzar este y los subsiguientes Planes de la Patria.
 
Hace  ya  unos cuantos años, Gloria Gaitán (eso apareció en Aporrea) llegó a sugerir que el entonces Presidente Chávez, ahora Comandante Eterno, tuviera un  equipo de intelectuales de izquierda tomando nota y escribiendo las grandes tesis políticas contenidas en sus arengas, sus discursos y sus escritos. Sin entrar en polémica, creo que lo único desacertado de su propuesta fue incluir como el de mayor posibilidad de ejercer esa notaría, a un intelectual que ha recibido muchos cuestionamientos, que por ahora no vale la pena nombrarlo, solo que su primer nombre es Heinz. Si esa estrategia se hubiese comenzado en su momento, el Comandante Eterno hubiera podido hasta revisar  muchos  de los textos, hoy necesarios para evitar esos juegos de billar  a tres bandas, en los que ahora parece estamos. Avanzamos y reculamos, y cuando esto sucede es que ideológicamente algo no está  bien pensado. O algo hay que repensar.
 
La agricultura en su extenso sentido de la palabra, es una de las víctimas de esos avances y retrocesos. Cuando JJ Montilla estuvo en el Ministerio de Producción y Comercio, época para la cual la agricultura era un Vice-Ministerio, presentó un proyecto de revalorización estructural de la agricultura, que imponía una inversión anual de 1000 millones de dólares, durante diez años, con lo cual se subsanaba la parte correspondiente a las capacidades de infraestructuras e insumos y se provocaba un impacto en la producción que de acuerdo a las metas y los indicadores desarrollados por aquel visionario, hoy día estuviéramos saliendo del desmontaje a la cual fue sometida la agricultura desde los años 50  del siglo pasado hasta la llegada de Chávez al coroto. Montilla fue apabullado por sus colegas del Consejo  de Ministros.  Contó una vez Montilla que el Comandante se le acercó y le dijo al oído, parece que este no era el momento, esperemos y ese esperar se transformó en una designación del Maestro en la Embajada de China. Fue imposible, con la firme disposición de Chávez derrumbar en ese momento el predominio de  la tesis de la agricultura de puertos, que es  contraria a la tesis de la revolución en la agricultura.
 
Después de esos momentos fallidos, vino la profundización de la lucha contra el latifundio, se han recuperado  casi 4,5  millones de hectáreas; sin embargo, la estructura de la tenencia de la tierra reflejada en el Censo Agrícola denota que nada ha cambiado, el 80 % de los agricultores, especialmente los campesinos   acumulan menos del 20 % de la tierra y para mayor preocupación,  400 mil familias campesinas tienen menos tierra que los 1500 terratenientes que ocupan mayor espacio con potencial agrícola en el país.
 
Estos anteriores casos son solamente ejemplos, hay muchos más, pero no es el objetivo de este artículo. Hoy estamos frente a un  fenómeno que le da enfoque socialista al problema de la agricultura y de la organización social en general en los  territorios. Se  trata del Estado Comunal. Creo que una teoría política de la revolución  en la agricultura debe comenzar por allí, con el Pueblo como protagonista de su propia organización, aunque a veces parezca que el único que se mueve es el Ministro de turno en min Comunas. El tema agrario es fundamental, hay que resolver ideológicamente el compromiso con la tenencia de la tierra por la población campesina y con los retornados desde los cordones de miseria de las ciudades, después de tantos años de migración del territorio rural al urbano.
 
¿Seremos o no seremos una potencia emergente  en agricultura? Y como estas, muchas preguntas y conjeturas que deben estar en esa lista de los 25.000 partos de la mayéutica política, pueden  dar  los insumos para  escribir las cinco páginas de una teoría política que marque el rumbo de la agricultura nacional, que desmonte esos discursos falaces y demagógicos, que dejemos de decir que estamos mal pero vamos bien, que nos sorprendamos cuando  no ha llovido, a sabiendas que el cuerpo teórico de la agricultura venezolana pasa por reconocer que  habitamos en un país tropical,  sometido a los rigores del caos climático mundial generado por el modelo capitalista imperante, o que tengamos que quedarnos callados cuando habla el poderoso Grupo Polar y sus aliados miméticos, dando pautas y señalando caminos contrarrevolucionarios.
 
Entendamos que la tarea de construir una teoría política para  revolución en la agricultura, es algo complejo, pero cuan felices nos haría que algún día dispusiéramos del “Manifiesto sobre la Agricultura”, eso sí, no es para que se lo aprendan de memoria los burócratas y lo reciten en cada espacio comunal, es para que sirva de orientación y cobijo a las grandes transformaciones que requiere la agricultura nacional.


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Miguel Mora Alviárez

Profesor Titular Jubilado de la UNESR, Asesor Agrícola, ex-asesor de la UBV. Durante más de 15 años estuvo encargado de la Cátedra de Geopolítica Alimentaria, en la UNESR.

 mmora170@yahoo.com

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