Ser Revolucionario

Aún está lejos el día en que podamos convertirnos o ser una sociedad socialista. Sería una suerte de locura pensar que somos socialista en una sociedad con expresivos elementos de aburguesamiento envuelta en las relaciones capitalista.

Hasta tanto no desaparezcan las viejas estructuras opresoras que hacen lo imposible para cerrarle el paso a los trabajadores y trabajadoras, a la clase humilde, para que estén consciente de su liberación posible y también de la perpetuidad de la dominación histórica que han sufrido, el umbral de la pobreza y la explotación ahí estará bien visibilizada, al igual que la opresión y la explotación.

Al socialismo le antecede la revolución, por lo que desde la perspectiva individual antes que nada, somos revolucionarios, y este es el papel que nos corresponde: Revolucionario. Decir que acá existe un socialismo, sin haber concluido el tránsito de la revolución, es ganas de perder el tiempo, pues esta conducta lo que lleva en sí mismo es una falta de conciencia y de formación revolucionaria.

Un revolucionario no es un sumiso ni un áulico sin ideas ni marioneta complaciente. Reiteramos: el Che advirtió que con las armas melladas del capitalismo, “se puede llegar a un callejón sin salida”. En esta lucha revolucionaria, los días difíciles no han pasado ni por equivocación, no han pasado sobre todo en el ámbito económico, y mucho menos han pasado en el terreno de la amenaza de la agresión imperialista y sus acólitos: la derecha fascista.

Mientras exista la explotación no podemos hablar de paz. Estamos ante un gran proceso político llamado: Revolución. Mientras haya unas relaciones de producción enmarcadas en un modelo de destrucción, el socialismo continuará siendo una esperanza de vida.

Neruda escribió –en sus creaciones literarias-- que Bolívar le expresó: “Despierto cada 100 años cuando despierta el pueblo”. Hay que ser consciente y consecuente con lo que hacemos y decimos. Los cuadros de la revolución deben ser el motor impulsor del movimiento generador de conciencia revolucionaria y del entusiasmo para el combate decisivo, porque no hay nada más importante que educar a nuestros hombres y mujeres para el combate revolucionario.

Las leyes del capitalismo actúan sobre el individuo sin que éste se dé cuenta, por lo que hay que luchar muy duramente, en el alumbramiento de la nueva sociedad, e ir contra el pasado que se niega a morir. Hay que luchar contra todo un pasado que se aferra a no desaparecer, y contra las tendencias “socialista” dogmáticas y autoritarias o “socialismo real”.
Defender lo mejor de nuestra cultura y lo más autóctono. Que un genuino proceso aglutinador de cultura popular sea la respuesta actual, como manifestación del desarrollo de una verdadera sociedad socialista.

Desechar la trampa mediática de que una revolución es una estandarización de la voluntad del pueblo, es al revés, es liberadora de la capacidad individual de los hombres y las mujeres. Luego, tenemos revolución, y necesita un pueblo que se movilice, que aprenda que unido jamás será vencido.

Debemos institucionalizar la revolución. Debe existir correspondencia entre el Gobierno Revolucionario y las Comunidades, apartados decididamente de la democracia burguesa; que construyan los espacios para la nueva sociedad socialista. Que cese la mercancía-hombre-mujer, la cultura neocolonial y las imposiciones de la clase dominante.

Nuestra tarea consiste en impedir que un pueblo desconcertado por sus conflictos se pervierta y envicie las nuevas generaciones. Lo esencial es resaltar la plena solidaridad entre la gente y el rescate de la genuina y verdadera justicia social en todos los ámbitos.

La alienación en sectores de la población es visible, y viene dada mediante técnicas de dominación que logran privar la conciencia de la propia liberación, haciendo que la represión más burda esté en la propia cabeza de los ciudadanos y ciudadanas. Están sin discernimiento.

Humildes que avalan la derecha fascista haciéndose enemigos de su propia clase, pues son aliados de sus mortíferos enemigos históricos. En Marx la alienación se refiere a la explotación del hombre por el hombre, se refiere a la pérdida de autonomía y libertad de una clase social como consecuencia de la explotación a la que la somete otra clase social, principalmente por el hecho de existir la propiedad privada, esto es, los medios de producción privados en manos de los lobos explotadores. Estamos en Revolución. Y Revolución es una lucha política. El socialismo no caerá del cielo, debemos generar conciencia y profundizar la Revolución. No desaprovechemos esta oportunidad histórica. Esto no es un asunto de dimes y diretes, son dos sistemas contrapuestos: Socialismo o la barbarie capitalista.

¡¡¡Viviremos y Venceremos!!!



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Alberto Vargas

Abogado y periodista, egresado de la UCV, con posgrado en Derecho Tributario y Derecho Penal. Profesor universitario en la cátedra de Derechos Humanos

 albertovargas30@gmail.com

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