Chávez y la anti política

Entre tantas cosas de las que ha sido acusado Chávez está la de ser un caudillo militar representante de la anti política. Como sabemos este hombre proviene del mundo militar y para muchos la religión y lo militar son sinónimos de anti política, cosa más alejada de la realidad, ya que la religión como institución desde la humildad de un templo hasta las máximas jerarquías eclesiásticas representa un poder, un feudo, poseen privilegios, administran riqueza, históricamente han estado relacionadas al poder político y económico del mundo.

En el caso de los militares, no solo por legislación, como salvaguarda de las personar, bienes materiales, e instituciones de un país, como custodia del armamento nacional, preservar la paz, han sido históricamente y es un cuerpo político beligerante, aunque las leyes lo prohibieran sus decisiones y acciones han sido y son políticas. En Venezuela este retorno de los militares al protagonismo en la escena del poder ha sido interpretado como una dimensión más de la postura "antipolítica" que caracteriza al proyecto chavista[1].

Con este planteamiento estamos totalmente en desacuerdo.  A nuestro modo de ver, esta pretensión de acusar a Chávez de anti político persigue relacionarlo a la idea del caudillo militar, dentro del "gorilaje" que caracterizo a América latina en décadas pasadas. Es decir colocar al chavismo en el mismo orden de las dictaduras chilenas y argentinas entre otras. Desparpajo más grande imposible.

En efecto, Chávez es visto como la anti política porque enfrentó radicalmente al establishment, a lo que él denominó la cuarta república, luchó contra el populismo, la democracia representativa, "los cogollos adecos y copeyanos", el puntofijismo. Cuestionó lo que hasta entonces se consideraba "política" en Venezuela.  Pero totalmente alejado de la antipolitica.

Si alguien fue político fue Chávez. Chávez llevó al debate político absolutamente todo, no hubo nada en el país que pudiera camuflajearse, su discurso era permanentemente la de un hombre político. La economía, la política, lo militar, lo social, lo cultura ha sido debatido en este país como nunca antes se había hecho.

En Venezuela llego a su fin el apoliticismo, con Chávez todo era y es político, todo puede ser debatible, no hay dogmas. Por primera vez en la historia de Venezuela todo el mundo pueda opinar, debatir, deliberar sobre temas considerados "tabú": el petróleo, PDVSA, latifundio, militares, religión, educación, indígenas, afroamericanos, clases sociales, socialismo, que eran solo abordados por los supuestos "expertos", o grupos políticos minoritarios, en forma casi clandestina. Todos estos temas fueron llevados al debate político, fueron develados sus vínculos con las relaciones de Poder. Antes eran vistos como asuntos neutros y apolíticos. Con Chávez se acabaron los feudos y privilegios, los temas tabú, los intocables. 

No hay nadie en la historia de este país que haya contribuido más con la formación y organización política del pueblo que el presidente Chávez. Desde los consejos de planificación local, consejos comunales, comunas, asambleas vecinales, campesinas, obreras, gobierno y legislación "en la calle", empresas de cogestión popular, entre muchos otros mecanismos de participación directa y protagónica como lo emana la Constitución Bolivariana de 1999.

Por el contrario sectores tradicionales de la oposición y las élites (económicas, políticas, culturales y religiosas) han acusado permanentemente al gobierno de "querer politizar todo". Con las consignas "con mis hijos no te metas", "con mi propiedad no te metas", "la propiedad privada no se discute", "la religión y la educación deben estar alejados del tema político", "los asuntos petroleros y PDVSA no se tocan, son asunto de los expertos", "en Venezuela no había luchas de clases, todos éramos igualitos, un solo país, Chávez divido a los venezolanos", entre muchas otras mentiras y pretextos justificaron  su dominación sobre la mayoría del país. No solamente se adueñaron de las riquezas económicas sino también de la vida política y el ejercicio de la democracia, solo ellos decidían lo bueno y lo malo, lo ético y lo antiético.

Con aciertos y desaciertos, como todo proceso, Chávez y el chavismo se han nutrido de diversas ideologías, teorías y filosofías políticas. Algunas de ellas contradictorias, propias del proceso en formación y construcción. Desde la Academia Militar existen documentos escritos por Chávez y sus compañeros de lucha: Árbol de las tres raíces, pasando por la Constitución Bolivariana de Venezuela, el Proyecto Nacional Simón Bolívar, los principios de los partidos políticos que fundaron (MB200, MVR, PSUV), hasta llegar al Plan de la Patria, pero igualmente en miles de discursos está plasmado un proyecto de país para los próximas décadas, la preocupación por constituir un gobierno profundamente popular, con un alto sentido de la ética y la moral. El Proyecto Nacional Simón Bolívar propone la fijación de un horizonte de tiempo máximo de veinte años, a partir del comienzo de las acciones transformadoras de la situación inicial, para que los actores y las acciones se ubiquen en el objetivo estratégico[2].

Tan temprano como 1991, en el contexto neoliberal, ya Chávez reflexiona en torno a la necesidad de un proyecto de país, revindica el papel de las ideologías y clama por un proyecto autóctono:

Vivimos, efectivamente, una era donde las ideologías parecieran extinguirse. El "fin de las ideologías", así la han llamado no pocos estudiosos de la época. El fenómeno adquiere mayores proporciones en América, particularmente en Venezuela, donde la gran mayoría de los partidos políticos, surgidos paralelamente al proceso de industrialización, derivaron en organizaciones de corte populista, totalmente vacías de contenido ideológico. Por otra parte, se ha dado persistentemente la tendencia, en nuestros pensadores contemporáneos, de buscar modelos en otras latitudes para importarlos y tratar de implantarlos en nuestras sociedades. Mientras tanto, nuestros pueblos se han ido alejando cada vez más de sus raíces históricas, allí donde seguramente se encuentran las claves para descifrar el terrible enigma que nos mantiene en un ir y venir por el abismo de la historia, ya a las puertas del siglo XXI.

Las ideologías son ayudas de navegación para surcar los tiempos y los espacios, dándole rumbos precisos a las sociedades y a las naciones. Y es, precisamente, en este marco desideologizado y con el propósito de hallar recursos válidos para que nuestro pueblo avance por el mapa intrincado y complejo del futuro que nos hemos atrevido a invocar un modelo ideológico autóctono y enraizado en lo más profundo de nuestro origen y en el subconsciente histórico del ser nacional. En la médula del pensamiento de don Simón Rodríguez se encuentra la simiente de un proyecto de sociedad basado en la educación popular y en la creatividad. Simón Rodríguez concibe la idea concreta de la República y talla las formas del Estado Nacional y las líneas geohistóricas de su proyección en el tiempo[3].



[1] Amalio Belmonte. Ob. Cit.

[2]Hugo Chávez Frías. El Libro Azul. Ediciones Correo del Orinoco. Caracas. 2013; p. 22

[3] Idem 



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Pedro Rodriguez Rojas


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