El talón de Aquiles de la revolución bolivariana es la construcción de la base económica del socialismo, una economía que responda a las necesidades sociales, la producción social de bienes y servicios que dignifique a la sociedad, que alcance suficientes los medios de vida, alimentos, medicamentos, ropa, calzados, viviendas, libros, etc., pero esto plantea habilidades y destrezas no solo técnicas sino también gerenciales, la empresa privada tiene un inventario de experiencia que la clase trabajadora consciente tiene que asimilar, no me refiero a las técnicas de explotación del trabajo y extracción de la plusvalía, sino al proceso de dirección de las empresas y distribución en el mercado.
Consciente de que con las armas melladas del capitalismo no podemos construir el socialismo, me atrevo a interrogar en esta etapa prolongada de coexistencia entre el capitalismo y el socialismo: ¿Cuál es la viabilidad de la empresa privada en este modelo socialista? Analicemos las posibilidades de construir el socialismo bolivariano y chavista del siglo XXI, teniendo en cuenta las capacidades para el desarrollo.
Por otra parte; Como dice Simón Zuñiga, partiendo de que “Se debe reconocer que, la visión estratégica de la transición al socialismo que predominó en los últimos años, no pudo concretar una estrategia económica sólida. La debilidad doctrinaria (en el gobierno, en el PSUV y en el proceso político general) en lo que respecta transición económica al socialismo, se encontró en un entorno desfavorable donde destacan dos factores: 1) el escandaloso proceso de acumulación originaria basada en la corrupción, liderizado por castas posicionadas en la trama del poder; y, 2) la gran ineficiencia de algunos de los que han tenido y tienen cargos claves en la asignación de recursos…” http://www.aporrea.org/
Estos factores adversos al proceso revolucionarios frenan pero se pueden contrarrestar, se dispone de las palancas del Estado, se goza de apoyo popular, de un electorado a favor de las políticas socialistas del gobierno, del apoyo internacional de los países del BRICS, de la solidaridad de Mercosur, Celac, Alba, Caricom, entre otros organismos internacionales y en general de la simpatía que ha despertado el proceso pacífico revolucionario inédito chavista y bolivariano. Cualquier política del gobierno chavista de N. Maduro, presidente de la República Bolivariana de Venezuela, goza del respeto y está supeditado a la construcción del socialismo del siglo XXI hacer realidad el Plan de la Patria.
No debería caber dudas de ninguna índole, ni de izquierda, ni de derecha, de la orientación social de la política del gobierno, al enfrentarse a dilemas muy complejos hoy tales como la devaluación, del precio de la gasolina, del dialogo con los empresarios, por ejemplo, sobre todo en la tarea de construir la base económica del socialismo en un país donde la clase trabajadora, no tiene suficiente experticia en manejo de empresas (sociales y colectivas), ya hemos vistos los primeros intentos en estos quinces años, de las cooperativas, los núcleos endógenos, etc., sobre todo en el contexto donde la actividad de la economía está hegemonizada y monopolizada y manejada por casi 2/3 del sector privado, además de la baja cultura del trabajo socialista, de la ética socialista en el trabajo, de allí que se plantee los problemas de la viabilidad económica del socialismo no sin considerar el nivel de conciencia del pueblo trabajador.
Esto quiere decir; que las políticas económicas del gobierno deban ser sesgadas, ni que desee llevar en la transición actual al socialismo al sector privado capitalista a la muerte súbita, nada de eso, puesto que es irreal, pero si debemos avisorar un futuro que va a depender del papel de los capitalistas con relación al Estado y la revolución nacional y antimperialista del socialismo bolivariano, sus prejuicios politicos anti socialistas durante esta fase de coexistencia pacífica, la presencia de un “sector capitalista regulado” mediante el Estado, subordinado a los intereses de la Nación y eso es posible mediante leyes como la Ley de precios que establece control de precios, leyes impositivas o control de las ganancias del capital, leyes regulativas de las inversiones, leyes de acceso a los bienes de primera necesidad, etc.
No podemos negar los hechos; esta es la realidad actual, la coexistencia entre el capitalismo y el socialismo en el siglo XXI, ello plantea que el empresariado debe tener claro su papel en la transición al socialismo, un dialogo claro en marco constitucional, se debe continuar dominando la naturaleza bestial del capitalismo, la explotación del trabajo, ir extirpando, las relaciones de dominación social, la ideología de la exclusión social, insertarlo en los roles productivo nacional, de lo contrario, el sector privado se rezagará de los cambios sociales y políticos en el cambio del nuevo modelo de desarrollo, aletargándose o feneciendo sus posibilidades de crecimiento. En vez de conspirar el empresariado, se le debe concitar a construir la unidad nacional, de no ser así, correría el riesgo de ser sancionado por las leyes revolucionarias, sin vacilación.
Chávez frente al dilema socialismo o barbarie, -decía parafraseando a Bolívar- si la naturaleza destructiva del capitalismo se opone al socialismo haremos que nos obedezca, se trata de dominar primero, seguido de la extinción progresiva de un régimen centenario de explotación del hombre por el hombre al que hay que asimilar no antes de su deceso, sus técnicas y transformar su ciencia en correspondencia con los intereses de la sociedad. El capitalismo coexistió históricamente con el feudalismo un centenar de años antes de su consolidación, tal es la ley de la historia, lo mismo aplica para con el socialismo, antes de consolidarse, deberá demostrar sus capacidades para el desarrollo, su eficacia.
El sector privado capitalista puede jugar un importante papel en la transición al socialismo, ya sea transmitiendo la experticia a la clase trabajadora, aliándose con el Estado en las tareas del desarrollo nacional, al menos estas dos tareas pueden asumir un papel claro en la construcción del socialismo productivo, de no ser así, convertirá el sector capitalista a sus empresas en “unidades aletargadas”, frenando el dinamismo a la economía que impulsa el gobierno bolivariano, por lo que se someterán ellas mismas a un proceso de decadencia económica paralizando sus actividades, terminando en suicidio económico anticipado, dado que el socialismo bolivariano continuará profundizando sus capacidades sociales para asumir el control social de las empresas.
Las posibilidades de las empresas privadas capitalistas están signadas en el socialismo productivo por la coexistencia y la cooperación para el desarrollo sujetándose a las políticas económicas socialistas, ello dará a las empresas capitalistas nacionales, posibilidades de expandirse, sin embargo queda la pregunta principal, ¿Que haremos con la explotación del trabajo?
Debemos legislar para asumir progresivamente el control socialista de la producción, se ha conquistado el Estado, ahora se trata de conquistar la economía, crear condiciones para capacitar a la sociedad para formarla técnicamente y profesionalmente como cuadros económicos y administrativos además gerenciales para asumir en su momento, las empresas socialistas. Esto enmarcado dentro de una política que según Simón A, Zuñiga “Debemos reconocer que la política económica del gobierno, se le ha convertido en un talón de Aquiles”. http://www.aporrea.org/
Exactamente, una política económica empresarial que no depaupere la fuerza de trabajo, ¿Qué viene entonces como factibilidad empresarial para el socialismo? Primero la coexistencia, no con empresarios mercenarios, apátridas, proimperialistas, sino empresarios nacionalistas, que anteponga los intereses nacionales a los privados, que reconozca el estado de derecho, los derechos sociales, económicos y políticos de la sociedad, asimismo que comprenda los intereses nacionales, el interés público de la nacionalización o expropiaciones con fines públicos, la calidad de los salarios y de los empleos, la estabilidad laboral, la redistribución de los beneficios, el retornó de las inversiones y su reinversión social, dispuestos en vez de maximizar beneficios limitados a un sector, maximizar el bienestar reciproco en las empresas donde estas medidas coyunturales puedan “acompañarse de medidas que tiendan a promover el cambio estructural. ….pero también está la superación de las formas capitalistas-dependientes de producir” de acuerdo con Zúñiga. (Ibídem).
El nuevo modelo socialista no puede ni debe en este momento paralizar la actividad privada, las necesitamos, debemos plantearle un cooperación estratégica, debemos complementarlas con las empresas sociales socialistas y públicas, articularlas en una red que permita su desempeño y su control, sujetarlas a los lineamientos del Plan de la Patria, a los objetivos del socialismo productivo, fortalecer el proyecto político del chavismo, el socialismo inteligente del siglo XXI. Pero para ello se necesita financiamiento, es decir “En el caso venezolano estas formas de financiamiento están, en parte, dentro de nuestras fronteras. Por ejemplo, el poder financiero no puede seguir nadando en abundancia, sin pagar impuestos, sin intermediar a favor de la inversión productiva y contribuyendo directamente en la fuga de divisas” como dice Zúñiga. (Ibídem). Quiere decir que el socialismo debe impulsar una política impositiva que estimule la empresa privada a favor d elkas inversiones productivas que desarrollen las fuerzas productivas.