El grito sale desde lo profundo de la historia, de adentro del corazón bolivariano, de la hermandad de estos pueblos que la oligarquía separó para facilitar su esclavitud. Ahora, el grito toma la urgencia del deber cuando los aires del chovinismo fascistoide asoman en nuestra política, y no sólo del lado de la oposición, lo que es comprensible, sino también en la Revolución, minando todo lo que nos da razón de ser: el internacionalismo, el humanismo, la relación amorosa entre los humanos, entre los pueblos del mundo y, con más razón, con los hermanos separados por razones infames. El fascismo asoma en nuestras entrañas y debe ser detenido antes de que tome características de epidemia. En política, el recurso fácil, el pragmatismo, la falta de principios éticos inconmovibles, son el camino hacia el fascismo. Veamos.
El fascismo es una manifestación del capitalismo, aparece en época de penurias y endosa esas dificultades a un grupo social o étnico, de esta manera el sistema capitalista queda protegido tras el odio al grupo víctima. Cuando hitler, los objetivos del odio masivo fueron los judíos y también los comunistas. La primera fase de esta operación fascista es delimitar el grupo objetivo, que debe ser fácilmente distinguible del resto de la sociedad, ya sea por la raza, por el origen, el idioma, etc. Luego, ese grupo es imputado de los grandes males de la sociedad, y por lo tanto merece castigo y segregación. Hecho esto, el monstruo fascista estará suelto y ocurrirán crueldades insospechadas, todo lo peor de lo que es capaz el humano se vuelca contra el grupo víctima y es aprobado con alivio por el grueso de la población.
Aquí, entre nosotros, han aparecido estas manifestaciones de claro tinte fascista por parte de algunos gatillos alegres de la política, a los que el azar ha dado algo de poder y de espacio en la televisión. Estos apurados por cumplir una meta se llevan por delante valores humanos y patrióticos fundamentales, y contribuyen a crear las bases psicológicas para el fascismo.
Estos atolondrados declaran a la ligera que quitarán la nacionalidad a buhoneros que no acaten la ley, o declaran que el terrorismo viene importado de Colombia, despojándolo de cualquier carácter de clase, o enjuician al jefe de las manitos blancas por meter extranjeros para hacer actos contra el país. De esa forma, el enemigo no es el imperio capitalista, sino los extranjeros. Después, como quien hace una gracia, mueven la cabeza buscando la aprobación de una masa a la que incitan al nacionalismo sectario, base indiscutible del fascismo.
Estas actitudes, que sin dudas nutren el sentimiento fascista, se multiplican día a día, y deben ser combatidas, detenidas, dentro del gobierno, evidenciadas como un camino hacia la barbarie.
Busquemos las raíces de la actitud de estos funcionarios. Por ejemplo, hay sin duda un delito en quien venda en la calle a sobreprecio, pero por qué ese odio, por qué la pena es ir a uno de los sustentos de la psiquis, de la personalidad, por qué mencionar que nacieron más allá de las fronteras, que –recordemos- son antibolivarianas. Por qué despojarlos de lo que se les devolvió como un acto de justicia histórica. Si la Patria de Bolívar, que por historia es la de ellos, los recibió como lo que son, sus hijos, si con la nacionalización honramos un deber histórico y una ideología del internacionalismo, de Patria es Humanidad, por qué frente a su falta, a su pecado, no los penamos como a cualquiera de los venezolanos, con la cárcel, con quitarle la mercancía. Al contrario, aprovechamos para hurgar en una supuesta diferencia con estos humildes vendedores de la calle que tanto reivindicamos, los separamos como un grupo problema.
Por ejemplo, por qué endosar de manera irresponsable el terrorismo a los hermanos colombianos, por qué acusar a los extranjeros, cuando sabemos que es una hechura del imperio gringo y europeo que castigan al mundo con sus fechorías. Qué vendrá mañana, qué le quitaremos a los pobres que vulneren otro de los inventos de estos gatillos alegres, por qué no enfilamos esa energía contra las raíces de todos estos males, contra el capitalismo.
Es necesaria, urgente, una campaña fuerte de elevación del sentimiento de hermandad con el pueblo colombiano, con los hermanos del Continente. Que se hagan festivales, que se evidencien los valores humanos del pueblo colombiano, su historia, su papel en la independencia de la Gran Colombia, sus héroes que, acompañando a Bolívar, regaron con su sangre la libertad de América.
¡ALERTA QUE LA ESPADA DE BOLÍVAR UNE AL CONTINENTE!
¡PATRIA ES HUMANIDAD!