Al enemigo ni un tantico

Una de las primeras conquista del género humano, tras las luchas libradas por su libertad y dignidad, fue el control del Poder Político. Sin embargo, sucede que ocurre todo lo contrario, pues es el Poder Económico es el que controla la vida misma de los seres humanos.

Lo malo, lo injusto o fuera de lugar que es la alienación o enajenación lo origina el capitalismo salvaje trayendo como consecuencia las demás disociaciones. En el caso de Venezuela, esto es una realidad patética, por tanto, es necesario entender que al cambiar la base económica, se revoluciona toda la inmensa superestructura erigida por ella. La historia humana avanza mediante un proceso dialéctico o de contradicciones que consisten en la lucha de estos dos elementos opuestos y antagónicos que son las clases sociales.

El capitalismo salvaje desde tiempos inmemoriales ha sostenido la hipocresía de que “los hombres son iguales”. Y la verdad es que tras la explotación del hombre por el hombre, no se puede aceptar que la mayoría de los hombres y mujeres trabajen inmisericordemente para el servicio y para el placer de una minoría, cuando sólo hay un Sol y un aire para todos.

Es el modo de producción de la vida material la que condiciona el proceso de la vida social, política, espiritual y en general su dinámica. Por tanto, tal como advirtió Marx: “no es la conciencia del hombre la que determina su ser, por el contrario el ser social, es lo que determina su conciencia”. Hay que acelerar la ruina del capitalismo que al llevar larvada su propia contradicción le conduce a la destrucción. El devenir es inexorable.

Sólo así el Poder Popular podrá controlar las riendas de la política. Luego, Marx busca con la filosofía la relación exacta entre la teoría y la práctica, entre el pensamiento y la acción. Su praxis es la teoría de la acción. “No se trata de interpretar al mundo –escribió—como hasta ahora han hecho los filósofos sino de transformarlo”.

Venezuela con su “refundar” entró en un proceso de transformación que propugnó el eterno comandante Chávez, lo cual ha permitido a lo largo de una década –pese al golpe de Estado, el sabotaje petrolero, el terrorismo mediático, etcétera—llevar hacia los espacio más recónditos del país el estallido de esta revolución que ha hecho que gradual y progresivamente la superestructura se acople a la nueva vida socialista de los venezolanos y venezolanas.

También es necesario tener conocimiento de la historia y de la verdadera realidad social y económica, sin pasiones y sin miedo, sin caer en la trampa mediática de la oligarquía vende patria cubierta con falsa piel de cordero, ofreciendo inmoralmente un funesto futuro teñido de fantasías, que no es más que el desear perpetuar el moribundo sistema capitalista; y tener presente que las contradicciones son armas forjadas por la propia burguesía, que terminarán con ella, y saber que somos capaces de luchar para liberarnos del mal que nos oprime. Los venezolanos y venezolanas no se rinden.

El Poder Popular ofrece desde hace rato un devenir que revela el afianzamiento de los sectores populares en el proceso socialista que se ventila en la Patria de Bolívar. La inolvidable revolucionaria polaca Rosa Luxemburgo, sostenía que no era posible el logro pleno del socialismo sin democracia, de la misma manera que tampoco era alcanzable la verdadera democracia sin socialismo.

Sobre esto hay que tener mucho cuidado, toda vez que la burguesía se aprovecha de las posibilidades que les brinda la democracia valiendo su privilegiada condición socioeconómica, para tratar de imponer (como en efecto se sucede con el terrorismo mediático que ejercen por los diferentes medios de comunicación social privados) su voluntad como si fuera la del pueblo.

La historia ha revelado objetivamente que la burguesía impulsa y exige reformas “democráticas” cuando la correlación de fuerzas está a su favor, cuestión que hoy se aleja, esto es, sus malsanos propósitos y objetivos que están enmarcados en su agenda criminal.

Por eso, los lacayos del imperio ante esta apabullante realidad están prestos para escamotear escrutinios electorales o imponer golpes de Estado de corte fascista para restituir su moribundo poder político. La democracia se ha convertido en un comodín muy útil para el sistema capitalista, pues mediante la utilización de todos los medios habidos y por haber pretenden eternizar su decadente dominio.

Por ejemplo, hoy cuando la auténtica democracia ha adquirido vigor y plenitud, mediante el saboteo buscan desvirtuar, descalificar y desconocer los objetivos favorables alcanzados con Chávez y ahora con el presidente obrero Nicolás Maduro. El nuevo Estado que se erige ante nosotros está dejando de ser un instrumento de dominación de los pobres, de los humildes, del campesino, de los indígenas, del pescador, el artesano, en fin de los desterrados.

Por tanto, en esta batalla en la que no existe posibilidad alguna de una tregua, debemos contrarrestar el asecho de las minorías privilegiadas y desenmascarar a los burócratas depredadores del erario nacional. Al enemigo ni un tantico. A estos inescrupulosos hay que contenerlo hasta vencer su resistencia. Y dejar bien claro que el capitalismo no ofrece perspectivas de solución a los males de la sociedad contemporánea, pues es destructivo por donde se le mire. ¡Socialismo! ¡Viviremos y venceremos!





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Alberto Vargas

Abogado y periodista, egresado de la UCV, con posgrado en Derecho Tributario y Derecho Penal. Profesor universitario en la cátedra de Derechos Humanos

 albertovargas30@gmail.com

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