Hemos estado manejando la indubitable hipótesis, según la cual, los acaparadores, saboteadores y afines han invertido gigantescas sumas de capital representado en todo ese alto tonelaje de mercancías y otros bienes incautados como sanciones derivadas de esa policomisión de delitos y violaciones varias a la Ley de Costes… y Precios Justos, han invertido esas ingentes sumas de capital, decimos, principalmente, no para obtener ganancia inmediata alguna, sino para crear un malestar social, tal, que provocaría-según sus sesudos intérpretes del futuro, una reorientación de los sentimientos políticos de los “niníes”, con inclusión de posibles votos antichavistas indecisos y hasta chavistas debiluchos, de cara a mejorar su cuota de poder legislativo en los próximos comicios del venidero año.
Por supuesto, en este caso, contradictoriamente, “Soñar así y con ese objetivo cuesta muchísimo dinero”, tanto que sólo se halla al alcance de los pletóricos bolsillos burgueses.
Una cosa parece clara: La derecha tiene sus votos contaditos y los chavistas también, pero a ambas aceras de la contienda electoral no les caería ni malo un empujoncito de los niníes[1]. De allí su fabulosa y onerosa inversión dineraria realizada a pesar de que llevan sus buenos 3 lustros vendiendo una mercancía que a ojos vistas se trata de un producto cuya fecha de vencimiento expiró haces precisamente unos15 añitos y más. Aclaratoria: no atacamos a nadie en particular ya que nos limitamos a describir realidades, a ser objetivos, para decirlo académicamente. Es nuestra óptica que obviamente podría no dar en el blanco.
[1] En Venezuela se da en llamar Niní a los vivianes y hasta tartufoides de siempre, vale decir, a toda persona políticamente descomprometida con todos los partidos políticos y a quien siempre le gusta apostar a ganador. Si pierde, nada lo delata, nada lo identifica por aquello del voto secreto.