Construir un partido para hacer una revolución del signo que sea, nunca ha sido tarea fácil. En consecuencia, hacer una Revolución no es trabajo de un día para otro, ni de años o décadas. Como no basta declararla o quienes la asuman tengan los mejores deseos, es posible que sencillamente toda esa carga avance, se quede a medias o quede frustrada. En fin, no es que lo estamos afirmando, es la historia la que nos dice, para parafrasear a nuestro Presidente que "hay que echarle un camión".
Cualquier reflexión al respecto nos conduce necesariamente a la construcción y existencia de un partido con un claro perfil y nivel ideológico y organizativo, que esté en condiciones de emprender la gigantesca y titánica tarea de cambiar lo viejo por lo nuevo. Esos niveles ideológicos y organizativos hablarán en la práctica y marcarán los pasos de ese proceso. Pausas, saltos hacia atrás o hacia adelante. Hasta las caídas y los brincos serán parte de lo que se resume en táctica y estrategia.
De manera que al hablar y referirnos a las experiencias, no será terea muy difícil. Así como decimos que cada cabeza es un mundo, cada proceso revolucionario es totalmente diferente a otro. En fin, hablamos de realidades sociales e históricas que ameritan asumirlas con toda la carga de aprendizaje que se merecen. Al respecto, nos remitimos a las Revoluciones latinoamericanas con claros aportes indígenas, mestizaje y sobre todo del pensamiento y la acción de quienes en primer lugar asumieron la resistencia y posterior lucha independentista ante los invasores de cualquier calaña.
Todo el contexto señalado, nos conduce a la experiencia que nos dejan los procesos revolucionarios latinoamericanos. Fracasos, avances y victorias, significa hablar de hombres y mujeres que han dado su aporte en la construcción de un mundo mejor. Hablamos de la Revolución Mexicana, Sandinista, Boliviana, Ecuatoriana, del Frente, del M. 26 de Julio, Farabundo martí, del Che, Fidel, Salvador Allende, de Chávez, entre tantos.
En Venezuela, el mejor intento de construcción de un Partido identificado con nuestras raíces lo propuso y adelantó Hugo Chávez. Cuando hablamos del PSUV nos referimos a Chávez, su humanismo, coraje, humildad, temple y amor por los pobres. Hablamos del carácter indiscutiblemente democrático de una Revolución y un Partido que ha confiado su destino a los sectores populares que lo conforman.
Todo este proceso de discusión del perfil ideológico-programático y reestructuración de su organización interna que ahora se adelanta, guarda una estrecha relación con el comportamiento que ha tenido la Revolución Bolivariana y el PSUV desde su aparición en el escenario político nacional. Se trata de confiar en el pueblo y apropiarlo de instrumentos de lucha. Esa fue la lucha de Chávez y hay que defenderla.