Vigilantes, contables y gerentes, como recolectores de plusvalía, podrán exigir mejores pagas por su intermediación entre obreros y accionistas

Como venimos explicando, en esta lucha contra los precios especulativos, un ajuste contable justificado sería excluir del precio de coste de fabricación los gastos por los conceptos de vigilancia, gerencia y contabilidad cuyo resultado sería unos precios justos libres de costos contables, gerenciales y de seguridad.

Venimos aclarando que tales conceptos de gasto han sido indebidamente cargados al consumidor cuando se los imputa como parte del costo de fabricación, siendo que son gastos de los accionistas para su comodidad personal, para evadir sus responsabilidades productivas ya que el capitalista suele despersonalizarse de todas las funciones empresariales y se limita a invertir o a financiar a un grupo de trabajadores que asuman las funciones directivas, administrativas y de seguridad requeridas para la extracción de plusvalía que al venderse en el mercado se traduce en ganancias para dichos accionistas.

Estos trabajadores se encargan de poner en marcha la empresa del caso y de la contrata de los asalariados necesarios en las correspondientes fábricas y comercios, por ellos dirigidas, administradas y vigiladas. De manera que, si bien no crean plusvalía, dichos trabajadores fungen de recolectores de plusvalía en favor de sus patronos, de los inversionistas o accionistas correspondientes.

Entonces, con costes ajustados, los capitalistas verían reducidas sus ganancias actuales justo en las porciones de costes indebidos que la Superintendencia de Precios declare improcedentes como partes del costo de fabricación, con lo cual bajarían los precios de venta y también las ganancias del caso para volúmenes constantes de mercancías.

Es de esperarse que, hechos los correspondientes descargos de costo, y ajustados hacia abajo los precios de las mercancías, habrá la posibilidad de que los accionistas arguyan mermas en sus ganancias según la cuantía de los referidos ajustes, habida cuenta de que con cargo a esas ganancias saldrían los costos de ese tipo de personal. Pero, el Estado perfectamente podrá contraargumentar que se trata de gastos personales, de parte del consumo o aplicación de sus ganancias, única manera de que los accionistas puedan seguir viviendo "sin tirar un palo".

Entonces, les tocaría a este tipo de trabajadores sacar sus cuentas y empezar a reconsiderar si las remuneraciones obtenidas hasta ahora compensan o no la gigantesca suma de plusvalía que ellos le garantizan a sus inversionistas.



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Manuel C. Martínez


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