"El arado y el mar"

En dos años dilapidan la herencia de Chávez

05-03-15.-Se comportan como los hijos embriagados por la riqueza heredada; inconscientes, derrochan lo que no saben de dónde surgió, lo que no les costó ningún sacrificio, ningún riesgo. Repiten sin alma los ritos del padre, no entienden la esencia de la liturgia, sólo atinan a ser caricatura del pasado que les dio vida. El licor turbio los conduce a mundos de fantasías, que son efímeros; luego viene la resaca, el mar se retira y deja tras de sí los escombros de la orgía.

¿De dónde vienen? Nadie sabe.

Usurpan una patente que no tiene límites, sin freno actúan, invocan al pasado y al recordarlo lo profanan. Cuando las circunstancias los apremian, cuando se ven al descubierto, desempolvan el traje de las ocho estrellas, y así camuflados son ratones que rugen como tigres. Cada vez engañan menos.

Todo sería un asunto que sólo atañe a ellos. Habría que esperar su fracaso, su derrumbe, esperar que se agoten. Pero lo grave es que al caer arrastran la esperanza que es el padre, apagan la llama que él avivó.

El sueño, lo construido, se irá con los insensatos. Dilapidar la herencia es condenar al mundo a la nada, a matar el ejemplo, a entregarnos en las fauces del monstruo que nosotros creamos, en el que nos convertimos.

Quizá alguien impida que todo se pierda y defienda al que yace en el Cuartel de la Montaña, y no permita que los heraldos negros pisen aquel terreno sagrado, ni posen su mano infestada sobre la tumba del que vive.

Quizá lo llamen traidor, no importa; ese día, allá donde surgió todo, volverá el “Por ahora” y ese resplandor lo transformará en héroe.

Si otro viene, si los que dilapidaron se van a vivir tranquilos cubiertos de su propia miseria, si viene un centurión, un “longinos” a dar el lanzazo final al recuerdo, las calles se llenarán del llanto de las madres huérfanas, las cárceles serán santuarios de la resistencia, el rebaño será conducido al sacrificio, y el silencio cubrirá lo que antes fue rebeldía; las campanas redoblarán a difunto. Habrá muerto, una vez más, el amor. La esperanza se refugiará en las catacumbas para resucitar en nuevos combates desde las cenizas de los héroes agazapados en el corazón de los humildes.

Allí en los altares se conservará la leche que amamanta a los Libertadores, a Bolívar, a Chávez, a Fabricio...

¡Chávez, hoy, a dos años de tu ausencia, lo juramos: no dejaremos que traicionen tu herencia!



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Toby Valderrama


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