La situación de la economía venezolana, en el contexto de la “crisis” global del capitalismo, sigue de mal en peor, afectando particularmente a las clases baja y media baja, cuyos ingresos apenas les permiten medio vivir dignamente. Mientras la exagerada liberación de los precios de alimentos, de medicinas, de pasajes en transporte terrestre y aéreo, y de otros rubros sigue viento en popa, el Gobierno “revolucionario” ha negociado un nuevo préstamo con China, potencia que lucha con Estados Unidos por la hegemonía capitalista planetaria. Tanto el descenso de las reservas internacionales como la caída en los precios del crudo, obligan a la “Revolución Bolivariana”, continuadora del rentismo petrolero, a endeudarse de nueva cuenta, y el destino de gran parte de los 10.000 millones de dólares, monto del préstamo en cuestión (hasta el día de hoy China ha prestado más de 50.000 millones a Venezuela), no es precisamente la inversión social, considerando que el fondo chino-venezolano financia proyectos burgueses en un alto porcentaje:
“El gobierno socialista de Venezuela negocia préstamos por 10,000 millones de dólares con el Banco de Desarrollo de China a recibir este año, dijo a Reuters una alta fuente de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), conocedora del tema
Los primeros 5,000 millones de dólares llegarían en abril, después que se firme este mes la renovación de un tramo del millonario fondo que ambos países alimentan para financiar proyectos en Venezuela, apuntó la fuente
Venezuela negocia también un "préstamo especial" por otros 5,000 millones de dólares que China entregará con la condición de que los recursos financien exclusivamente proyectos de PDVSA para incrementar "rápidamente" la producción petrolera, agregó la fuente” http://eleconomista.com.mx/economia-global/2015/03/19/venezuela-negocia-prestamo-10000-mdd-china.
Sin duda alguna, se trata de otro golpe duro para la mayoría del pueblo venezolano, que en parte aún cree en el advenimiento del socialismo del siglo XXI. Téngase en cuenta que cada endeudamiento de cualquier entidad político-territorial a lo largo de la historia moderna y contemporánea, ha tenido como principal consecuencia un repunte del alto costo de la vida, y por tanto una mayor pobreza y desigualdad socioeconómica, y en Venezuela no ha habido excepción al respecto. Y aunque lo nieguen constantemente las autoridades “revolucionarias” de la nación suramericana, el progresivo endeudamiento con China ha sido uno de los factores que ha perjudicado de forma notable a las masas, pues además de crearse condiciones bien favorables para los capitalistas chinos, se ha enviado un número importante de barriles de petróleo al gigante oriental como forma de pago, y es posible que también se haya estado cancelando una buena cantidad de dinero por el mismo concepto. Por si fuera poco, es notable y evidente la presencia de inversiones chinas en distintos sectores de la economía de Venezuela, incluso en áreas estratégicas, cuyas utilidades van a parar en gran medida a los bolsillos de los asiáticos, en desmedro de las necesidades del ciudadano “común” venezolano, el de a pie.
A estas alturas es innegable la dependencia creciente de Venezuela respecto de China, potencia con un espíritu tan explotador, depredador y egoísta como el del Imperio estadounidense, al que sí “odia” el Gobierno venezolano, al menos en el discurso. Quienes defienden la política económica china, y quieren hacer ver a la entidad asiática como una nación poderosa, pero generosa con sus propios ciudadanos y con el pueblo humilde de los territorios en los que ha invertido, deben saber cómo China llegó a convertirse en un gigante que poco a poco parece desplazar a Estados Unidos de la hegemonía global. Las corporaciones chinas no se hicieron fuertes pagando bien a sus trabajadores, ni cancelando mucho dinero por materias primas, ni respetando los derechos humanos, ni ayudando a conservar el medio ambiente, ni realizando inversiones sociales. En realidad las transnacionales de China, así como las de Estados Unidos, Rusia y otros países en el orbe, sólo han velado por sus intereses económicos; han sometido a los pueblos por su necesidad de tener acceso continuo y poco costoso (a veces gratis) a las materias primas, de mantener sus mercados, y de contar con mano de obra barata, sin importar un carajo las soberanías nacionales. Capitalismo puro y duro contra la humanidad.
Tanto que se ha discutido en Venezuela sobre la necesidad de superar la lógica del capitalismo, y la realidad ha demostrado lo contrario. Ahora el país caribeño ya no es dependiente únicamente de Estados Unidos, principal aliado comercial, sino de China, Rusia y pare de contar. Y los beneficios sociales, exceptuando ciertas medidas asistencialistas coyunturales, han sido prácticamente nada, como no podía ser de otra manera en una nación con la lacra capitalista incrustada en su alma. ¿Hasta cuándo podrá el Estado venezolano, mediante el rentismo petrolero, mantener las llamadas misiones?, ¿qué pasará cuando sea aumentado el precio de la gasolina y los recortes sociales y laborales sean cada vez mayores?, ¿cómo es posible que se siga haciendo creer al pueblo venezolano que se construye el tal socialismo del siglo XXI, mientras las deudas crecen y la dependencia capitalista-corporocrática es evidente?, ¿cómo seguir hablando de socialismo cuando los pobres pagan los platos rotos de las “crisis” generadas por los ricos?.
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