Una cosa debemos tener muy clara: Todos los estadísticos, absolutamente todos, son proclives al error en la recolección y tratamiento de informaciones, por bien intencionados, por respetuosos de todos los tecnicismos aplicados que garantizarían objetividad o veracidad en sus resultados, de cara a que las muestras levantadas realmente representen el sentir y pensar del universo del cual procedan*.
No perdamos de vista, además, que se trata de probabilidades, no de posibilidades ciertas, particularmente cuando la población en juego es demográfica, ya que muy pocas personas suelen ser repetitivas ni coherentes en sus cotidianas convicciones, y por consiguiente su volubilidad en acciones y reacciones es errática por excelencia, máxime cuando por responder a un encuestador no reciben paga alguna, mientras los empresarios de tales informaciones estadísticas operan con encuestas, y son empresarios privados por lo que la rentabilidad de su trabajo si ciertamente cobra relevancia. Por lo general, el control de calidad en este tipo de medio resulta muy oneroso.
Nos preguntamos: ¿acaso sus encuestadores recogen informaciones en lugares poblados homogéneamente por chavistas y antichavistas?, ¿quién, a su vez, garantiza el grado de homogeneidad de los encuestados, por sofisticados y probados que sean los filtros utilizados para minimizar desvíos?
En el histórico de esos estadísticos semanales nos llama la atención que la población de la gente de derecha ha permanecido porcentualmente casi constante, con pequeñas o insignificantes reducciones, y hasta presenta incrementos, -así luce en esos estadísticos divulgados semanalmente, cuando sabemos que la popularidad de los líderes de la derecha se halla muy deteriorada.
Pensamos que, por aberrantes e influidas que sean las gentes antichavistas deben ser muchos los que han cambiado sus puntos de vista, ante tantas mejoras sociales que vienen recibiendo la ciudad, las carreteras, las instituciones sanitarias, educativas, culturales, actividades y todos esos logros positivos que no distinguen posturas políticas y contra las cuales la alienación se hallaría vencida.