Podríamos decir que dentro de lo que hemos llamado “proceso revolucionario” existen disímiles tendencias tanto de pensamiento como de discurso y acción. Me explico (para pecar de reduccionista, ya que el asunto es mucho más complejo): en cuanto a las tendencias de pensamiento existen aquellos dentro del amplio continuo, que podríamos categorizar en algunos grupos básicos: derecha chavista, centro, centro izquierda, izquierda, izquierda radical. En cuanto a discurso podríamos agrupar a los que se hacen decir “del proceso” como: Chavistas duros, Chavistas Light, Chavistas oportunos, antichavistas de izquierda, y de acción podemos agruparlos en: Revolucionarios, Seudorevolucionarios, contrarrevolucionarios.
No pretendo por ahora definir cada categoría de agrupación, sin embargo, un poco de sentido común permitirá lograr el objetivo. Sobre éstas categorías podríamos hacer múltiples combinaciones. Por ejemplo, usted podría definirse de pensamiento de “izquierda radical”, de discurso “Chavista duro” y de acción “revolucionario”, o de pensamiento de “derecha chavista”, de discuro “Chavista light” y de acción “contrarevolucionaria”, o en el peor de los casos podría ser una persona de pensamiento de “izquierda”, “antichavista” y “revolucionario”. Debo insistir que no existe ninguna intención de enumerar las distintas combinaciones ni permutaciones posibles, sólo ilustro como “el proceso” para generar la posibilidad de llegar a tener una plataforma electoral que sustente su mantenimiento, ha tenido que permitir adaptarse a las distintas variantes en su mayoría no premeditadas de quienes ven, por interés o por empatía, la posibilidad o necesidad de plegarse “al proceso”.
Hasta este punto no he pretendido objetar ninguna de las posibles permutaciones, ya que no es el objetivo juzgar cosas tan “personales” como ideas, emociones o acciones políticas. Lo que si pretendo generar es la posibilidad de reflexionar como las categorías clásicas sobre las ideologías ya no nos permiten explicarnos, y en ese sentido necesitamos ir innovando en las herramientas para nuestra propia comprensión.
Pero, además de ello, pretendo generar sentido de ubicación en cuanto a la necesidad sentida, a mi parecer, por un amplio espectro dentro del “proceso” conciente, no oportunista ni contrarrevolucionario y de izquierda, a buscar elementos comunes de unión para detener el desplazamiento que sectores de derecha, contrarrevolucionarios y de discurso Chavista muy duro ha generado dentro de los espacios públicos de toma de decisión. La táctica de desarticulación a través de la persecución y el vilipendio, no debe causar mella en nuestra intensión, si ésta radica en la democratización de los procesos de toma de decisión y la entereza ética del proceso revolucionario.
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