La estrategia acordada había dado resultado en otros países. Los medios de comunicación iniciarían el ataque tergiversando información, incitando al odio de la clase media contra los funcionarios y los simpatizantes del gobierno e invitando a la rebelión y a la protesta constante. Esto desestabilizaría la economía y disminuiría la confianza. Los partidos de oposición, los sindicatos corruptos de siempre y poderosos empresarios, acompañados de un sector radicalizado de la clase media y los "captados" a través de la intensa campaña mediática, serían los encargados de "calentar la calle" y generar la crisis que justificara cualquier acción contra el gobierno legítimo de Allende. La CIA sería la encargada de la estrategia, el financiamiento y de captar a los militares que darían la estocada final.
No llegó Allende a cumplir mil días en el poder. Murió en el palacio La Moneda defendiendo su gobierno, sus ideales; defendiendo la esperanza de su pueblo. La oligarquía retomó el poder con Pinochet y los gringos tenían ahora un aliado incondicional dirigiendo los destinos de un pueblo que se negaba a abandonar sus sueños. Miles y miles de chilenos fueron asesinados por razones políticas y otro tanto tuvo que marcharse al exilio, mientras que los poderosos de siempre festejaban el regreso de la "ley y el orden" y los medios de comunicación se derretían en loas con el dictador.
Cuarenta y dos años después las heridas no han sanado. El pueblo chileno tiene una democracia que nunca se atrevió a encarcelar al jefe de los asesinos que actuó bajo las órdenes de un país extranjero y unos apátridas envilecidos por el afán del lucro. Aún hay inmorales que justifican los crímenes de Pinochet, argumentando que éste logró mejoras económicas en el país.
Y como "los que mueren por la vida, no pueden llamarse muertos", Allende sigue en el corazón de millones de hombres y mujeres y su ejemplo marcará nuestras luchas por muchos años más. Seguro estoy de que, como dijo el cantor del pueblo, llegará el día en que nuestro continente hablará con voz de pueblo unido:… ¡Allende, Allende, Allende!.