Entendamos a la escualidad

La verdadera libertad la perfeccionaremos cuando nos desalienemos luego de 200 años de ascendencia y descendencia mantuanas

 Cuidémonos de la servilidad rezagada. La explotación del hombre por el hombre es sicofísico.

Las siguientes elucubraciones son efectos especulativos directos de esas condiciones propias de los oligarcas, mantuanos insepultos y contemporáneos con privilegios que brillan en las sociedades clasistas. Por ejemplo, que en las oficinas burocráticas, baste con que alguien anuncie  uno de esos connotados apellidos para que toda la oficina “se ponga de pie”, es decir, se apreste a servirle de la mejor manera en eficiencia y eficacia, y como no suele hacerlo con los demás usuarios de a pie.

El ejemplo que nos trae la Historia se halla en la derribada Torre, Fuerte, hotel o mansión de la Bastilla, allá, en el oeste parisino  En este inmueble hacían vida gozosa y suntuaria como “prisioneros” los nobles cuyas faltas eran de un peso tal que ni el Rey podía indultarlo.

Hoy, los herederos del mantuanato criollo, por ejemplo, sabrían a qué atenerse: Tienen claro que todo “pendejo” es alienado ante ellos y lo seguirían siendo[1]. Fueron 200 años o más de ascendencia sobre los demás, y no estamos hablando  de conchas de ajo. Por desgracia, aún no quemamos 100% esa etapa, un hecho muy lamentable y muy afortunado, para los humildes  y para los opresores, respectivamente.

El tema de la alienación, como expresión espiritual de la explotación de unos por parte de otros, lo hemos tratado en varias entregas archivadas en este mismo medio en artículos como estos, y como este. Nos permitimos reproducir un extracto corregido de este último:

“El asalariado culto, paradójicamente, mientras mejor se educa y monta en el aparataje científico tecnológico y tecnocrático más se aliena y mejor sirve a los intereses capitalistas; es una tendencia inercial sociológica.

Y es obvio que esta contradicción ideológica prenda con pasmosa y contradictoria eficacia, habida cuenta de que resultan obreros educados, universitarios y biposgraduados que terminan ofreciendo y entregando una excelente, mejor y explosiva productividad, y en quienes su salario suele ir al ritmo y cuantía de esta.

Es así como en este sistema mercantil e industrial se fabrica Contadores Públicos y Administradores Comerciales e Industriales para el manejo y  custodia del patrimonio ajeno de sus propios empleadores. Es así como se lanzan al mercado abogados a granel que terminan defendiendo a dichos patronos de las "abusos" y "excesivas" exigencias de "sus" trabajadores.

Es así como se preparan "economistas" que orientan y aplican principios y “leyes" crematísticas respetuosas del "máximo enriquecimiento en el menor   tiempo posible con el mínimo esfuerzo de capital"-creyendo, ingenua o alienadamente, que esa técnica mejora a toda la sociedad, con lo cual hacen abstracción del carácter clasista de tales empresas[2]. Estos últimos demuestran la preciosidad de sus alienados y valiosos servicios cuando se hacen  merecedores de Nobeles Premios.

Digamos que el sistema capitalista y burgués no sólo explota y exprime la fuerza de trabajo productora de bienes enriquecedores del mismo patrono que

 mal paga ese trabajo, sino que termina controlando la mentalidad de esos  explotados a tal extremo que la clase patronal macroeconómica y políticamente los usa como policías,  militares, burócratas y como  defensores ideológicos a quienes encantadora y alienadamente colocan en su propio cuello la soga económica con la que viven atados.”

Seguimos: En concreto y para cerrar: No dudamos mucho que en cada venezolano oprimido, y hoy incipientemente liberado por el presente proceso revolucionario, se conserva en su siquis alguna pizca, por lo menos, de esa nefasta alienación frenadora de la celeridad que las circunstancias ameritan para el progresivo avance del sustitutivo proyecto político en marcha. Si bien la valentía es más bien de la juventud por su baja capacidad para intuir el peligro, cuando como bien adultos manejemos la ley contra los demás tratemos de desalienarnos porque de lo contrario estaremos pecando  de servilidad rezagada.


[1] Esta es una verdad de perogrullo comprobable en la prensa contemporánea. Así, en el caso de mayor actualidad venezolana sobre el sometimiento a juicio de un mantuano de connotada ascendencia, con su “debido proceso”, él, como reo, tuvo la sinceridad-a su modo de ver las cosas-de decirle a la jueza ad hoc que ella tenía más “culillo” que él mismo para juzgarlo, palabras más o menos así.

[2] El intraguionado negrillo acabo de intercalarlo.

 



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Manuel C. Martínez


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