Cada día se hace más evidente la necesidad de tener una base revolucionaria bien formada e ideológicamente sólida. Un poco, a la manera de casi todo cuanto ocurre en nuestra revolución, los esfuerzos tienen tanto de original como de inconexos. No en vano partimos de la creatividad como fórmula. No obstante algo habría de profundizarse en el concepto para que éste adquiera organicidad fecunda. Para Marx, la ideología era: "El sistema de ideas y representaciones que domina el espíritu del hombre o un grupo social".
Luego, Louis Althusser, representa la ideología en la forma de instituciones del Estado que actúan sobre lo escolar, familiar, religioso, jurídico, político, social, información, cultural, etc., en donde la ideología es determinante. Espacios donde la ideología tiene como función "transformar individuos concretos en sujetos". El estructuralismo de Althusser no supera el carácter reduccionista y economicista de clase. "Todo sujeto es un sujeto de clase; cada clase posee su ideología paradigmática; todo elemento ideológico tiene una necesaria pertenencia de clase". Esto es cierto pero esconde una trampa reduccionista.
Será Gramsci quien primero supera el carácter reduccionista de la ideología. Niega que cada clase social posea una ideología paradigmática y considera, en cambio, que el carácter de clase de la ideología le es proporcionado por el tipo de articulación a que cada elemento es sometido. De resultas que, es posible transformar el carácter de clase de los distintos elementos ideológicos. Es una batalla por la apropiación de los elementos ideológicos fundamentales de cada sociedad para articularlos al respectivo discurso. Rompe, por decirlo así, con el carácter rígido según el cual, cada clase es indefectiblemente prisionera de su discurso ideológico irremediablemente prefijado y, por el contrario, es posible desarticularlo, transformarlo y fecundarlo. En otras palabras, la ideología burguesa puede y debe ser desarticulada más que arrasada. Eso es mucho más importante en estos tiempos y en la circunstancia tan sui generis de la revolución bolivariana.
También explicaría la presencia en la historia de enigmas desconcertantes cuando representantes naturales de una ideología de clase son ganados y transformados a través de su articulación al discurso de la ideología clasista opuesta. Vale decir que la ideología revolucionaria debe convertirse en estructuras con alto desarrollo de los sistemas de signos comenzando por el lenguaje. Debe convertirse en una fuerza real capaz de invadir la sociedad en la que se forma hasta hacerse un modo de ver las cosas cotidianas, desde las relaciones sociales hasta las expresiones culturales más comunes.
Se hace desde luego imprescindible desmontar la ideología burguesa dominante desde la ideología revolucionaria. Una estructura ideológica que les ha permitido el mantenimiento del poder político y económico por siglos. Thernborn en su obra "La ideología del poder y el poder a la ideología" señala las variadas formas en que la ideología dominante alcanza el objetivo de preservar el poder para la clase dominante. A cada momento vemos, dolorosamente, como las mejores propuestas de la revolución bolivariana , sorpresiva y desconcertantemente, terminan estrellándose contra el aparato ideológico burgués. Eso que coloquialmente llamamos la "herencia cuartorrepublicana" y que, como una hidra de mil cabezas, aparece por todos lados en las formas de egoísmo, avaricia, corrupción, burocratismo, etc., etc.
Podemos identificar algunas de las cabezas de la hidra. A ) La adaptación. Esa suerte de fatum que hace ver como normal obedecer a los dominadores por los riesgos que supone la posibilidad de un régimen alternativo. Se habitúa la persona al hecho y lo acepta como normal. Es normal que un funcionario público cobre una comisión por un favor; es normal que a un fiscal de tránsito le "quede alguito para dejarte ir"; es normal que el banco cobre por servicios que no debería; es normal, es normal, es normal... B) La inevitabilidad. Referida en este caso a la obediencia natural a cuanto se presenta como lo normal porque se desconoce otra alternativa. Esta palanca del sistema económico dominantes está basada en la exclusión del sistema político, al punto de que la injusticia es vista como algo inevitable. Digamos que la más generalizada de esta forma es aquella que señala "Siempre habrá pobres". Esta visión va acompañada de la opinión cínicamente crítica de los dominadores, por ejemplo, la Iglesia que siembra sumisión y resignación es una estructura ideológica al servicio de la clase dominante eficacísima por siglos para este fin. C) La representatividad. Ese factor que hace creer que el representante lo es a favor de los representados. Un mecanismo perverso que lleva a confundir los valores de dominadores y dominados. Normalmente este factor se infunde a través de la educación. D ) Destino. Mecanismos por los cuales los dominadores poseen cualidades que los hacen merecedores del dominio que ejercen. De nuevo aquí la educación, mediante el perverso sistema de exclusión de los pobres actúa para reforzar este concepto, pues los privilegiados siempre sabrán más y alcanzarán puestos de dominio, en tanto los pobres siempre estarán en posiciones de sumisión.
Estas características de la dominación ideológica permiten cierta estabilidad social y hasta consenso. No es poco socorrido el argumento que ofrecen las clases dominantes de una Venezuela donde todos los venezolanos vivíamos en paz y nos queríamos todos. De hecho es quizás el argumento más oído para enfrentarlos al clima de efervescencia social que hoy vivimos. Nada más falso, pero que mediante el aparato ideológico dominante logra confundir a muchos sectores, incluidos los populares.
Es claro entonces que debemos desmontar el aparato ideológico dominante e irlo sustituyendo en forma creativa por un sistema ideológico que, al modo de lo propuesto por Gramsci, sin reduccionismos, seamos capaces de ir preñando el sistema ideológico con los valores de la ideología socialista. Para ello deberíamos trazar un plan de movilización ideológica que permita ir estableciendo una actividad común para una masa cada vez mayor de nuestra gente. Todo a partir de una simple jerarquización de tareas: Identificación de la crisis, identificación del objeto decisivo y por último la definición de lo que es posible lograr y como lograrlo.
Una movilización ideológica que no parta exclusivamente de las ruinas de la ideología previamente dominante sino que, como hemos señalado, vaya preñando con la siembra, más práctica que teórica, la semilla ideológica a partir de sus valores existenciales.
Una movilización ideológica que vaya, al tiempo que descomponiendo el sistema de dominación caduco, edificando el nuevo mediante la siembra del sistema de valores profundamente nuevos. Una movilización impregnada del EJEMPLO. Una movilización que movilice hacia el futuro contrapuesto al presente. Sin miedo y sin descanso. En un próximo trabajo hablaremos del desmontaje de la ideología capitalista neoliberal a partir de la filosofía del ejemplo.