¿Acabar con qué?

A propósito de elecciones es aceptable que quien participa o compite prometa, haga ofertas, ataque lo existente, trate de entusiasmar y hasta cautivar con sus programas a los electores. Durante décadas los venezolanos vivieron de ofertas que jamás cumplieron los ganadores y en ese engaño continuado se fue llenando el vaso (y la paciencia) hasta rebasarlo.

Décadas, cuatro en total, de mentiras, populismo, demagogia, clientelismo, frustración y, peor aún, traición y entrega de la patria a las empresas transnacionales.

De no ser así, no hubiésemos vivido, por ejemplo, días tristes y lamentables en 1989, conocidos como El caracazo. Ese fue un episodio más de la larga lista de improperios y agresiones en contra del pueblo venezolano que se ha caracterizado por su férrea resistencia a quienes convierten el oprobio en agenda de gobierno.

Es curioso, entonces, que todas las elecciones ocurridas desde el mismo momento en que Chávez asume el gobierno, la oposición las ha pretendido convertir en plebiscito. ¡Y miren que aquí sí hemos tenido elecciones! Con ésta, del 6 de diciembre llegaremos a las veinte.

Para ellos, cada elección es el final del chavismo. Así de hueco y vacío, tomando como referencia algún elemento coyuntural que creen ellos les va a favorecer. Basta revisar la larga lista de argumentos y campañas que ellos han tratado de imponer.

Su fervor anticomunista no le dio resultado, como tampoco al iracundo Rómulo en el 60. Aquella campaña en la cual pregonaban que Chávez les quitaría la patria potestad a madres y padres fue un fracaso. Y así siguieron hasta llegar a la ridiculez que el gobierno cubano nos expiaba por medio de los bombillos que instalaba Corpoelect o que te iban a alojar a gente extraña en alguna habitación de tu casa. ¿Qué tal?

Mientras toda esa locura ocurría, el gobierno Bolivariano apuntaba hacia su objetivo de saldar la gran deuda social que se acumuló en el país. Beneficios en salud, vivienda, deporte, cultura, seguridad social, etc., no se hacen esperar en un notorio avance y salto en la calidad de vida de los venezolanos. Pero, ¡claro!, esto no lo ven en medio de su desespero antichavista.

Resulta que en estas elecciones del 6-D van con el mismo plan. Ya han anunciado el fraude, a sabiendas de su participación efectiva en el CNE y su presencia en las tantas auditorías que se hacen para garantizar la pulcritud del proceso. Pero más que fraude, a lo cual se acostumbraron, en cada oportunidad anuncian debacles y fin de mundo, como lo hacen ahora. Así, se han dado a la tarea de intimidar, no sabemos a quién, grafiteando en las paredes el fin del chavismo este 6-D.

Se olvidan o ignoran muchas cosas. Citamos: nuestro pueblo no olvida y recapitula todos los días los aciagos días vividos en las décadas del puntofijismo. Este pueblo reconoce los avances políticos y sociales de estos últimos 16 años y los va a seguir profundizando y defendiendo. El chavismo es una fuerza orgánica, con arraigado sentimiento de dignidad, soberanía y patriotismo. ¡Gracias a Chávez y Maduro!



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Juan Azócar


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