Un dato ventajoso para la oposición

  Que la derecha –incluyendo al centrismo- sea no sólo derrotada sino completamente aniquilada para siempre, debe ser el sueño, esperanza y lucha de todo quien quiera ver el socialismo como la realidad cotidiana de su vida antes de entrar a la fase superior de la sociedad comunista. En ésta tampoco existirá la izquierda. La partera espera siempre el momento ideal en que el germen sembrado en el vientre pueda salir a la luz pública con la salud interna suficiente para resistir y vencer los riesgos de su entorno. Vivimos un momento en que muchos pueblos creen que por la vía electoral alcanzarán la construcción del mundo que los preñe de justicia y libertad. Todo pueblo, lo dijo Engels, tiene el gobierno que se merece.

En Venezuela se tiene esa creencia. Cualquier político –incluso de escasa formación ideológica- así lo entiende y lo respeta. No impera un gobierno de fuerza que se impone haciendo uso de sus bayonetas para silenciar a sus opositores. Que éstos, en todo gesto de aquel, vean el fantasma de sus pesadillas, es culpa de torpezas y no de la inteligencia humana. Las libertades de pensamiento, expresión, organización y participación, están allí, a la vista de los unos y de los otros, de los solidarios con el gobierno y de sus opositores. En toda fase de la historia se cometen excesos que unos gobiernos o sus opositores los corrigen, otros se hacen de la vista gorda, y algunos –no pocos por cierto- los llevan más allá de los límites de la tolerancia y hasta crean coraza de impunidad para sus autores. Frente a éstos últimos no hay que esperar que la mayoría del pueblo despierte para rebelarse contra ellos. Así lo confirma la historia de la lucha de clases, que es la historia de la lucha política por sus diversos medios.

En diciembre del presente año es el proceso electoral para elegir al nuevo Presidente de la República Bolivariana Venezuela. Dentro y fuera del país se tiene la seguridad que Chávez será reelegido. El optimismo es manifiesto en los sectores solidarios con el mandatario venezolano. El fatalismo anda en las venas de la oposición como una leucemia que trata de paralizar el corazón. Unos que otros de esta bancada tienen confianza en que Chávez es derrotable. El derrumbe de los imperios existidos hasta hoy, por una parte, y el de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y la caída del muro de Berlín, por la otra, demuestran que todo régimen político –mientras el poder económico esté en manos de una clase o un estamento específicos- es derrotable. Pero en diciembre de 2006, se cuenten o verifiquen los votos de forma manual o por máquina, todo indica que la derrota de Chávez es una utopía para la oposición y para los ojos y la más simple regla de las matemáticas del mundo entero.

Este dato –del que voy a escribir- no debería de darlo, porque el socialismo se construye con políticas que derrotando a los adversarios vayan, al mismo tiempo, generando un elevado grado de satisfacción material y espiritual a la casi absoluta mayaría de la sociedad, para que los pocos acérrimos enemigos sobrevivientes que pretendan restaurar el capitalismo sean extinguidos por las nuevas realidades provenientes de la propiedad social sobre los medios de producción. Por tanto, quienes crean en el socialismo, no deberían aportar datos de recuperación a la derecha y sus aliados del centro. Pero no, sí conviene dárselo para que se dejen de esa pendejada de montar show publicitario haciendo creer que con elecciones limpias derrotan a Chávez en diciembre de este año. Una política acertada es aquella que con la simple percepción es capaz de sacar una conclusión válida para un momento y lugar determinados. Con sólo ver hacia dónde se inclinan las muchedumbres, es suficiente para calcular el lado de la victoria en una contienda electoral. La única manera de derrotar a Chávez en diciembre de este año, es que la mayoría de los votantes embriagados –no sé por cuál droga proveniente de la Casa Blanca- no despierte de su sueño el día de cumplir con su deber de votar. Y con todo y eso: más de un borracho gritaría: <<Se está cometiendo un fraude contra Chávez>>. Se produciría otro 13 de abril, pero en las urnas.

La oposición se está ahogando en un vaso con sólo la mitad de agua vertida en su capacidad. La búsqueda de candidatos para seleccionar uno que la represente unida en la elección de diciembre es un paso inicial democrático y respetable. En toda elección, hasta para el organismo más insignificante, se desplazan intereses específicos buscando su imposición. Vivimos el mundo del dinero y no del trueque, del desprecio y el egoísmo y no de la ternura y la solidaridad. Así lo establece la globalización capitalista salvaje. Esta es nuestra gran enemiga a vencer. Es necesario vencerla.

Si la oposición se basa exclusivamente en un análisis de correlación de fuerzas en su interior posiblemente, y no es de mi incumbencia, Manuel Rosales se lleve la corona de vencedor. Es el único dirigente de la derecha que arrastra masa evidente y no ficticia, gente del presente y no con el currículo de que en el pasado otros la tuvieron. El Zulia es el estado que mayor proporción de votantes posee. Ganarle allí a Manuel Rosales no es cosa de soplar botellas y listo. Sin embargo, la derecha, no debería sujetar su análisis a ese contexto para sacar una conclusión de candidato único de la misma. Aquí es donde les aporto el dato para que no se ahoguen y no sigan nadando contra la corriente huracanada de las aguas.

Para el proceso electoral de diciembre la oposición no debería presentar un candidato de comprobada militancia de derecha. Si eso lo hace, antes de ir a la mesa de votación, es lo más recomendable, deberían tener la urna y la fosa para velar y enterrar ese cadáver. ¿Por qué: cadáver? Porque la diferencia de votos entre Chávez y él –a favor del primero- no dejará duda de su muerte.

El único candidato que garantiza votos, para festejar que la derecha siga con vida hasta una nueva oportunidad mientras esté intacto el capitalismo salvaje en el mundo, es Teodoro Petkoff. Independiente de los criterios o de las opiniones que se tengan de Petkoff en relación con su militancia de izquierda, es un hombre de respetable cultura política e ideológica; de haber entregado años de su vida a la lucha contra sistemas políticos que se alimentaron del despotismo social en evidente perjuicio de nuestro pueblo; tiene en su currículo el mérito de haber despertado conciencia para que muchos se liberaran de la esclavitud espiritual a que fueron sometidos por el estalinismo. Eso hace que Teodoro atraiga a los sectores enemigos de Chávez pero que siguen calificándose como de izquierda; de igual manera agrupará a los centristas que le tienen tanto miedo a la extrema derecha como a la extrema izquierda; y, por la lógica política cotidiana, hará que la derecha vote a su favor, guiada más por su enloquecido odio contra Chávez que esperanzada en que Teodoro le conquiste espacio para el disfrute de mayores prebendas económicas en una competencia desleal contra los monopolios imperialistas.

La derecha debería autoconvencerse que la importancia de su participación en el proceso electoral de diciembre de este año no es por alcanzar la Presidencia de la República. Eso le está vedado por la propia realidad en que se desenvuelve. Si abre los ojos para ver y se destapa los oídos para escuchar, entraría en la objetividad y descartaría –aunque sea por el momento- la utopía en que anda navegando sin brújula de orientación. La historia se mide por décadas y no por siglos, pero –lo dijo Gardel- veinte años no es nada. ¿Qué le cuesta esperar para volver a medirse en 2021 con un candidato bolivariano? Para ese entonces mis nietos votarán. Espero sean de tendencia comunista.

 


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Freddy Yépez


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