En Venezuela
se tiene esa creencia. Cualquier político –incluso de escasa formación
ideológica- así lo entiende y lo respeta. No impera un gobierno de fuerza que
se impone haciendo uso de sus bayonetas para silenciar a sus opositores. Que
éstos, en todo gesto de aquel, vean el fantasma de sus pesadillas, es culpa de
torpezas y no de la inteligencia humana. Las libertades de pensamiento,
expresión, organización y participación, están allí, a la vista de los unos y
de los otros, de los solidarios con el gobierno y de sus opositores. En toda
fase de la historia se cometen excesos que unos gobiernos o sus opositores los
corrigen, otros se hacen de la vista gorda, y algunos –no pocos por cierto- los
llevan más allá de los límites de la tolerancia y hasta crean coraza de
impunidad para sus autores. Frente a éstos últimos no hay que esperar que la
mayoría del pueblo despierte para rebelarse contra ellos. Así lo confirma la
historia de la lucha de clases, que es la historia de la lucha política por sus
diversos medios.
En diciembre
del presente año es el proceso electoral para elegir al nuevo Presidente de
Este dato –del
que voy a escribir- no debería de darlo, porque el socialismo se construye con
políticas que derrotando a los adversarios vayan, al mismo tiempo, generando un
elevado grado de satisfacción material y espiritual a la casi absoluta mayaría
de la sociedad, para que los pocos acérrimos enemigos sobrevivientes que
pretendan restaurar el capitalismo sean extinguidos por las nuevas realidades
provenientes de la propiedad social sobre los medios de producción. Por tanto,
quienes crean en el socialismo, no deberían aportar datos de recuperación a la
derecha y sus aliados del centro. Pero no, sí conviene dárselo para que se
dejen de esa pendejada de montar show publicitario haciendo creer que con
elecciones limpias derrotan a Chávez en diciembre de este año. Una política
acertada es aquella que con la simple percepción es capaz de sacar una
conclusión válida para un momento y lugar determinados. Con sólo ver hacia
dónde se inclinan las muchedumbres, es suficiente para calcular el lado de la
victoria en una contienda electoral. La única manera de derrotar a Chávez en
diciembre de este año, es que la mayoría de los votantes embriagados –no sé por
cuál droga proveniente de
La oposición
se está ahogando en un vaso con sólo la mitad de agua vertida en su capacidad.
La búsqueda de candidatos para seleccionar uno que la represente unida en la
elección de diciembre es un paso inicial democrático y respetable. En toda
elección, hasta para el organismo más insignificante, se desplazan intereses específicos
buscando su imposición. Vivimos el mundo del dinero y no del trueque, del
desprecio y el egoísmo y no de la ternura y la solidaridad. Así lo establece la
globalización capitalista salvaje. Esta es nuestra gran enemiga a vencer. Es
necesario vencerla.
Si la
oposición se basa exclusivamente en un análisis de correlación de fuerzas en su
interior posiblemente, y no es de mi incumbencia, Manuel Rosales se lleve la
corona de vencedor. Es el único dirigente de la derecha que arrastra masa
evidente y no ficticia, gente del presente y no con el currículo de que en el
pasado otros la tuvieron. El Zulia es el estado que mayor proporción de
votantes posee. Ganarle allí a Manuel Rosales no es cosa de soplar botellas y
listo. Sin embargo, la derecha, no debería sujetar su análisis a ese contexto
para sacar una conclusión de candidato único de la misma. Aquí es donde les
aporto el dato para que no se ahoguen y no sigan nadando contra la corriente
huracanada de las aguas.
Para el
proceso electoral de diciembre la oposición no debería presentar un candidato
de comprobada militancia de derecha. Si eso lo hace, antes de ir a la mesa de
votación, es lo más recomendable, deberían tener la urna y la fosa para velar y
enterrar ese cadáver. ¿Por qué: cadáver? Porque la diferencia de votos entre
Chávez y él –a favor del primero- no dejará duda de su muerte.
El único
candidato que garantiza votos, para festejar que la derecha siga con vida hasta
una nueva oportunidad mientras esté intacto el capitalismo salvaje en el mundo,
es Teodoro Petkoff. Independiente de los criterios o de las opiniones que se
tengan de Petkoff en relación con su militancia de izquierda, es un hombre de
respetable cultura política e ideológica; de haber entregado años de su vida a
la lucha contra sistemas políticos que se alimentaron del despotismo social en
evidente perjuicio de nuestro pueblo; tiene en su currículo el mérito de haber
despertado conciencia para que muchos se liberaran de la esclavitud espiritual
a que fueron sometidos por el estalinismo. Eso hace que Teodoro atraiga a los
sectores enemigos de Chávez pero que siguen calificándose como de izquierda; de
igual manera agrupará a los centristas que le tienen tanto miedo a la extrema
derecha como a la extrema izquierda; y, por la lógica política cotidiana, hará
que la derecha vote a su favor, guiada más por su enloquecido odio contra
Chávez que esperanzada en que Teodoro le conquiste espacio para el disfrute de
mayores prebendas económicas en una competencia desleal contra los monopolios
imperialistas.
La derecha
debería autoconvencerse que la importancia de su participación en el proceso
electoral de diciembre de este año no es por alcanzar