En un sentido casi general, por no decir absoluto, la oposición antichavista quiere demostrarnos a todos los venezolanos que, de obtener la mayoría de los escaños del parlamento nacional, sería automáticamente derrumbado el gobierno constitucional de Nicolás Maduro y todo cambiaría inmediata y favorablemente en el país, incluyendo el bachaqueo que la misma promoviera; aún más, dejando entrever que se conservarán, en esencia, todos los logros impulsados por el Comandante Hugo Chávez para favorecer a los sectores sociales más necesitados.
Sin embargo, la realidad es otra. Su oferta electoral no pasa de ser más que las mismas expresiones contradictorias que han hecho conocer a lo largo de más de 15 años, quizás con un mayor énfasis en el desprecio hacia quienes representan el principal soporte del proceso de cambios revolucionarios que tiene lugar en Venezuela, es decir, hacia los sectores populares que buscan empalagar con promesas fáciles que ni siquiera estaría dispuesta a cumplir. Asimismo, las expresiones contradictorias de la oposición rebasan los niveles de la sensatez. Por una parte, se hacen eco a diario de mensajes de burlas, odio y muerte hacia los chavistas y, por otra, presenta una imagen sonriente, como si no tuviera culpabilidad alguna en los diversos hechos de violencia y sabotaje económico que ha generado, especialmente en estos dos últimos años.
Para quienes estén “confundidos” al respecto, sólo hay que rememorarles lo hecho por los “demócratas” de la oposición entre 2002 y 2003 cuando promovieron un golpe de Estado fascista, con su secuela de violaciones a los derechos humanos, y un paro empresarial que casi acaba con la economía venezolana. Si a estos antecedentes le anexamos lo hecho luego del triunfo electoral de Nicolás Maduro, con su saldo de violencia, destrucción y muerte de hombres, mujeres y niños, únicamente porque no quisieron reconocer su derrota a manos del pueblo, entonces cada quien podría deducir qué hará realmente la oposición, una vez que retome el poder en Venezuela.
Por tales motivos, es fundamental que todos los factores políticos y sociales revolucionarios y chavistas sepan discernir entre defender la revolución bolivariana o creer equivocadamente que se puede emitir un voto castigo, eligiendo a candidatos opositores, lo que equivaldría a darle un respaldo a la contrarrevolución, así éste se justifique haciendo resaltar los errores, las deficiencias y las contradicciones presentes en la gestión pública y en las actitudes evidentes de muchos de los dirigentes chavistas que no entienden mínimamente que se deben a la voluntad del pueblo, olvidando de paso que, gracias a ese mismo pueblo, detentan sus cargos actuales.
Además, es preciso no olvidar que la oposición sigue manteniendo bajo la manga un plan desestabilizador, el cual apenas retoca en algunos detalles, instigada cada vez por sus mentores extranjeros, principalmente por el régimen estadounidense, a través del Comando Sur y las cadenas empresariales de noticias, para que enfilen sus ataques mediáticos contra el proceso revolucionario bolivariano, tratando de socavar el nivel de apoyo popular que éste aún mantiene y, eventualmente, liquidarlo, como han sido sus aspiraciones no alcanzadas desde hace 17 años.