Las actuaciones de la derecha que dentro de pocos días asumirá el poder legislativo no dejan la menor duda que seguirán desarrollando la agenda del caos con la intención de crecer políticamente, muestra de ello, es la intención de eliminar conquistas sociales a través de la derogación de leyes, la actitud arrogante, prepotente y desafiante ante el resto de los poderes y el desconocimiento de su oferta electoral, basada fundamentalmente en el miedo ( sí votas por el chavismo será peor lo que viene) y la creación de ilusiones necesarias como el fin de las colas, desabastecimientos y el inicio de la Venezuela progresista con mayoría opositora en la Asamblea Nacional.
Es un país de tendencia democrática no hay ningún problema que el poder ejecutivo funcione, al igual que el resto de los poderes, con diferentes tendencias políticas. No es nuevo en Venezuela, no obstante, es un hecho que la ambición de poder de los sectores de la derecha luego de tantos años fuera del Estado y los compromisos con sus iguales internacionales, los empuja a continuar su agenda por encima de las expectativas democráticas que puedan tener las mayorías, de allí su decisión para intentar hacer del país un caos, un estado de ingobernabilidad que se observará, se infiere que así será, en la confrontación de poderes y en la intención develada de quitarle competencias al presidente de la República.
Todo este escenario es una valiosa oportunidad para que el presidente de la República tome decisiones oportunas y necesarias, dirigidas a ganarse la confianza de las mayorías nacionales. Tales decisiones implican funciones propias del gobierno y del partido que le acompaña. De allí nuestro llamado a concentrar el poder de decisión y no cederlo a personajes considerados intocables, que a pesar de los resultados adversos, siguen mostrando una posición intolerante, arrogante, prepotente que en nada beneficia al presidente Maduro, por el contrario fortalece a la oposición.
Entre las decisiones oportuna y necesarias se encuentra el retorno de los militares a sus funciones propias, no dieron los resultados esperados, su racionalidad pragmática permitió darle paso a la corrupción sin ningún tipo de control, por el contrario se blindaron en razón del monopolio de las armas. La llamada unidad cívico-militar, si bien tiene sus efectos positivos también es cierto que generó una odiosa división entre civiles y militares, desplazó a la cuadros políticos, creó de la fuerza militar un atractivo para los jóvenes no por “la gloriosa carrera de la armas”, sino por los significativos beneficios de aumento constante de los salarios y oportunidades de adquirir bienes y servicios a bajos precios y primero que los civiles.
Otra decisión oportuna y necesaria es anunciar el fin de las misiones cubanas. En este orden es oportuno precisar que debe cancelarse el convenio en relación a los miles de asesores en materia económica, social, educación, deporte, producción agrícola y pesquera y otras. En el caso de salud debe ser progresiva, toda vez que debe evaluarse la capacidad de nuestro recurso humano, no obstante, no se justifica que las únicas actividades que realizan los venezolanos en los CDI y otras dependencias bajo la responsabilidad de los cubanos sean los de barrenderos y jardineros. Tal situación lesiona el sentimiento nacional y más cuando nuestras universidades cada tres meses gradúan miles de profesionales que en su mayoría se suman a las listas de desempleados, moto taxistas, bachaqueros y otras actividades no denigrantes, pero menos productivas e injustificadas ante el gran esfuerzo del Estado por profesionalizar a miles de jóvenes más las expectativas que ellos se han creado.
Los resultados electorales demuestran que tales asesores fracasaron. Revise cualquiera de las áreas y las conclusiones serán alarmantes. En Apure, acabaron con los vientres de ganado para darle paso a la importación, actividad que generó negocios dudosos por la calidad de las vaquillas y los sobreprecios. En Barinas convirtieron los proyectos productivos en templos de la corrupción, caso Central Azucarero Ezequiel Zamora, Centro de Reproducción Florentino, entre otros.
En un momento el pueblo cubano comenzó a rechazar a los soviéticos, precisamente por las mismas razones que se escuchan en las conversaciones en las colas bancarias, en los establecimientos públicos y otros escenarios. La presencia de miles de cubanos en condición de asesores en Venezuela ya no se requiere. El proceso político ha formado a miles de venezolanos que pueden cumplir excelente labor en ese campo, no es un problema xenofóbico, es pensar en nuestra realidad, en la nueva geopolítica latinoamericana, ahora el pueblo cubano es más amigo de los gringos que nuestro.
El gobierno cubano, al parecer, era amigo de Chávez, pero no de Venezuela. Muestra de ello las conversaciones en secreto que mantenía el gobierno de Cuba con el presidente del Estados Unidos, mientras excitaban al gobierno de Venezuela a ser cada día menos viable las relaciones cordiales con nuestro principal comprador de petróleo. El presidente Chávez cayó en esa trampa y Maduro no quiere salirse.
Otro argumento elemental, es el costo que ha representado para el país resolverle a Cuba el problema del desempleo de los miles de asesores que tienen en Venezuela. Son muchos dólares que se fugan del país, con la excepción del campo de la salud, de forma casi injustificada, que a la luz de nuestra economía resulta insostenible. Es tiempo de darles las gracias por los aciertos y desaciertos, pero el fin de las misiones cubanas debe anunciarse.
Otra decisión que puede ayudar a recuperar la confianza en el presidente Maduro, es la concentración del poder de gobierno. En momento de crisis y de revés electoral nada conveniente que parte de sus inmediatos colaboradores se muestren con poder de decisión, muestra de ello la torpeza cometida por el vicepresidente al anunciar la regulación del cartón de huevo a partir de su dudosos cálculos de producción en pleno desarrollo de la campaña electoral, acción que benefició a la oposición, sobre todo en los sectores productivos medianos y pequeños ante la actuación desmedida de los militares en los mercados, abastos y centros de producción. Fue tan evidente el error de Arreaza, que a los pocos días anunciaron un suscidio para los productores de huevo.
No es tan dadas las condiciones para sostener el discurso de la arrogancia y la prepotencia. No hay condiciones para la radicalización de la revolución sino para el llamado a la unidad nacional en defensa de los logros en educación, salud, comunicación, distribución de la tierra, seguridad social, competencias del poder popular y otros que están en la lista de los beneficios que buscará la oposición desaparecer como parte de los compromisos con los dueños del capital nacional e internacional, quienes vienen a recuperar su inversión de tantos años. Presidente, convoque a Miraflores a vastos sectores críticos que le están dando luces para ayudarlo a comprender la situación país, reúnase usted con ellos, sin la presencia de Arreaza, Cabello, Cilia, Rodríguez, Villegas y otros considerados intocables de su gobierno.
Es tiempo que el presidente le quite las cámaras y micrófonos a personajes “espanta votos “que luego de los resultados le dicen “Nicolás radicaliza la revolución”. Muchos de sus inmediatos colaboradores y gobernadores hoy tienen amplio rechazo por su arrogancia y prepotencia, entre ellos, Diosdado Cabello, quien debe ser el personaje con mayor rechazo por su actitud y ambición de poder desmedida, al controlar- como él lo manifestó ante un grupo de paisanos que acudieron a defender la candidatura de Abundio Sánchez a la alcaldía de Barinas en el 2013- más de 22 ministerios, cuyos titulares, primero pasaban por su despacho a rendirle cuentas y luego a Maduro, demás está hablar de nepotismo y otros males donde tiene participación.
Alguien dijo, nosotros colocamos las palabras, usted tiene la potestad de darle el sentido que mejor considere para comprender nuestra realidad política.
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