Los resultados del 6D, fueron una sorpresa incluso hasta para el bloque opositor. Ni ellos mismos esperaban una victoria tan abrumadora. No podemos olvidar que, el desenlace del 6D, es la expresión del pueblo ante una realidad económica y política sumamente compleja por la cual atraviesa el proceso de liberación nacional que tuvo su génesis en el año 1999 con la llegada de Hugo Chávez, y que hoy día lidera el Presidente Nicolás Maduro. Este resultado, debe ser examinado desde las filas revolucionarias con madurez, tolerancia y sobre todo capacidad autocrítica.
Resulta oportuno recordar a Engels hace 132 años aproximadamente cuando planteaba que: "Así como Darwin descubrió la ley del desarrollo de la naturaleza orgánica, Marx descubrió la ley del desarrollo de la historia humana: el hecho, tan sencillo, pero oculto bajo la maleza ideológica, de que el hombre necesita, en primer lugar, comer, beber, tener un techo y vestirse antes de poder hacer política, ciencia, arte, religión, etc.; que, por tanto, la producción de los medios de vida inmediatos, materiales, y por consiguiente, la correspondiente fase económica de desarrollo de un pueblo o una época es la base a partir de la cual se han desarrollado las instituciones políticas, las concepciones jurídicas, las ideas artísticas e incluso las ideas religiosas de los hombres y con arreglo a la cual deben, por tanto, explicarse, y no al revés, como hasta entonces se había venido haciendo".[2]
Cuanta claridad, cuanta vigencia la del viejo Engels. No se puede tapar el sol con un dedo, como Gobierno, subestimamos y en algunos casos, se menospreciamos la complejidad del problema con medidas tendientes a garantizar el acceso a los medios de vida necesarios para que nuestro pueblo pueda vivir dignamente. Lo que sembró al Comandante Chávez en lo más profundo del sentir del pueblo venezolano fue su habilidad de reconocer la deuda social existente, y sobre todo, la capacidad de generar políticas sociales que rompieron esquemas, paradigmas, las cuales permitieron durante los primeros diez años de la revolución reflejar un comportamiento favorable en los diversos indicadores sociales del país. Mejoría que es avalada por organismos internacionales competentes en la materia.
Algunos representantes del Gobierno hablan de la guerra económica como el gran culpable de lo acontecido en el 6D. Nos parece un tanto hipócrita y simplista esgrimir tales argumentos, ello refleja una lectura autosuficiente y desconectada con la realidad. La guerra económica no es más que la expresión concreta de la agudización de las contradicciones de clases a lo interno de la sociedad venezolana. Los de abajo luchan por revelarse ante la posición defensiva de los de arriba, por no dejarse quitar el poder económico - la renta petrolera - y político por los de abajo. Sus intereses son antagónicos y hasta cierto punto irreconciliable, puesto que alguien que toda su vida ha gozado de privilegios materiales de la noche a la mañana no los va soltar por voluntad propia. Por eso, la revolución, es la dictadura del proletariado, tal como la plantearon Marx y Engels en el Manifiesto Comunista.
Es importante analizar las categorías sociales en su justa dimensión para poder así, realizar una lectura objetiva y certera de la realidad analizada. Para ello, resulta estratégico desmitificar el carácter mágico y poderoso que se le otorgan a ciertas categorías. Es una especie de fetichismo que se anida en el análisis social y por consiguiente en el discurso de nuestros cuadros de avanzada. Con este planteamiento, no pretendemos desconocer la naturaleza de la burguesía rentista - y parasitaria - del país. No obstante, su conducta, depredadora ha sido así desde la conformación político territorial del país. Eso no es un secreto para nadie, la burguesía actúa en función de sus intereses de clase, razón por la cual, el control de la renta petrolera se gesta en un antagonismo de clases. No podemos decir: ¡fallamos porque ganó la guerra económica! Deberíamos decir: fallamos porque se perdió conexión con el pueblo, con la capacidad de percibir las necesidades más sentidas, con la capacidad de generar respuestas concretas a la problemática social, por la corrupción que se anida en las entrañas del Estado burgués, por el incontrolable comportamiento de la inflación, etc.
¿Quién traiciona a quien?
Resulta una verdadera grosería achacar los resultados del 6D al pueblo. Los que traicionaron a Chávez fueron todos aquellos cuadros de avanzada que hicieron caso omiso a un conjunto de tareas visualizadas por él en su mandato. El carácter visionario de Chávez es realmente asombroso, muchas de las cosas que pasan hoy día fueron esbozadas por él en sus diversas alocuciones. Es así, como el 6D expresa el fracaso de nuestros líderes en impulsar y materializar tales proyectos. Como por el ejemplo, la política de descentralización de la capital hacia los nuevos polos de desarrollo en torno a la faja petrolífera del Orinoco. Acciones de esa envergadura, son, las que nos permitirán trascender el carácter rentista de nuestra economía.
Resulta absolutamente absurdo e inviable plantearse la superación del modelo rentista que caracteriza a nuestro país en la actualidad, sin generar las bases materiales que permitan construir el nuevo tipo de relación social. Chávez comprendió su momento histórico. Su grandeza radicó en conjugar la praxis política con un discurso revolucionario que visibilizó a los sectores sociales, que históricamente estaban invisibilizados por las políticas tradicionales. La segunda fase consiste en mantener las políticas sociales ejecutadas por Chávez y a su vez generar la base material que haga sostenible el modelo económico y político independientemente del comportamiento de la renta petrolera. Sin lugar a dudas que los encargados de materializar esos objeticos son el partido, y nuestros cuadros de avanzada en el Gobierno. Partiendo de ese contexto: ¿Quién le falló a quien?
Al analizar los resultados de la elección de diputados para la Asamblea Nacional (2010) el Gobierno obtuvo 98 curules versus 65 escaños de la oposición. En las recientes elecciones del 6D para el parlamento, la oposición obtuvo 112 puestos, mientras que el Oficialismo fue electo en 55 escaños, lo cual indica que en 5 años pierde alrededor del 50% de sus legisladores.
Resulta importante destacar que, en esta última elección parlamentaria, el proyecto político de Maduro alcanzó 5.615.300 votos. Al comparar[3] estos resultados con las presidenciales del año 2013 donde el Presidente Maduro obtuvo 7.586.251 votos. De esta relación se desprenden las siguientes hipótesis: 1) Pareciera que el capital político del proyecto de liberación nacional mermó aproximadamente en 2 millones de votos. 2) Se podría pensar que el voto duro del chavismo independientemente del acontecer nacional es de 5.615.300. 3) No obstante, la oposición no creció en 2 millones de votos. 4) Pareciera que buena parte del voto chavista se abstuvo o votó nulo de forma consciente dada las condiciones objetivas y subjetivas del escenario político y económico del país.[4] 5) Este resultado adverso del 6D, debe ser visto como una señal de alarma donde el proyecto político y económico que se impulsa pierde conexión con los intereses del pueblo. En tal sentido, la reflexión debe girar en torno a cómo se recupera ese vínculo y sobre todo, cómo se torna indisoluble e indestructible.
Un escenario donde el poder legislativo es controlado por la derecha expresará con mayor claridad las contradicciones de clase, dado que los nuevos diputados legislaran en función de sus intereses. Sin lugar a dudas, eso es positivo. Las contradicciones son favorables. La negación de lo que existe activa la fase de transición hacia la nueva etapa y esta a su vez, permite que se materialice la fase de superación de las contradicciones iníciales. Este pueblo ha madurado y su conciencia política no es la misma, en tal sentido, debemos confiar en el soberano, en su sapiencia, en su ímpetu por apoderarse por completo de los procesos políticos y económicos que determinan su destino. Resulta sumamente ingenuo pensar que los procesos políticos están exentos de reveses. A medida que pasa el tiempo su capacidad de transformar la realidad material debe ser más eficiente y oportuna, de lo contrario la fase inevitable del desgaste empieza a corroer las bases del proyecto de transformación. Sería interesante hacer un análisis de todos aquellos voceros afectos al gobierno que planteaban que ya estábamos en el socialismo y que esto era irreversible.
¿Qué hacer?
El primer paso ante la adversidad es reconocer la existencia de la misma. Exponer paso a paso, en un lenguaje sencillo, las dificultades económicas que atraviesa el país, aunado a un plan de acción con objetivos y metas concretas de corto, mediano y largo plazo para superar la crisis y estabilizar la economía.
Hay que sensibilizar al pueblo con la situación. En este contexto, el tiempo es nuestro peor enemigo. Estamos ante un diagnóstico crítico y se nos puede morir la criatura. Hay que operar. Mientras más se tarde en tomar la decisión, la enfermedad -crisis económica- se expande y se fortalece haciendo que las posibilidades de superar la problemática -la crisis- sean cada vez menos optimistas y los efectos secundarios a la operación generen rechazo y descontento en el paciente -el pueblo-.
Nos parece oportuno, volver a la propuesta económica de Hugo Chávez para transformar a Venezuela en el año 1999, puesto que el espíritu de ese plan aún se ajusta a la realidad que atravesamos, tiene muchísima vigencia. Con seguridad habrán algunos marxistas que al leer el planteamiento que se esboza, la tildaran de reformista, etapista y cuanto epíteto esté de moda para descalificar el planteamiento y en algunos casos hasta la persona que esboza la idea.
Dada la especificidad de la economía venezolana. Una economía subdesarrollada de carácter rentista. La actual coyuntura que se refleja en los mercados internacionales, dónde el barril de petróleo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo OPEP oscila entre los 32 y 40 dólares por barril[5], genera un importante déficit en los ingresos del país. Es decir, hay que replantearse nuevas estrategias financieras para cumplir con todos los compromisos internos y externos. La forma como se ha venido manejando la economía, lejos de solucionar, ha empeorado el panorama, y con ello se aviva el malestar del pueblo.
Consideramos que la estrategia económica a implementar, debe atacar en lo inmediato la política cambiaria, la asignación de la divisas, de la mano con una política fiscal que tenga como objetivo central el ser humano pero que a su vez se ajuste al contexto económico de bajos precios del barril de petróleo, aunado a un agresivo plan de incentivo a la producción nacional dirigido a los sectores públicos y privados. Esa estrategia a la que hacemos referencia, debe surgir de una amplia discusión nacional promovida desde el Gobierno, donde las Universidades públicas y privadas, La Academia Nacional de Ciencias Económicas, los trabajadores, los campesinos, en fin, el pueblo venezolano hagan sus aportes que permitan afinar las políticas económicas a implementar para trascender la actual crisis que nos aqueja.
No hay recetas ni fórmulas mágicas para superar la actual crisis. La enfermedad que nos aqueja es compleja y de carácter estructural. No pretendemos decir con esto que estamos derrotados y que hay que bajar la "Santamaría" y esperar la hora final. Por el contrario no hay que continuar menospreciando o subestimando la complejidad de la crisis que atravesamos, hay que salirle al paso con una planificación seria, mensurable, de objetivos concretos y evaluados a cierta periodicidad por un comité multidisciplinario de riguroso quehacer profesional enfocado a desarrollar estrategias de crecimiento y fortalecimiento económico del país, mediante acciones concretas y coherentes a ejecutar al tiempo que rinda cuentas de su aplicación.
Economista. Profesor universitario UCV/UBV.
[2] Engels Federico (1883) Discurso pronunciado ante la tumba de Carlos Marx. Disponible en: www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/83-tumba.htm