En el llano venezolano es tradición que, al faltar el padre, sea el hermano mayor el que asuma las responsabilidades familiares. Maisanta acudió al llamado de la tradición y se hizo leyenda. De esta manera, las familias llaneras estaban protegidas de la orfandad que los peligros de la sabana suponen. Esa tradición, por la grandeza de Chávez, se ha convertido en leyenda nacional. Hoy, la Patria en peligro reclama el concurso de los hermanos mayores. No es momento de buscar culpables de la grave situación que confrontamos, es hora de soluciones, y soluciones de emergencia... la madre Patria llama a sus hijos.
Tres años fueron suficientes para demostrar que el Chavismo no es un cheque en blanco. No basta decirse, asumirse heredero, hay unas condiciones, unos límites que califican como chavista. No se trata de un juego o de un teatro, una chaqueta y una declaración destemplada, es una política, un objetivo. El Chavismo está teñido de Socialismo, de antiimperialismo, de anticapitalismo, ¡esa es su estrategia! Al venderla, entramos en fase de derrota estratégica, y eso es lo que hoy vivimos.
Sin modificar la estrategia, hagamos lo que hagamos, quedará como un recurso infantil, una inutilidad. No es posible que el gobierno, en medio de la crisis, de la derrota descomunal sufrida, lo que se le ocurra es impugnar a uno o dos diputados. Mientras, la derecha está preparando la restauración plena del capitalismo: ¡privatizar PDVSA! El gobierno pierde su tiempo recogiendo lo que mal regaló.
Es hora de rectificar, todos reconocen la certeza de las alertas que ayer produjeron acusaciones destempladas, burlas… ya sabemos que no hay tan “gamelote”, no hay “sospechas”, no hay “saltos de talanqueras”, ni quinta columnas, ni agentes. Lo que sí hubo fue una sustitución de la estrategia y una masacre moral de la disidencia. El resultado dispensa más discusión, ahora lo necesario es recomponer las fuerzas del Socialismo para seguir la batalla.
¿Cómo hacerlo?
Lo primero es trabajar con la verdad, entender que la verdad es revolucionaria: nos derrotaron y nos derrotaron feo. De allí surge la pregunta que nos guía: ¿por qué nos derrotaron? Diez mil razones aparecen en Internet, desde la traición hasta la compra, ninguna nos sirve para encontrar el camino. Hay que ser honestos con nosotros mismos: nos derrotaron porque la dirigencia teórica equivocó el camino, se puso a inventar un socialismo con mendoza y cisneros, un fulano aumento de las fuerzas productivas, y lo que consiguió fue construir un pueblo clientelar, vivo, que le dan un taxi y lo vende, cobra caro, una masa egoísta que no aguantó ni una cola.
Todo está claro, la ideología socialdemócrata, adeca, de cambiar dádivas por apoyo, no sirve para mantenerse en el gobierno, menos para hacer Socialismo, hay que cambiarla.
No se puede seguir dando la batalla en el terreno de la dádiva, peleando quién da más y quién quita menos, la batalla se debe dar en el sentimiento, el espíritu, el alma.
La pelea principal hoy es entre fracciones del capitalismo:
Una, la del gobierno, derrotada en las elecciones, sin nada que ofrecer, moribunda, pero que lleva en su seno la fuerza del Chavismo, su herencia, su historia, sus hijos mayores.
La otra fracción capitalista es triunfante, cosa de tiempo para que imponga su plan, terapia de choque, represión, bipartidismo.
El choque está claro: si se escoge el camino del capitalismo, será el camino de la mud, apoyados por los militares que, desconcertados, ven al Chavismo diluirse en el silencio.
El gobierno, el Chavismo, no tiene forma ni manera de estabilizar al capitalismo; su única posibilidad, su papel histórico es ir al Socialismo. No hay que inventar, allí está la clase magistral que Chávez dio en el CNE, cuando presentó el Plan de la Patria.