En alguna oportunidad caminando por las aceras de La Hoyada pudimos apreciar un inusual alboroto, dos motos de alta cilindrada se atravesaban en el centro de la vía paralizando el tránsito para que circularan libremente dos camionetotas, ¿quién será ese chivo pesado? Fue la pregunta que nos hicimos entonces. Seguimos caminando por toda la avenida Universidad, íbamos por los lados de la Plaza Bolívar, allí nos topamos de nuevo con los motorizados que calles atrás, trancaban las vías para que circularan libremente las camionetotas; por fin, encontrábamos respuesta sobre quién o quiénes eran los chivos pesados que se desplazaban en aquellas camionetas de lujo, nada más y nada menos que esa persona a la cual, con nuestros votos elegimos para que se desempeñara como servidor del pueblo en la administración de los servicios que tiene obligación, por Ley, prestarnos a todas y todos quienes residimos en el Municipio Libertador, el camarada Jorge Rodríguez. Nada que ver, con la humildad que debiera caracterizar a un dirigente revolucionario, consustanciado con su pueblo y que debiera ser, expresión y semejanza de ese pueblo al cual se debe, en lo fundamental: humilde y sencillo, como lo es el bravío pueblo de Caracas.
En muchísimas oportunidades, nuestro Comandante Infinito Hugo Chávez fustigó ese estilo tan distante de lo que debiera ser el auténtico liderazgo revolucionario. Si bien, por razones de la estricta seguridad que le imponía Casa Militar en resguardo de su integridad física, se veía impedido de estrecharse mucho más en sus encuentros con el pueblo, no escatimaba esfuerzos en escapárseles y se disfrazaba, como jocosamente informaba en sus programas televisivos, colocándose una peluca y adentrándose en las catacumbas del pueblo para ir a su encuentro y escucharles de viva voz, sus penurias y preocupaciones. Proveniente del mundo militar, Nuestro Comandante Infinito siempre colocaba como ejemplo de liderazgo su forma de actuación con respecto a sus soldados, de quienes siempre estaba pendiente, conversando mucho con ellos y escuchando sus críticas y opiniones sobre determinados asuntos que tuvieran que ver con la actividad de la guarnición. Chávez, constituyó un nuevo liderazgo, más cercano al pueblo, expresión del pueblo.
En el Aló 358, daba muestras de su sencillez y así lo manifestaba al recordarse de Isis: “¿Se acuerda de esta niña?” […] “Quiero hablar con ella, por teléfono primero, quiero hablar con ella por teléfono, quiero saber dónde anda, porque sus padres tenían problemas y recuerdo que ella andaba por la calle vendiendo cosas, y tocaba este instrumento que no me acuerdo ni como se llama. Y es una niña maravillosa ¿Verdad?” […] “Quiero hablar con ella Isis, por favor, porque tengo tiempo que no se de ella, y es para mí como si fuera una hija mía, ¿Saben? Todo el que tiene un hijo, todo el que tiene una hija, tiene todas las hijas del mundo y más aún si tienen problemas…” Ese era Chávez, el auténtico líder de un pueblo que, en medio de sus dificultades siempre tenía presente que su Presidente no le abandonaría nunca, porque era uno de los suyos y con él, se sentía identificado. En ese mismo Aló Presidente, fustigaba las actuaciones pequeñas burguesas, como esa que señalábamos del camarada Alcalde: “…a nosotros nos envenenaron con los valores de la pequeña burguesía que quiere decir ser burguesa, ¿Ve? Y he allí uno de los problemas que tenemos en la burocracia, la burocracia que está inundada por valores pequeño burgueses, véanse los ojos en el espejo, os ruego, revísense os ruego, y eso va también con los compañeros militares. A nosotros… yo recuerdo, a nosotros nos prohibían, cuando cadetes, montarnos en los autobuses, yo rebelde siempre más, me montaba, nos prohibían ir para los ranchos, para los cerros; yo más que iba para los cerros, porque además no tenía para donde ir, sino para los cerros, o para Catia, para allá, y a veces no tenía para pagar un taxi, y además tiene que montarse en el asiento de atrás, nos daban clase para eso compadre” […] “Nos estaban formando para pequeño burgués. Tú tienes que ir atrás porque el que va adelante es menos que tú, es el chofer”. Esos antivalores siempre los combatió nuestro Comandante Infinito, en alguna otra oportunidad fustigaba aquellos burócratas que gerenciaban empresas públicas desde Caracas, emplazándolos a irse a las regiones que eran donde estaban los sitios reales de producción. Recodamos el ejemplo de las empresas cementeras. Si en Caracas no se produce cemento ¿qué hacen ocupando un edificio en Altamira, la plana mayor de esas empresas?, disfrutando la comodidad del aire acondicionado y el confort de la ciudad capital. No pudo nuestro Comandante, allí siguen los burócratas cementeros en su edificio de Altamira, disfrutando las veleidades del poder.
Una de las bondades de la derrota que nos produjera la burguesía fascista y sus acólitos de la MUD, sin duda, es que ahora podremos ver caminando por las calles, como un venezolano más, a nuestro camarada Diosdado Cabello. Pregunto a los camaradas de la Esquina Caliente, que teniéndolos como vecino, en cuántas oportunidades, el Presidente de la Asamblea Nacional, se acercó a conversar con ustedes, escuchar sus inquietudes? Y ustedes siempre allí, intransigentemente en la defensa de nuestra Revolución. Lo que si podemos manifestarles, es que en algunas oportunidades, fuimos testigos de las molestias que causaba cada vez que en su camionetota se dirigía a la sede parlamentaria, pues, la tranca del tráfico era la señal característica, causando las debidas molestias a los demás conductores, tan solo para evidenciar que allí estaba, detrás de cristales ahumados y el blindado del acero, uno de los líderes fundamentales de la Revolución Bolivariana. Cuán distantes del pueblo se colocó el liderazgo bolivariano. Se burocratizaron y no se percataron de ello, tuvo que sobrevenir el 6D para que se percataran de ello. Un nuevo liderazgo, más auténtico y popular está por parir nuestra Revolución, en hora buena…
