Debemos profundizar el nivel de conciencia histórica del pueblo venezolano sobre la necesidad de transitar hacia el socialismo bolivariano, en medio de una guerra económica impulsada por el imperialismo estadounidense y sus adláteres. Hacerle entender que la interrelación material existente entre capital, el trabajo y el Estado, sigue entrampada en el anacrónico rentismo petrolero y en la ley del capital que domina la riqueza.
En este sentido, mientras el capital esté unido al control estructural del trabajo, es cuesta arriba suprimir tal rentismo y ley. Por ende, resultaría aleccionador erradicar los monopolios y oligopolios que concentran en pocas empresas el capital que invierten para producir ciertos rubros; y en consecuencia, expropiar a estos y otros capitalistas con su régimen clasista de producción, distribución y comercialización.
Oponiéndose a ello, está el proyecto de Ley de privatización que discute actualmente la Asamblea Nacional, donde el capital financiero regiría las relaciones de producción y de trabajo en aquellas empresas del Estado o hayan sido expropiadas, en aras de la máxima extracción del plustrabajo. Basta leer los artículos 15, 19 y 24, donde la Asamblea ordena al Ejecutivo Nacional la asignación de gestión y administración a personas del derecho privado capitalista que cuenten con suficiente capacidad financiera para la reactivación productiva de dichas empresas, quienes dispondrán planes de capacitación laboral para optimizar tal reactivación; cerrando con una disposición que deroga las normas colindantes, entre ellas por su puesto la Ley de Trabajo que establece expresamente: “el trabajo es un proceso liberador que tiene por objetivo superar las formas de explotación capitalista y la riqueza un producto social generado por los trabajadores”.
Finalmente, hay que descontinuar en las empresas privadas y del Estado, mixtas, comunales, de propiedad social o indirecta, toda gestión o administración de ese personal que separa el control del trabajo de quienes producen los bienes y servicios; estando de nuevo presente el poder de capital para extender el dominio de la riqueza sobre la sociedad.
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