En el supuesto que se diga que se admite que la anarquía creciente del capitalismo no lo encamina hacia su propia destrucción, entonces el sistema socialista dejaría de ser objetivamente necesario. La derecha rechaza la "teoría del hundimiento" del capitalismo, e insiste en promover la "teoría de adaptación del capitalismo". Por tanto, buscan erigir un muro "infranqueable", que los martillazos de la revolución están derribando.
Sabemos que el socialismo no surge de la nada, es consecuencia de las cada vez más agudas contradicciones del capitalismo salvaje y los antagonismos de clases, del callejón sin salida del capitalismo, lo que ha facilitado el convencimiento, por parte de los humildes, el hecho histórico de superar tales contradicciones y antagonismos de clases, a través de una genuina y auténtica revolución social. Si se niega lo primero se rechaza lo segundo. El socialismo es una necesidad histórica, capaz de enderezar el curso de los acontecimientos al tiempo que surge como un "Plan B" para salvar la humanidad de su inminente extinción a la cual la ha conducido el capitalismo salvaje.
Así como el feudalismo fue sucedido por el capitalismo, justamente por el carácter transitorio de aquél, el capitalismo en la inevitabilidad --y he aquí su reverso-- de que su inminente colapso conduce al socialismo. Si Marx descifró los jeroglíficos de la economía capitalista fue porque se enfrentó a éstos desde la perspectiva del socialismo, es decir, desde el punto de vista histórico.
También por abordar desde la óptica socialista el estudio de la sociedad burguesa, y además, especificó el análisis a partir de una visión científica la concreción al socialismo. El socialismo es la montura, un medio de transporte histórico seguro, para lograr la justicia social de los pueblos, en fin, es la más justa distribución de los recursos como su objetivo, así como la idea de justicia social como su única legitimación histórica. No hay conexión ni se puede establecer ninguna relación entre desarrollo capitalista y democracia burguesa.
El progreso ininterrumpido de la democracia burguesa considerada como la gran ley de la historia de la humanidad, resultó una enorme contradicción colocando toda forma de vida –repetimos--en un callejón sin salida. (La forma política es el resultado de la suma total de sus factores políticos internos y externos, y abarca toda la escala de los regímenes políticos). Por tanto, debemos rechazar el esquema de una democracia burguesa progresiva como ley general del desarrollo histórico. Las instituciones democráticas burguesas han cumplido la función que les tocó en su desarrollo.
El socialismo no precisa de la democracia burguesa, sino que es la democracia la que necesita de las fuerzas socialistas. Debemos fortalecer el movimiento socialista. Somos una fuerza política creadora capaz de contrarrestar las perversidades de la democracia burguesa. Somos el devenir promisor de los pueblos.