I
La historia la escriben los ganadores
La improvisación en una guerra o en un conflicto armado trae consigo el sello de la derrota. El Carupanazo, El Porteñazo, como el 4 de Febrero son ejemplos de que se necesita algo más que los deseos para vencer al enemigo, en especial cuando el enemigo dispone de mayor poder de fuego y de todos los elementos que lo hacen invulnerable. En efecto, la guerra no es un juego de niños. Es algo que surge bajo ciertas condiciones que el mismo hombre crea bien a su favor o en su contra. Pero existe la historia. La historia escrita por hombres que sí saben de estrategias y tácticas para contrarrestar, en un momento dado, las mejores condiciones del enemigo sobre uno, es decir, de quien ataca o se defiende. Es el caso de Sun Tzu, quien dijo una vez: “Si el soberano tiene en cuenta mis estrategias y hace algo al respecto, seguramente ganará la guerra, y yo me quedaré junto a él. Si el soberano no las tiene en cuenta ni actúa en consecuencia, seguramente sufrirá una derrota, y yo le abandonaré”. Sabias palabras. Si ganas estaré a tu lado. Si pierdes me alejaré. Todos buscan el cobijo del ganador, pero nadie se queda para ver como el perdedor se hunde sobre su propio estiércol.
II
Enseñanzas breves de Sun Tzu
1. “Conócete al enemigo y conócete a ti mismo, y podrás luchar centenares de batallas sin miedo a la derrota. Si ignoras tanto al enemigo como a ti mismo, puedes estar seguro que perderás todas las batallas”.
2. Escuchar bien es otra enseñanza. Saber escuchar a los colaboradores es una ventaja para el líder. Pero mejor aún es hablar poco, y hablar después de pensar para evitar cometer errores que después no vale la pena corregirlo, sobre todo cuando el daño está hecho.
3. Ser valiente a la hora de las pequeñas y de las grandes. Ser valiente implica estar en la vanguardia motivando a los combatientes para que no sólo mantengan la moral, sino que hagan retroceder al enemigo.”Todo lo que hacemos tiene un riesgo. No hacer nada también tiene su riesgo”, pero hacer las cosas malas y a destiempo, es imperdonable, sobre todo para aquel que comanda, ¿o no?
4. Ser disciplinado, ayuda a ganar tiempo y terreno. Ayuda a motivar para la acción a los combatientes. La disciplina es un arma en quien la ejerce. La disciplina conduce a la victoria en cualquier terreno. Ser disciplinado es ser puntual, es ser honesto y cabal a la hora de las grandes exigencias. La disciplina es de los revolucionarios, la indisciplina de los contra revolucionarios.
5. Mantener la moral en el seno de los combatientes es una regla que se debe seguir, si se quiere ser eficiente a la hora de las grandes decisiones. Para eso el líder debe sembrar la moral con su impecable ejemplo. Sin una moral sólida, no habrá posibilidad de tener una visión como arma fundamental para la victoria. Sin moral hay acción eficiente, sin visión no hay camino transitable.
6. Formar equipo ganador, es un mandato para el líder. Un mandato esencial, pues, sin un equipo bien estructurado y de conciencia máxima, poco será lo que pueda hacerse, por muy Napoleón que sea el líder. Un equipo integrado con los mejores, con los osados en la acción y con quienes tienen un solo objetivo en la mente: vencer.
7. ¿Qué es un líder? ¿El líder nace o se hace? He allí el dilema. Una batalla se gana dos veces: la primera vez se gana en la mente del líder. La segunda vez, se gana en el terreno. Un líder fue Moisés, a quien Dios lo responsabilizó de salvar a su gente, y llevarla a terreno seguro. Así lo hizo. Un líder fue Mandela, que apegado a su principio de no violencia, fue capaz de imponerse a la rancia derecha en su país. Un líder fue Ghandi, que aplicó la no violencia contra los ingleses hasta que los venció. Un líder fue Jesús, el más grande líder que ha tenido la humanidad. Un líder fue Hugo Chávez Frías, en Venezuela, quien se inspiró en uno de los más grandes líderes del mundo: Simón Bolívar. Todos ellos, no nacieron líderes, se hicieron con la práctica en el terreno. Pero todos tenían algo en común: nunca se rindieron…