Precisemos Qué es El Capital, sg. Carlos Marx

El capital = dinero que se acrecienta en su intercambio.

La misma mediática mundial marxista y no marxista maneja El Capital, de Carlos Marx, como uno de los libros más leídos después (?) de La Vulgata, en el bien entendido de que hasta ahora y en los países chapados al capitalismo son libros de divulgación marcadamente comerciales, y cuyas editoriales no pueden decir que son para nada objetivas, sino, más bien fuertemente proburguesas y anticomunistas.

Sobre semejante materia, es difícil hallar estadísticas de alta calidad científica puesto que tanto la Biblia como El Capital ya citados han sufrido censuras varias y/o imposiciones oficiales que adulterarían dichas estadísticas. Súmese a esas posibles contaminaciones editoriales la conversión de dichos libros en mercancías propias de las sociedades capitalistas.

Son textos con numerosas páginas[1] cuyo rigor científico y sin marcos teóricos sobre los cuales cotejar por cuanto las ideas y hallazgos marxianos fueron y siguen siendo asuntos originales e inéditos[2], innovadores, tales que desmontan radicalmente toda la concepción de los críticos de la Economía Política que le precedieron y la de quienes fueron sus coetáneos y no llegaron a semejantes conclusiones sobre las principales características de la Economía Capitalista.

El control de calidad de El Capital insume mucha mano de obra altamente calificada lo que convierte esa mercancía en artículos muy suntuarios, de partida, ante lo cual sus revisiones y correcciones son echadas a un lado. La Editorial Cartago, por ejemplo, suma más yerros e imprecisiones que cualesquiera otras de la ediciones de Fondo de Cultura Económica, la de Siglo XXI y de La Habana, Cuba, que es la que menos errores arrastra, no, por lo menos gramaticalmente. Sus posibles yerros de fondo responden a la misma incomprensión reinante aún de los originales en Inglés-de Inglaterra, revisados directamente por el propio Marx-y en alemán con sus dificilísimas traducciones a lenguas como el español.

Ocurre que desde Aristóteles se manejó dos (2) caracteres en cada mercancía como que si ambas presentaciones del dinero-capital tuvieran vida propia: su valor de uso y el de cambio, o sea, el de su utilidad para satisfacer necesidades varias y su valor para el intercambio, con lo cual pareciera que se trataría de 2 valores diferentes, cuestión que nunca ha sido así, aunque sólo MARX logró hallar esa suerte de aguja fina en aquel enrevesado pajar.

Los investigadores sociológicos y económicos y, por supuesto, filosóficos, optan primeramente por entender el novedoso hallazgo de Marx en cuanto a que sobre la Economía Política, que fue elaborándose como ciencia desde los albores mismos del Capitalismo Comercial, a partir de la incipiente Edad Moderna, sobre esa novísima Economía, decimos, ya los llamados Clásicos herederos de las lecciones aristotélicas y de los correspondientes intermediarios, habían tratado de averiguar infructuosamente el origen de la riqueza material, sobre el valor y su variopintas presentaciones.

Y aparece Marx; este multifacético científico, creador-si se quiere-de la Sociología y perfeccionador de la científica Dialéctica Hegeliana que se hallaba cabeza pa’bajo, dedica su mejores años al estudio y crítica de la Economía Política diseñada por los insignes clásicos David Ricardo y Adam Smith. Marx con su Crítica contributiva al mejoramiento de la Economía Política habría resquebrajado despiadadamente la idea fisiocrática de Quesnay. Este último descartaba de antemano la posibilidad de que el artesano, el trabajador industrial-hoy así llamado-pudiera generar riqueza ni, peor aun, crear el valor de todos los bienes comercializables con o sin dinero intermediario. Para los ricos fisiócratas, los terratenientes enfeudados de marras, hasta consideraban estéril toda labor que no fuera la agrícola.

Marx halla que el dinero, piedra angular para los intercambios comerciales capitalistas, es el capital en sí mismo. Este se metamorfosea en medios de producción y en mano de obra salariada, y ese capital se nos aparece entonces como mercancías varias por sus diferentes valores de uso-de allí su forzoso intercambio-; esas mercancías-capital retoman su aspecto dinerario artilugiosa y subrepticiamente acrecentado, y mismo capital que suele reciclarse en el proceso de su circulación incesante mientras con cada cantidad de dinero lanzado a esa circulación se garantice su intercambio por más dinero. Es lo que Aristóteles vislumbró como Crematística dos mil años atrás con su privilegiada genialidad, aunque impedido como estuvo de saber explicarlo por haber vivido en un modo esclavista.

Por supuesto, para que el dinero sea capital es necesario producir mercancías y reducir a éstas todo tipo de bienes útiles-es decir, reducir a capital, a dinero-y, particularmente, la fuerza de trabajo, lo que supone la existencia en el mercado de hombres "libres".

 


 

[1] Sólo los 3 primeros Tomos de El Capital se llevan unas 2.000 pp. mal contadas en rústico papel de los años 70. Los 3 Libros de La Plusvalía-el Tomo IV de la misma obra-otras tantas y aproximadas pp.

 

 

[2] Marx se enorgullece de haber sido el primer crítico de la de la Economía Política que trató el tema del rasgo común que caracteriza a todas las mercancías, luego de pasar más de 2.000 años entre el agigantado Aristóteles y él.

 

 



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Manuel C. Martínez


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